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​La “unanimidad democrática” Columna del Abogado Nelson Hurtado Obando. Twitter: @abogadohurtado

11/28/2021

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​La “unanimidad democrática”
Por: Abogado Nelson Hurtado Obando
​

Twitter:  @abogadohurtado

Hubo una época en que elegíamos a los mejores ciudadanos y los honrábamos ungiéndolos con el voto secreto en sus dignidades de concejal, diputado, congresista, presidente o con sus nombramientos de ministros, embajadores, cónsules, alcaldes, personeros, contralores y hasta era honrosa dignidad ser el director o “jefe” del partido morado, blanco o desteñido y eran instantes de gloria: la campaña, los discursos, el “día de votaciones”, el escrutinio, la posesión y el homenaje a los elegidos y la puesta en ejecución de “las promesas de campaña” cuando aún la solución de las necesidades comunes se forjaban incluso contrariando los dictados de “la economía y el mercado” y porque no existía la obligación del “programa de gobierno y su registro”, ni la posibilidad de “revocatoria”…
 
Fueron aquellos tiempos en los que por su sentido y valor “las promesas de campaña” no dejaban confiado su apoyo y garantía como en “las manos de un enemigo” la amenaza revocatoria.
 
Fue la época de la patria de las promesas, sí, esa patria que se nos quedó en el alma desde la escuela en el diario vivir y de la que no olvidamos su triple “password”: himno, bandera y escudo; esa patria que descubrimos y conquistamos con la “Carta a García” nuestro “GPS” o mayor desarrollo tecnológico y una cajita de madera multiusos que contenía “las regletas de color”, un estantico burdo de madera que llamamos biblioteca donde reposaban Pombo, Esopo, Fedro, La Fontaine…y en medio de las selvas de olor y verde fresco las reuniones y asambleas de los animales casi todas presididas por el rey León y en las que no era menos importante el “pobre burro” a pesar de sus ojos condenados eternamente solo a “mirar sus cuatro cascos”.
 
En esa patria de las promesas la única cura definitiva para un dolor de muela llegaba cada seis meses con el odontólogo que enviaba el gobernador desde la capital y el cual traía dos opciones: sanar la carie rellenando la muela con amalgama de “platino” o extrayéndola y sin exageración casi que con un alicate o unas tenazas y ni qué decir de la remisión de un paciente a la capital en volqueta o en camión…pero se remitía y si regresaba vivo lo hacía bien sentado en el bus o línea y si muerto en el féretro de madera fina en el capacete de un camión…doblaban las campanas…el pueblo se hacía muchedumbre, los huertos siempre tenían cartuchos blancos y a pesar de la muerte la vida siempre estaba florecida, la soledad no acompañaba ningún sepelio en la patria, aquella, que fue la patria de las promesas.
 
Impura, imperfecta, inculta, era la democracia y la patria de las promesas, aquellas en la que estábamos vitalmente “interconectados”  por el más veloz “internet”: un hueco hecho en el anjeo de alambre que separaba los solares de las casas y a través del cual se completaba de cada quien su “mínimo vital” en la ofrenda que unos a otros hacían de productos traídos de sus fincas: una mano de plátanos o de bananos, una “yuca de algodón”, huevos frescos, un quesito o una bola de mantequilla, una “pucha” de fríjoles verdes, etc.
 
Fue la época de la patria y de la democracia de “…los mundos sutiles
Ingrávidos y gentiles…”  y que como a las novias descorazonadas, no sabemos cuándo, pero, “pasó lo que tenía que pasar”.
 
Nos prometieron sepultar esas viejas democracia y patria de promesas, de los “elefantes blancos, las obras inconclusas, los peculados, la inseguridad en todos sus niveles…”.
 
No es añoranza por el pasado y mucho menos afirmar que “todo pasado fue mejor”.
 
Pero, es la sospecha, que talvez fuimos anticipados al “metaverso” y que entre la democracia y la patria de las promesas en su tránsito al Estado Social de derecho y democracia participativa [estado de bienestar] fuimos despojados de palabras-conceptos y de sus sentidos y valores de tal modo que la democracia y la patria de promesas, en contextos de escasez y pobreza eran vitalmente vivencias de tendencia al bien común a lo que frontalmente resulta antagónica la actual “democracia y patria de programas de gobierno, POT, Planes de desarrollo” y a pesar del contexto de abundancia de recursos económicos, fiscales, científicos y tecnológicos.
 
