Por muy plausible e ideal que sea la democracia, es frágil y la civilización humana así la ha padecido y no obstante el devenir de la historia del hombre y de la sociedad humana dan testimonio que sus grandes logros han sido conquistas bajo su amparo.
Crisis democráticas se han padecido con inusitada frecuencia y severidad en Latinoamérica y paulatinamente se han restablecido a pesar de la intervención militar como en la transición chilena entre Allende-Pinochet-Aylwin.
Se ha dicho que Latinoamérica ha sido tierra fértil para los caudillismos y las dictaduras, sin que entre unos y otras se halle diferencia práctica en términos de libertad, democracia y progreso humano y con la clara materialidad de las dictaduras y más allá de ellas que no son solo de origen militar.
Parafraseando a Madame Roland que antes de perder su cabeza en la guillotina, en 1793 exclamó para el mundo y su posteridad: “¡Oh, Libertad!, ¡cuántos crímenes se cometen en tu nombre!” también hoy y con plena vigencia podríamos gritar: “¡Oh, democracia cuántos crímenes se cometen en tu nombre y contra tu nombre”!
Y entre el año 1793 y el actual 2022, no creo que exista registro ninguno que dé cuenta de que la humanidad o tan siquiera una nación o un pueblo se hayan alzado pidiendo la abolición de la libertad a pesar de tantos crímenes o de tantos actos de heroísmo y de humanidad que en nombre de ella se han cometido o se han celebrado y de la tanta gloria que muchos hombres le han dado.
Pero, como decía mi abuelo: “mijo, somos como los marranos, con la trompa entre la aguamasa y chillando”.
Por la libertad nos jugamos hasta la vida misma y en la trastienda y como truhanes nos las jugamos a los dados, “…marranos, con la trompa entre la aguamasa y chillando”.
Sin vida no hay libertad y sin libertad no hay democracia y sin democracia no hay vida, ni vida digna; habrá una existencia igualitaria a las demás especies animales no racionales ejerciendo funciones primarias, un ir y venir azaroso.
Y nos jugamos la vida por la libertad y esa misma vida y libertad nos la jugamos a perderlas y también en nombre de la vida y de la libertad y contra ellas ¡cuántos crímenes cometemos! Levedad y liviandad que arrasa toda grandeza humana.
Decía igual mi abuelo, que: “la mejor manera de aprender a distinguir el bien del mal y para toda la vida, era permitir la experiencia controlada que el niño metiera el dedo al enchufe eléctrico o a la llama de la vela” y reforzándola con el mandamiento de “mal que no quieras para ti, no lo quieras para nadie”. Algo debieron “aprender del abuelo”, [que fue el director de su propia escuela con catorce hijos a la espalda] la Montessori, Piaget, Freud.
Nos hallamos en Colombia centrados, pero desconcentrados en esta campaña electoral por la presidencia de la República; difusos, confusos, abatidos, avasallados, bombardeados por la liviandad de encuestadoras y medios que son como putas unidas por el mismo pecado del ¡todo por la paga!
Claro que el socialismo y el comunismo son grandes logros de la civilización humana, las naciones que en sus países los han abrazado han alcanzado la “igualdad real entre los hombres”, los ha hecho masa, instrumentos del Estado “igualados en la pobreza, el desempleo, la ignorancia, el subyugamiento, el hambre, la enfermedad, el desarraigo, la penalidad del pensamiento libre divergente del estatal, la “fila y ficho”, el muro, el paredón, la purga…”
Claro que el socialismo y el comunismo son grandes logros de la civilización humana y como el “enchufe eléctrico o la llama de la vela, al dedo del niño”, los pueblos donde fueron implantados dichos regímenes le han demostrado a toda la humanidad con sus caídas y “adaptaciones” [URSS, Alemania, China capitalista y hoy en crisis Corea del Norte] y la actual crisis de Chile, que son humanamente insoportables.
Atroz el señor Petro en su cierre de campaña en Medellín; puede ser que el presidente Duque no haya sido el más competente gobernante de un país “minado” en sus instituciones, pero, de eso a decir que ha instaurado en Colombia una dictadura solo comparable a la de Maduro, no puede tener sino una dañada intención, maléfica, cruel, despiadada y que solo busca la “narcotización” de las huestes que le aúpan, impedidas para contemplar lo que ocurre alrededor, de tal modo que no sienten el dolor de la pérdida de su libertad para discernir y privados de percibir el enorme tirano, de baja estatura corporal y moral, que ellos y contra ellos mismos y contra la humanidad, erigen.
