Stendhal, si mi memoria no falla, en su obra cumbre “Rojo y Negro” nos relata un asunto de infidelidad, deslealtad y cinismo en estrecho vínculo del poder y el amor, que cae como anillo al dedo para el contexto que viven Medellín y Colombia.
Protagonistas son: la cónyuge del alcalde de Verrières y el joven Julián Sorel y el pobre señor alcalde Renal, que apenas si fue testigo de “reparto”.
Narra Stendhal, que regresado intempestivamente a casa el alcalde Renal, encuentra a su cónyuge en la cama matrimonial en plenas faenas amatorias con el joven Sorel.
El alcalde Renal, ante lo que vieron y miraron sus ojos, no dijo nada distinto a que se marchaba para siempre y disponiéndose a abandonar el que fue su hogar común, abre la puerta y en ese momento su cónyuge le pregunta:
“Renal, ¿me vas a abandonar? ¡Yo te amo con toda mi alma! y ¿me vas a abandonar, Renal? Renal, amor mío, ¿vas a darle más sentido y valor a lo que ven tus ojos, que a la sinceridad de mis palabras?”
Cambio es una palabra, que como la palabra amor y hasta el amor mismo como actos humanos, tienen y bastante de “Caja de Pandora” que recoge y guarda todos los males, pasados, presentes y futuros. Del mismo modo, las palabras cambio y amor y hasta el amor mismo, tienen el poder del “encantamiento”, son, -diría- como un enorme y poderoso imán que todo lo atrae y lo atrapa y no lo suelta, que es como la magia que hay en no pocas bellas damas; así, el cambio y el amor como palabras y hasta el amor mismo nos asombran y llenan, incluso antes de que ocurran con su “poder de encantamiento” todos los vacíos del camino hacia el destino final y los reconocemos plausibles, nobles e ideales como si se tratara del sellamiento final y eterno de la maléfica cajita. Dicen los que saben de cambio y amor que “ensimisman”.
Diría que la palabra cambio, como la palabra amor y hasta el amor mismo, como actos humanos, cosquillean en el alma y exacerban emociones, pasiones y sentimientos tendentes y cercanos a la bondad, a la solidaridad, a la belleza, a la verdad, a la justicia, a la compasión y hasta a la misericordia como conciencia de autodirigirnos por fines plausibles, nobles, al encuentro del gozo, de la dicha, de la felicidad, de la gratificación de la prosperidad espiritual y material, del autodirigirnos con toda fuerza y decisión libre al propio autorreconocimiento y al reconocimiento de los demás y en los demás, que hoy, los más livianos proclaman como “éxito y mérito del iluso yo solito” y que los que conservamos poco o mucho de humanidad sentimos y vivimos como el diario milagro de ser vida, biológica y vida biográfica, de ser, seres con sentido y valor en sí y capaces de dar sentido y valor a los semejantes y a todo lo existente no solo en el universo material, sino en los mundos de la cultura y la civilización.
Diría también, que, la palabra cambio, como la palabra amor y hasta el amor mismo, como actos humanos, en tanto sellamiento o envoltura de la “Caja de Pandora”, de igual modo como “actos en potencia” tienen su lado oscuro, su válvula de escape, la semilla o potencia de su propia y misma maldad y muchas veces conocibles y reconocibles, aun, como acto heroico o como acto de mal, como si la tendencia al bien o al amor no estuviera exenta de hacer el mal o por egoísmo, odio, rencor, venganza o ruindad o por sacrificio pro libertad plausible no fuesen a veces injustos pero discutibles en aras de su post justificación.
En la palabra amor y en el amor mismo, es imposible no reconocer la tendencia primigenia al cambio-bondaden la acción, moral y ética desde lo cual es posible predicar que el cambio no solo tiene justificación moral y ética y que tratándose de la vida humana en sociedad y desde antes de ser normado moral o jurídicamente como externalidad debe ser moral y ético pues de lo contrario carecería de todo sentido y valor en sí y negando sentido y valor a la dualidad vida biológica-vida biográfica y confinándola a un ámbito de no-libertad.