Es sutil la diferencia y mayor el equívoco; si en la democracia y en la patria de promesas reinaba la afirmación que “la voz del pueblo era la voz de Dios” en la democracia y en la patria de “programas de gobierno” se proclama que “la voz de dios es la voz del pueblo, grata a sus oídos”.
 
Democracia y patria de programas de gobierno, de tal modo que <<dios tomó cuerpo y “en su voz” creímos que hablaba el pueblo>> y no importó que “su palabra tiene sentido, valor y precio” en tanto <<es dios de un pueblo “sin voz y sin palabra”, moldeado a su propia y útil imagen y semejanza” vaciando de todo contenido plausible de sentido y valor la promesa de bondad a la familia humana.
 
De tal manera que hecho dios de “la revocatoria” su refugio, laberinto inexpugnable a través de “todo su poder y su gloria” y a buen recaudo con toda su armería en las manos de insaciables centinelas que modulan el séquito de plañideras.
 
No había discusión en la democracia y en la patria de promesas respecto a que a pesar de la poca ilustración y de la montaña de defectos que como personas nos habitaban, además de la creencia, teníamos confianza en elegir a los mejores prójimos, a los mejores ciudadanos bajo una sola causa: procurarnos el bien común y a buena fe que lo logramos: carreteras hechas a pico y pala, escuelas rurales edificadas en terrenos de los que no dudaban en desprenderse sus propietarios, carreteras y acueductos que no requerían de expropiación, ni paga de las fajas de terreno que cruzaban, restaurantes escolares cuyas provisiones no estaban mediadas por contratos, ni por paga del erario…
 
Así, en esa democracia y patria de promesas, se vivía la democracia y para la democracia en el bien común y las posibilidades democráticas en orden riguroso en toda elección o nombramiento, no eran sino dos: elegir o nombrar al mejor o equivocarnos y elegir o nombrar el peor, caso en el cual la solución constitucional y legal administrativa era de minúsculo expediente.
 
En la democracia y patria de programa de gobierno, nada está unido y todo está atado, maniatado y prisionero; el dios ya no dividió el mar para que pasara su pueblo, no; el dios aprovechado de su “infinita sabiduría” sometió a “su pueblo” a “fisión democrática” y en “reacción en cadena” y sin desaprovechar tampoco la [con]fusión propia de la megalomanía se solaza impertérrito en la contemplación de la estela de un barco que naufraga.
 
Es la enorme diferencia entre una democracia y una patria de promesas y una democracia y una patria de programas de gobierno; es la diferencia que ponen la bondad, la comunidad y el bien común frente a la utilidad, el interés, el ánimo de lucro; es la diferencia entre tender al bien sin alcanzarlo y el romper y hacer añicos la esperanza, la buena fe, la civilidad, el civismo, que rompe entre los animales humanos la palabra y con ella la familia humana, la humanidad y el humanismo…quizás por eso muchos somos los que sentimos que los animales de especies inferiores nos aman y nos aman de verdad o por lo que muchedumbres se han entregado a “las lisonjas tecnológicas y de las redes sociales”.
 
A la familia humana en la democracia y en la patria de programas de gobierno, no puede ser opción elegir o nombrar entre: buenos, tibios, regulares, malos y mucho menos bajo la opción de no-libertad, de no-dignidad humana que es a lo que nos conduce la “unanimidad democrática” eligiendo o nombrando “al menos malo de todos”.
 
Nada puede ser la democracia y la patria de programas de gobierno, si aun llegando a tener y de verdad, todas las manos desarmadas, el alma, el corazón, la mente y el espíritu de cada hombre y ciudadano siguen a reventar de interés, de ánimo de lucro personalísimos, de ventaja indebida, de trampa, de codicia, en un ir de legítima competencia a impúdica guerra de sobrevivencia bajo la ley del “sálvese quien pueda”. Nadie puede hacerse abogado, en la esperanza de hacerse hombre. Hay silencios de ensordecedor ruido de unanimismo, consenso, transacción que no son nuestro destino.