Sin vida no hay libertad y sin libertad no hay democracia y sin democracia no hay vida, ni vida digna y la oferta de futuro del señor Petro a los colombianos no es que no sea siquiera comparable con las de otros países vecinos, sino que no tiene con ellas ninguna diferencia y para no ser repetitivo basta echar la mirada por Chile a escasos tres (3) meses de la elección de Boric entrañable camarada de Petro.
Parece insignificante lo que ocurre en Chile y no vamos a referir a expropiación, pensiones y solo situémonos en algo que cualquier mortal diría que es un simple giro, un simple modismo idiomático, pero, que hoy no lo es y que es apenas como el portal de entrada a un “agujero negro” y nos referimos al nuevo “ente” lejano y ajeno a la juridicidad chilena, la “Persona menstruante”, que en todo caso ya no será la MUJER, así, MAYÚSCULA. ¿Qué serán, entonces, esas “cosas” que son absolutamente amenorréicas? ¿Constará esta circunstancia en la cédula de ciudadanía como el tipo sanguíneo? ¿Si pretendemos “enamorar” a una “persona menstruante” debemos pedirle la cédula para según conveniencia saber si es menstruante o amenorréica? Estos son partes de los cambios que ofrecen y ejecutan los agentes del “pacto global izquierdoso”: degradación del lenguaje-ser humano-dignidad humana como antesala a la posterior subyugación y represión sin que para ello y en esos casos: Cuba, Nicaragua, Venezuela y ahora Chile, se haga expresa y eficaz la “jurisprudencia de la justicia supranacional”.
La coyuntura electoral colombiana, lo hemos dicho y no de ahora, es compleja y con algo de suspicacia, en el “espetro” político hemos olfateado en su aparente “amplio y democrático mercado electoral” un “solo espetro” y tal como se sabe por las redes, el señor Petro no cursó invitación a dos (2) candidatos a reunirse con él, el lunes próximo, sino que envió una “moción de orden” en el “espetro de su operación avispa”.
Nos rompieron como familia humana, como personas humanas, como ciudadanos y a ello solo les bastó desapropiarnos del lenguaje y del amor.
En el “espetro” solo rueda un discurso de odio, violento, arcaico, eufemístico y estratégico y útil a alimentar a la masa predispuesta a que con tal de lograr el “triunfo electoral”, no importa que consista en perder la vida en libertad y democracia.
Desde la cima de mi parábola vital y como muchos, excluidos y por esta misma razón de los discursos del “espetro” que rueda desde Medellín y por toda Colombia, desde mi “alma sangrante” empiezo por reconstruirme desde “el lenguaje y el amor” y la bondad y la esperanza y la cooperación y la solidaridad y me sumo a los tejedores y reconstructores de humanidad-humanismo contra la tiranía de lo útil que justifica todo odio, rencor y violencia y legitima la conversión del ser humano en medio o instrumento de su propia autodestrucción de su dignidad humana, de su vida y de su libertad en democracia.
Repetimos que en Colombia “está en peligro la democracia” y esto no va más allá de ser “un lugar común”,como estuvieron en peligro antes de perderlas y quizás para siempre, las democracias de Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Perú y ahora Chile.
En Colombia más allá de estar en peligro la democracia, están en peligro la vida, la dignidad humana, la libertad y la democracia, ya amenazadas y puestas en peligro inminente por el discurso del “espetro” y que bien saben los prójimos y conciudadanos, en especial los más pobres, que de ese “nuevo paraíso” que prometen los nuevos “Adán y Eva” ni siquiera tendrán las llaves, porque tan pronto mordisqueen el “fruto prohibido”, maligno, maléfico, quedan expulsados del “pacto histórico”; al paraíso, al edén prometido, jamás entrarán; los nuevos “Adán y Eva” cerrarán todos los caminos con avisos similares a: “propiedad privada, no pase sin autorización; perros bravos; púas electrizadas; guardas colectivos armados…no hay fichos para mercado, no hay fichos para salud…” y el oro de la patria muy probablemente volará directo de “la Mina” a “cajillas de seguridad” en Cuba, Rusia…
No hemos comprendido que: “siendo la democracia el menos malo de todos los sistemas de gobierno”, la misión de cada ciudadano no consiste en defenderla por defenderla, sino en cada día construirla, forjarla, mejorarla, hacerla perfectible, universalizar sus logros y beneficios, lo que no puede lograrse jamás desde un discurso que nos desapropia del lenguaje y el amor, para “poder hablarnos, entendernos y unirnos” y menos desde un discurso en el que la democracia misma [siendo tan mala] le abre espacio de expresión a la perversidad del ser humano, a su egoísmo, a su codicia y avaricia, a su perfidia, a su ánimo de lucro, a su “quite que ahí voy yo”, como se contrasta y verifica en el actual “espetro” en Colombia.