Sin embargo, en un ámbito de libertad, de una existencia en condiciones de no-necesidad y de no-temor, el cambio, como el amor, como palabras y como actos humanos, tienen la potencia suficiente para en su nombre y de manera subliminal fundar cuarteles de no-libertad con sus vigías: necesidad-temor instalados y ejerciendo sus funciones en un nivel de subconciencia como imperceptibles estímulos a la emocionalidad. No son pocos los amores que como el cambio, dominan, subyugan, someten, instrumentalizan al ser humano y destruyen en su vida el sentido y el valor en los altares de la vanidad, la apariencia, la lisonja, la soberbia, el interés, el lucro, la utilidad, que en los tiempos tormentosos que corren se denotan como plausibles, nobles y justificados desde el patrón de considerar que “todo es medible” cuantitativamente y con no poco desprecio por lo cualitativo.
La palabra cambio, como la palabra amor y hasta el amor mismo no solo exigen altos componentes de fidelidad y lealtad [que no son tan sinónimos como se supone], sino también de coherencia como madre de la honradez frente a sí y con mayor exigencia frente a los demás. No obstante, el cambio, el amor y el amor mismo no escapan de ser prisioneros de la estulticia normalizada del necio que “confunde valor con precio” o de “el fin justifica los medios” o la de “los medios justifican los fines” y o el irresoluble criterio de “si es preferible que mueran miles para salvar uno o de si es preferible que muera uno para salvar miles” o el de “lo que en política no sea posible es un error” o el de lo “políticamente correcto” como respuesta o satisfacción concreta a las demandas contradictorias de los ciudadanos-administrados o de la sociedad en general o del amor en el matrimonio en cuyo haber patrimonial no se contabilizan hijos, para mantenerlo sano de “pasivos onerosos”.
Del cambio muy pocas veces predicamos ¡qué miedo!, como sí lo predicamos en la “nueva normalidad”, del amor, expresa o tácitamente, como si lo plausible fuera pedir: del amor, líbranos Señor.
¡Qué miedo del cambio y del amor! Y por eso: ¡Que viva el miedo, si el miedo nos hace vivir! [LEER AQUÍ : https://bit.ly/3vTchfH
Podemos caer en las trampas del amor y rompernos, perdernos, perecer, algunos pocos, muchos, pero jamás todos. El amor también tiene sus vacíos, sus abismos.
¡Que miedo del cambio y del amor como palabrejas y del amor mismo!
En el cambio y en el amor, en lo plausible, reconocemos la esencia del poder-fuerza de la bondad en la dirección de abandonarnos como “tú y yo” y liberados forjar el “nosotros libre”.
Pero, el cambio como el amor, también pueden ser como en Stendhal y repetir “¡Yo te amo con toda mi alma!” desde el amor mismo y en el instante mismo infiel, desleal y cínico.
Con Stendhal, diría que, Medellín y Colombia viven en este instante crucial la infidelidad, la deslealtad y el cinismo del “cambio y el amor” que gritan: “¡Yo te amo con toda mi alma!”.
“¡Yo te amo con toda mi alma!”, es el discurso de Petro en la boca de Daniel Quintero Calle, para Medellín y para Colombia; “¡Yo te amo con toda mi alma!”, “gente pobre y humilde” y por cuenta de Diana Osorio, de Amaury Chamorro, de Alex Flórez, de Esteban Restrepo, de Juan Pablo Ramírez, de la Villamizar y de la “alias” o Arias, de Albert Corredor, de Gustavo Bolívar y de Gustavo Petro y otros. Cambio y amor que solo han producido miedo desde y para Medellín, Antioquia y para toda Colombia.
Son las palabrejas de los empresarios de la ruin politiquería que carcome y amenaza la poca humanidad y el poco humanismo que nos queda, que amenaza la patria, la libertad, la dignidad, la democracia, la justicia y la administración de justicia y toda la institucionalidad, la convivencia, la fraternidad, la cooperación y que ha “desaparecido” el sentido y el valor de la común unión, del bien común, del “sentido de pertenencia” y donde es claro que han forjado un nuevo “apartheid”, zonas de exclusión para los “ciudadanos viejos” pues en el discurso y en la praxis “petro-sexagenaria y quintero-cuarentona y cuaternaria” la materia prima es la “eterna juventud” en “primera línea y triple AAA”.