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“Tanto peca el que paga por el premio como…” Columna del Abogado Nelson Hurtado Obando. Twitter: @abogadohurtado

11/21/2021

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“Tanto peca el que paga por el premio como…”
 
Por: Abogado Nelson Hurtado Obando
Twitter: @abogadohurtado

Don Miguel de Unamuno fue rector de la Universidad de Salamanca y en tal calidad el rey Alfonso XIII decidió otorgarle una condecoración en acto muy solemne. Don Miguel de Unamuno agradeció al rey con estas palabras: «Gracias, Majestad, me la merezco». Sorprendido el rey exclamó: «Caramba, hasta ahora todos los premiados me habían dicho que no merecían este honor» y Don Miguel replicó al rey diciendo: «Y tenían razón».
 
Bastaría la anterior anécdota para iniciar y terminar esta columna sin agregar más líneas. 
 
En cuanto a los asuntos públicos en los últimos tiempos hemos tenido la percepción de estar en calidad de ciudadanos-administrados como comensales en cocina de restaurante “corrientazo”.
 
Tres o cuatro días atrás bajo el prosopopéyico nombre comercial de The Washington Academy of Political Arts & Sciences [Academia de Artes Políticas y Ciencias de Washington] en “solemne acto” en la ciudad de Washington [EE. UU] se dieron a conocer a los “ganadores de los premios 2021” en diversas categorías.
 
Entre los ganadores “cayeron” nueve [9] colombianos como “beneficiarios de los premios gordos”: un ministro, secretarios de alcaldías y afines [Medellín], varios politólogos-comunicadores-publicistas- mercaderistas electorales-, etc., todos los que podrían agruparse por aquello de lo “reputacional” en el contexto de “artistas y científicos” del mise en scene [puesta en escena] o “arte y ciencia” de la tramoya o del “engaño concluyente” y no solo asociado al tipo penal propio, sino también a la defraudación comunicacional política y gubernamental.
 
Imaginamos que los galardonados han dicho de sus condecoraciones [a símil de M. de Unamuno «Gracias, The Washington Academy of Political Arts & Sciences, nos las merecemos» y con asombro The Washington Academy of Political Arts & Sciences les ha replicado: «Caramba, hasta ahora todos los premiados me habían dicho que no merecían este honor» solo que ahora existe la certeza que ni uno solo de los galardonados 2021 ha podido replicar y menos al unísono que: «Y tenían razón» como lo hizo M. de Unamuno.
​
En la mayoría de las “actuales conciencias”, no está, ni siquiera como referencia la “recompensa de la virtud”principio del “derecho premial” y motor para la evitación del delito como lo concibió C. Beccaria en su obra “De los delitos y de las penas”. 

Los galardones o premios otorgados por The Washington Academy of Political Arts & Sciences son otra de las muchas expresiones de la “sociedad líquida, de la sociedad del espectáculo” de las nuevas “tecnotramoyas”del marketing, el branding, el merchandising, etc., en manos de “autoerigidos nuevos teóricos de la democracia, del Estado, de la justicia, útiles del empresarismo electorero” para obtener como producto [mercancía] que cada quien asuma y se asuma como: “No soy lo que soy, sino que soy el logro mismo del cómo la gente quiere verme, escucharme, sentirme”, o como dice J. Bezos [Amazon] es “lo que dicen de ti cuando no estás en la sala”  como un  sobretodo que cubre “lo que se sabe y se dice de ti cuando no estás en la sala”  o el hombre, el ser humano, la persona humana como “marca personal” como si se tratara de una “caja de mantequilla, un chorizo santarrosano o un bocadillo veleño”, en cuya etiqueta de “componentes calóricos” <<no aparecen los kilos de grasa en el alma, ni los gramos de estabilizantes y conservantes del presupuesto público, ni los gramos de “ají…que suele llevar la receta tradicional colombiana>>, ni las “licencias de aptitud, idoneidad y virtud” expedidas por academias y universidades ovni.

Hemos sostenido que: un cínico no es más que un pobre hombre prófugo de su conciencia; los logros, los premios que la democracia otorga a sus mejores ciudadanos, a sus mejores autoridades, no requieren de: inscripción-pago, ni de patrocinios o auspicios, ni de encuestas, ni de “elecciones por internet” y no hacen tanto ruido como hacen ahora tantos “artistas y científicos” del mise en scene [puesta en escena] o “arte y ciencia” de la tramoya o del “engaño concluyente” que en nuestro sentir -y por muchas citas filosóficas a que recurran- no acompasan con las convicciones económicas del interés y el lucro personal que les anima y que derivan desde contextos ajenos al humanismo [psicología del consumo] y con grave daño a la democracia y al bien común. 