No se defienden la vida, la libertad y la democracia con el llamado “voto útil”.
Y no puede hacerse porque no pueden existir “ciudadanos útiles”, [excepto idiotas útiles], porque jamás podrán existir “hombres, seres humanos útiles”.
Si de hablar con verdad cercana a la verdad-real por subjetiva, incierta e inasible que sea y reconociendo la evolución enriquecedora de Federico Gutiérrez en su lenguaje-discurso desde el momento en que al lado de Eugenio Prieto nos sumamos a su campaña por la alcaldía [y así lo escribimos en su oportunidad] y sin dejar de señalarle algunas impropiedades en materia jurídico-legal, me hallo hoy ante un Federico Gutiérrez labrado, de fina textura y contextura, con un verbo limpio, directo y cercano y con un lenguaje ajeno y distante de impostura [saturación del doctor Uribe], con una prospectiva programática diferente en tanto vida, libertad, justicia y seguridad alcanzan dimensiones de valor y no de meras variables de consideración económica o democrática. Sabido es que en Colombia, la economía siempre ha ido bien aunque el país haya ido mal, verdad inocultable como colombiano y demócrata.
No es tarea fácil defender la vida en libertad y en democracia, cuando sobre Colombia y lo reiteramos, se cierne el flujo de dinero internacional de la izquierdocidad global, la cual no opera bajo el “proletarios de todo el mundo, uníos”, sino bajo la nueva divisa de “saqueadores de los países unidos”, trampa que cuenta con no poca infiltración en la institucionalidad democrática nacional, sino además con algunos nichos de derecho internacional ejerciendo burdo poder político supranacional por encima y en contra de las identidades culturales, raciales, históricas, sociológicas, jurídicas y legales, poder que debe ser replanteado.
No es concebible desde la dignidad humana de cada connacional que “al elegido por voto popular” se le extienda “patente de corso” para la tropelía, la insidia, la camorra, el atropello, la dilapidación del erario, la lapidación mediática de los ciudadanos contradictores y la imposición contra todo orden jurídico nacional de prácticas lesivas de derechos fundamentales discriminatorias, segregadoras, excluyentes y estigmatizantes y sin juicio con la complacencia y amparo supranacional aún ante las ostensibles violaciones de insoslayables deberes funcionales.
La Constitución colombiana en su preámbulo y en los artículos 3°, 40° numerales 3° y 6° [acción pública disciplinaria], son un “perfume derramado sobre un bollo” y preguntamos: ¿ha celebrado Colombia Tratados Internacionales o ha constituido sobre la soberanía, el control político ciudadano y la acción disciplinaria nacional “prendas con tenencia” a favor de organismos supranacionales?
En el apretujado contexto, el requerimiento máximo que hace Colombia a su “país político y a su país nacional” es concurrir a las urnas el 29 de marzo y sufragar con discernimiento, con entereza, con valor, con sentido de pertenencia y con la plena conciencia que países de nuestra Latinoamérica también bajo la promesa de “votar por el cambio” ya hace más de dos décadas los más recientes fueron convertidos en verdaderos “agujeros negros”, de los cuales, increíblemente, es remota su salida, cuando para ello ni siquiera cuentan con instancias de burdo poder político supranacional.
Es hora de empezar a romper el mito de la “intelectualidad izquierdosa” siempre avalando la subyugación del hombre y de los pueblos, con aires, además, de superioridad moral como se verifica en los pueblos y naciones que padecen los regímenes izquierdocistas, “adanistas, mesiánicos, redentoristas”.
Es muy difícil creer en la honradez y en la rectitud de los servidores públicos de la organización electoral colombiana, el menos en sus cúpulas y por el acumulado de irregularidades [no solo errores] recientes y porque Tibisay Lucena, no es "déjà vu" y porque el software como tal se puede poner a servir pa´lo uno o pa´lo otro. Ojalá tengan un momento de reflexión, no es obedecer al mandamiento de Stalin: “Los que sufragan no deciden nada, los que cuentan los votos lo deciden todo”.
“El sufragio, el voto, es un puñal de papel” y qué bien lo saben en el “espetro” y qué infames esperando que el ciudadano colombiano se “autoapuñalen”.
¡Que viva el miedo, porque el miedo le ha sido dado naturalmente a la especie para que pueda vivir y sobrevivir!
Hay futuro y con “reservas de vigencias futuras” muy apreciado doctor Enrique Gómez Martínez.
Colombia, ni la autoridad electoral nos conducirán a la “MALEFICRACIA”, no al voto útil, no al voto maléfico y todos los ciudadanos demócratas depositemos nuestro VOTO benéFICO.