Tampoco entendemos cómo existen y se otorgan “otros premios”, como los entregados por www.innopolitica.com con supuesta sede en Cali.

Así, como se ha concebido y es probable el “derecho premial como recompensa de la virtud”  también es probable la “democracia premial” como honra, prez y gloria personal y social, pero no del modo como se ha relatado para que con don Miguel de Unamuno sea cierto y real "Que hombres no fracasados, sean quienes nos gobiernen" porque como ha enseñado la sabiduría popular en la mayoría de las veces “la alabanza propia es vituperio” o de otro modo y parafraseado que: “tanto peca el que paga por el premio como el que premia por la paga”. Sería otro capítulo a la “Teoría de la hijoputez”.

NOTA BENE. Desde 1896 a la fecha la “educación y la seguridad vial” no solo constituye uno de los más grandes fracasos de la humanidad, sino también el indetenible desangre del erario. No existen “accidentes de tránsito”, ni siniestros viales, contexto en el que florecen prósperas industrias. Los caminos, las calles fueron transformadas en vías, territorios enemigos de la vida. Insistimos, como promesa de la civilización que: de lo último que deberíamos enseñar y aprender, sería de señales y normas de tránsito. La paz vial, la educación y la seguridad viales no son asuntos de “estrellitas negras o amarillas” y menos de devorar los jueces desde los amplificadores del Peligroso Populismo Punitivo Periodístico [PPPP]
 
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“Teoría de la hijoputez” Columna del Abogado Nelson Hurtado Obando. Twitter @abogadohurtado

11/14/2021

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“Teoría de la hijoputez”
 
Por: abogado Nelson Hurtado Obando
Twitter @abogadohurtado

Es el título sincopado de “Hacia una teoría general de los hijos de puta”, texto publicado por el médico Marcelino Cereijido y que bien vale la pena leer, releer y reestudiar, pues es altamente probable la demostrabilidad de sus hipótesis y quizás sea el punto de partida de la “vuelta atrás” [no-retorno] a asuntos del comportamiento social cuyo estudio en gran medida abandonó “el organicismo” y que como sociedad y en especial desde el derecho como máxima conquista de la civilización humana nos pudiera arrojar luces sobre la avalancha de oscuridad e incertidumbre que nos cubre y nos asfixia.
 
La amenaza de la democracia es real y es un hecho creciente en todo el mundo pero con especial significación en Latinoamérica cuyo desarrollo y de manera inocultable puso su “blanco” en Colombia como cúspide objetiva por su significación en el contexto geopolítico.
 
Como lo describió Moynihan, <<Cuando las reglas…se infringen una y otra vez…las sociedades tienen tendencia a “rebajar lo que se considera una desviación” y de este modo “lo que antes se consideraba anormal pasa a considerarse normal”>>
 
Esta semana termina con acumulados históricos en materia de antidemocracia. La presea ha de dividirse entre el acumulado de Daniel Quintero Calle como alcalde de Medellín y los acumulados por una jueza de la República que sin lugar a dudas rebasa todos los topes del “activismo judicial” con su derogatoria de la presunción de inocencia al decretar la libertad de unos personajes “no porque sean inocentes sino por falta de pruebas” y adosada a la anterior la sentencia de la Corte Constitucional que apartándose de la dogmática jurídico-penal y de toda filosofía decide que entre un acto de un sistema procesal penal que se mantiene con “respiración mecánica” y otro acto de otro sistema procesal penal con ostensible “baja saturación”, hay equivalencia sin desconocimiento de garantías y derechos; reitero que no soy uribista, ni de ningún otro “-ista o -ismo” distintos a civilista, civilismo, ciudadanista, ciudadanismo, humanista y humanismo y sumado a todo lo anterior y en nuestro sentir la mayúscula del presidente de la República Iván Duque Escobar que desacata no solo la decisión de un juez constitucional, sino a la misma Constitución, bajo el entendido que una ley ordinaria no puede derogar una ley estatutaria y que la obligación de “objetar por inconstitucionalidad” una ley, es mandato para ser cumplido de modo parcial o total y en todo caso cuando como es de visu la norma a ser objetada rompe la definida “unidad de materia”. Simple, sancione la ley señor presidente y objete parcialmente por el abierto artículo, inciso o parágrafo ostensiblemente inconstitucional.
 
Es que con eso de “Un juez de la República no le puede decir a un presidente qué debe objetar o qué no debe objetar…” se levanta S. Bolívar de su lecho de enfermo para repetir: “Los tres más insignes majaderos del mundo hemos sido Jesucristo, Don Quijote y yo”.
 
Seis meses o a un año, atrás en nuestro discurrir de “país político y país nacional” el proceso antidemocracia ha estado precedido de la respuesta ciudadana [derecho a la protesta pacífica] o derecho a simple “indignación de bicarbonato con limón” que no alcanza a rayar el duro “teflón constitucional” que blinda bajo  “el mismo derecho” a violentos antivacunas, antitapabocas, antiesmad, procorrupcionistas, promentiras, prodelincuencistas, populistas, progresistas, libertaristas de nuevo cuño y clubes mundiales de “economías de fraternidad capitalista-comunista” y de no pocas “sociedades secretas” a quienes harto reditúa el fuego, el incendio, el vandalismo, el saqueo, el bloqueo de carreteras y todo su portafolio de mentiras, noticias “fake”, agresiones y violencias.
 
En materia jurídica [por más que algunos lo pretendan] la autonomía del juez no llega al extremo de poder traspasar los linderos de los campos filosófico-jurídicos para situar sus decisiones en el fangoso campo del “criterio del juez” y menos para sostenerlas en el contexto de la seguridad jurídica; a “criterio del juez”, las citas antes hechas.
 
Si en la “Teoría de la hijoputez” hay sentido plausible desde la comprensión de la “explicación biológica” y sin pretender extrapolarla íntegramente a la sociedad para comprenderla, sí podríamos acercarnos a esos “agujeros negros”  y sus “horizontes de sucesos” que aun en un estado Social de derecho…democrático, son pulsiones abiertamente antidemocráticas de tal modo que las tendencias hacia uno o varios apartheid y desde diversos “puntos de fuga” no son improbables.
 
Sin duda ninguna y con mayor acento la crisis de la democracia en Latinoamérica acusa al menos una de las variables que se han detectado en las crisis de la democracia de EE. UU. y que muchos estudiosos han señalado como la “crisis de la contención institucional”.
 
Para el tiempo presente nos atrevemos a decir por Colombia y especialmente por Medellín por ser escenario próximo, que la crisis que se padece es la “crisis de la contención constitucional”, la crisis del “pacto político” por su deriva hacia la politización de la institucionalidad incluida la propia rama jurisdiccional. Una cosa es el derecho como expresión política y otra cosa es la política expresada en el derecho, de tal modo que en lo que nos es cercano, nuestro “pacto político” tiene “más rotos que la bandera de Palonegro” que han sido zurcidos como obras maestras desde la “alquimia y la filigrana” político-jurídica.
 
Nos hemos equivocado ¿? o nos han equivocado el destino común. Los primeros ataques antidemocráticos en nuestra historia reciente han sido lanzados desde el propio “pacto político” desde el cual deriva pretensa legitimidad la conversión de toda “anormalidad en normalidad” como hechos sociales ajenos, inmunes y neutros a toda valoración plausible jurídico-democrática en un contexto supuesto de libertad, pero aniquilada por estados de “necesidad y temor” y ampliados en los ecos de profusa mentira.
 
De otro modo, el barón de Montesquieu, [podríamos decirlo ahora y vinculado al tiempo presente] no fue más que un “prominente arquitecto” que a pesar de la excelsitud estética de su legado a la humanidad no pudo prever que “el techo” del edificio político-democrático y jurídico iba a ser agujereado por el “desentendimiento” que la ambición produciría en lo que la civilización humana ha señalado como rumbo plausible y fundamental.
 
De otra manera, la ciudadanía de Medellín está convocada, más allá de 305.000 firmas a ejercer el sacro derecho a la protesta pacífica, porque eso es en toda su dimensión civilista, política, jurídica, democrática y humana el ejercicio de la revocatoria del mandato del alcalde Quintero Calle.
 
La etapa que sigue en ese proceso podría decirse que es de “deporte extremo” y lo es porque demanda en primer lugar la forja de un discurso civilista, de alta cultura política y democrática, un discurso que debe superar la arenga y la consigna propia del actual empresariado electoral [todos, absolutamente todos los actores en el actual escenario] que fluya como aceite sobre las oxidadas piezas de la maquinaria oficial y paraoficial para lograr su desmonte pieza a pieza.
 
¿Asunto de seguridad? Claro que sí, pero desde su amplio y alto horizonte que nos enseña a dudar y desconfiar de los “ofertantes de seguridad” como “respuestas políticamente correctas” a las “contradictorias demandas ciudadanas” que en escenarios de “no-libertad” [necesidad-temor] son puestos en situaciones de “peligro inminente normal o tolerable” para su integridad, su vida, su libertad y sus bienes y “tranquilizados” con el ”discurso oficial” y reforzado por la “normalización tecnológica” y el presupuesto público o con la presencia “alcaldadesca” y por TV., en el sitio por donde corren tumultuosas las aguas de una quebrada no salida de cauce, sino en busca naturalmente inmanente de su cauce.
 
Protesta pacífica, sí y eso debe ser la acción de revocatoria del mandato que en Medellín ha de constituir precedente democrático para la República, precedente que abra las puertas a una cultura política madura que pueda acendrar entre ciudadanos y políticos que existen límites constitucionales y legales que no pueden sobrepasarse sin daño a la humanidad. 
 
Lamentable desde la “Teoría de la hijoputez” que tres damas concejalas de Medellín en su supuesta apelación a “sus propios principios” al contrario y de narices frente a la realidad de la que participan, dejaran ver que carecen de todos ellos, al menos en el contexto de la civilidad, la democracia, el bien común y nada qué decir del concejal “corredor” y dejo claro que no me refiero a sus “traiciones” a su “empresa electoral” sino a la propiciada a la dignidad institucional democrática, al mandato ciudadano de administrar bien la ciudad, que por las toneladas de información que circulan en los medios y en las redes no lo está siendo bajo la batuta del alcalde Quintero.
 
Hemos tenido desde hace años una preocupación y la resumimos en esta pregunta: ¿qué le pasaría al patrimonio de EPM si “TIGO” [Une-Millicom] no puede crecer, ni hacerse sostenible?
 
¿Cuál es el fondo de “elegir” contralores [municipales y departamentales] bajo el pleonasmo de procesos “meritocráticos cuestionados”? ¿Olvidan Medellín y Antioquia las azarosas gestiones de estos órganos de control en los últimos años? 
 
Y que La Bolsa se mueva en estos escenarios no es coincidencia, ni es “fallo del mercado que el mercado mismo deba corregir”; además de la cacería accionaria [OPA] formulada por los Gilinsky por Nutresa [GEA] y con sobreprecio por acción, la oferta se ha sentido por su mayor peso político dadas las “buenas relaciones” y amistad de los ofertantes con Petro y de este con el alcalde de Medellín que no puede ocultar su tirria por el GEA.
 
La OPA de los Gilinsky más tiene de la “fraternidad” a que hemos aludido.
 
La “Teoría de la hijoputez” consideramos que satisface plenamente los requerimientos argumentativos para decir: sí a la revocatoria del alcalde de Medellín, a madurar en cultura política, a no elegir desde el “tamal en el estómago”.
 
Somos animales humanos; “una babosa no tiene cerebro pero sobrevive por cuanto es capaz de interpretar la realidad”, ergo, el reto de Medellín y de Colombia es…


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A 36 años…sigue la pira ardiendo. Columna del Abogado Nelson Hurtado Obando. Twitter @abogadohurtado

11/7/2021

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A 36 años…sigue la pira ardiendo

Por: Abogado Nelson Hurtado Obando
Twitter @abogadohurtado

“Que resolvamos firmemente que estos muertos
​no dieron su vida en vano”.

Lincoln
Después del suceso del 6 de noviembre de 1985 Colombia mantuvo la esperanza que aquello no volvería a pasar.
 
Por acto legislativo 01 de 1986 [enero 9] se reforma la constitución para dar paso a la elección popular de alcaldes. El 13 de marzo de 1988 se realiza la primera elección popular de alcaldes que toman posesión de sus cargos el 1° de junio del mismo año.
 
Quizás no nos quedaba más esperanza que la expresada por Abraham Lincoln después de la guerra civil en EE. UU., como designio de la nación: “Que esta nación, Dios mediante, tendrá un nuevo nacimiento de libertad. Y que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, no desaparecerá de la faz de la Tierra”.
 
En Colombia se expandió como verdolaga en playa la “emocionalidad” de la descentralización confundida con la simple desconcentración de funciones entre niveles y con pomposos ribetes de “autonomía local” como si a la paz, al progreso humano de las comunidades municipales bastará pasar el “cordón umbilical del alcalde” del “enchufe del gobernador” al “enchufe de la elección popular” para que la creatura naciera sana, robusta y sin “mancha de pecado original”; fue el ilusorio advenimiento del  “…gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”.
 
En nuestra “inocencia tropical” la esperanza también se puso en la Constitución de 1991 en la nueva concepción del Estado y su rediseño y con la consagración de los derechos fundamentales, las garantías a las libertades civiles y políticas y como si su origen real hubiese sido “la séptima papeleta” promovida por un grupo de estudiantes que contaron con la “buena suerte” del beneplácito en decreto presidencial.
 
36 años después de la pira que consumió los cuerpos y las almas de la más preclara conciencia jurídica de Colombia y de muchas otras personas en el diabólico incendio del Palacio de Justicia por virtud de la criminal alianza entre criminales comunes perversos y perversos criminales “políticos”, esa misma pira continúa y continuará estratégicamente ardiendo por cuenta de unos, de otros y de todos.
 
Es irresistible en el espacio público o en una reunión hallarse “coincidencialmente” frente a otra persona que lleve puesto un vestido o una camisa igual al que llevamos puesto. Selectivos “consumidores de respuestas”.
 
Nos molestan las “tallas” de los disímiles vestidos de “mi verdad” y de “tu verdad” ignorando llevar puestos vestidos que sin ser de nuestra elección lucimos como vestidos de “talla verdad única” de quienes anónimos como anónimos nos miran. “Consumidores de respuestas homogeneizados” sin importar que estemos ardiendo todos en la misma pira.
 
Combustibles y comburentes y atizadores de todo fuego.
 
36 años después la pira sigue ardiendo; el vestido “talla verdad única” nos incomoda <<por ancho, por estrecho, por sus pliegues y sus alforjas, por los “idos de sus costuras”, por los modistos…>> porque en el mundo de lo “fashion” no está a tono con las “nuevas vanguardias y primeras líneas” expertas y especializadas.
 
No puede apuntarse el dedo índice hacia el sol para ocultarlo. Hemos tenido jueces corruptos, pero no todos; tenemos burócratas desempeñándose como jueces, pero no todos y así, aunque la pira siga ardiendo no podemos seguirla usando como el “azador” de finca en fin de semana para servir exquisito “corte de juez” o “filete ruso”.
 
No estaba tan distante la distopía de la utopía; avanzan el soft power, el soft law; de la descentralización-desarrollismo se da el salto al estado de bienestar, al globalismo-progresismo y a su vestimenta “ancha y estrecha” pero a la moda de todas las incertidumbres.
 
No fue ninguna serendipia que J. Campás advirtiera la deriva de la sociedad humana hacia <<…”una cultura amnésica en la cual cualquier cosa está mezclada en un pantano supercontaminado de imágenes y sensaciones”, una cultura en la que la narración ha sido sustituida por el flujo, la conexión por la desconexión y la secuencia por la aleatoriedad”>> Una sociedad harta de software, de programas, de “programáticos y programadores, de divinidades y adivinadores”; una sociedad bajo la conducción de “políticos ahítos de todas las respuestas, pero vacíos de todas nuestras preguntas”
 
Se agrega a lo anterior <<la pérdida de vigencia de las palabras “en el intercambio acelerado”…>> como lo expresara M. Subirats.
 
Sucesos recientes a nivel nacional y más concretos en la ciudad de Medellín no dejan duda alguna de que la pira de hace 36 años sigue ardiendo, con combustibles “ecoconstitucionales, ecolegales, ecopresupuestales y ecocontractuales” y en manos de diversos atizadores, viejos y nuevos con el mismo discurso “recirculado” que no son opción frente a todos los subdiscursos que escinden la familia humana y a la que cada día y con más agresividad la “paraeconomía de la corrupción” desarraiga, desplaza y “moviliza socialmente” al círculo de la pobreza sin retorno, mientras el “noveno círculo” de esta “Divina comedia” carece de huéspedes. Una cosa es que Dante y Virgilio hayan escapado de nuevo hacia la luz y la libertad escalando las espaldas de Lucifer y otra cosa bien distinta es confiarnos a ser llevados en las espaldas de tantos Lucifer. Principio de precaución.
 
Animales humanos, sí, pero, sin humanidad, ni humanismo.
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