“¡Yo te amo con toda mi alma!”, es el mismo grito infiel, desleal y cínico que escuchó el alcalde Renaldesde la boca de su cónyuge y desde la misma relación amor-poder político con el joven Sorel, lo que no es nada nuevo para la humanidad que siempre ha sabido que: “Todo poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”, como también sabemos que el corrupto si ejerce poder, lo ejerce para legitimar la corrupción invocando hasta a la autoridad legítima.
“¡Yo te amo con toda mi alma!”, desde Petro-Quintero nos ha sido permitido conocer, saber y adquirir desde sus discursos, conciencia anticipada de que no son ese “cambio y ese amor” que como actos humanos predican por cuanto ese repetido “¡Yo te amo con toda mi alma!” es contra el sentido y el valor de la vida y de la existencia misma, a las que no solo amenazan, sino a las que ponen en permanente e inminente peligro.
“¡Yo te amo con toda mi alma!” en la cadena Calle – Petro: es amenaza, exclusión, discriminación, hostigamiento, derroche de riqueza social, fanfarronería, resentimiento, sectarismo, odio, venganza, miedo, temor, terror, lo que resumimos en las primeras escaramuzas quinterianas en una columna que en pleonasmo titulamos: alcalde troglodita cruel.
Sonora y sororal sí es la palabreja cambio, palabreja que en boca de toda la cadena Quintero- Petro adquiere identidad material como el cambio mismo, vacío de valor y de sentido que abre la “Caja de Pandora” para diseminar todos los males contra el hombre, la humanidad, sus prójimos y sus conciudadanos desde su trono como príncipe usurpador de la integralidad de la RES PUBLICA ET SACRA.
¡Así es, aquí y ahora el cambio y el amor que prometió y prometen Quintero y Petro a Medellín y a Colombia!
Un cambio y un amor, infiel, desleal y cínico con la Constitución y las leyes, como primer acto de infidelidad, deslealtad y cinismo contra el hombre, la humanidad y el humanismo, contra sus conciudadanos, contra la sociedad, contra la democracia, contra la justicia, contra la administración de justicia, contra la RES PUBLICA ET SACRA, contra los prójimos y conciudadanos que ejerciendo el derecho fundamental a elegir, no sufragamos por él, contra los ciudadanos y empresarios que crean empresa y puestos de trabajo, contra los conciudadanos que pagan impuestos, contra los prójimos y conciudadanos pobres, no pudiendo ocultar su infidelidad, deslealtad y cinismo perversos de sus actos cuyo objetivo es subyugarlos como “su capital político electorero” con el eterno “discurso de la pobreza” y llevarlos alrededor de sus “mesas de ricos Epulones” a recoger las migajas del erario de Medellín y de Colombia, por siempre porque “cuatro años es muy poquito”en un Medellín y una Colombia que “ya no les pertenece”.
“Discurso de la pobreza” que, en épocas pretéritas, no redimió a los pobres de la URSS antes personas y ciudadanos de: Rusia, Bielorrusia, Armenia, Kazajistán, Kirguistán, Estonia, Georgia, Letonia y Ucrania hoy nuevamente aterrorizada por el espectro reencarnado, macabro y siniestro de J. de Stalin en el cuerpo y alma de Putin. 70 años de la URSS en los que los pobres no desaparecieron de su suelo, los mismos que debieron obtener sus alimentos, medicinas y vestidos con “fila y ficho” hasta que la URSS cayó disuelta y se cayó el Muro de Berlín y la Alemania comunista se reunificó con su propia Alemania democrática alcanzando en la actualidad el más notable desarrollo humano y económico debiendo exaltarse las dotes de una mujer mayúscula Angela Merkel.
“Discurso de la pobreza”, que se mantiene en Cuba desde hace 70 años gracias a la dictadura Castrista ofrendado hombres, niños, mujeres y ancianos a las fieras del mar, a las balas del régimen y a las cárceles de donde quien llega casi nunca sale vivo, de cubanos en el exilio y deportistas, médicos y artistas que huyen o se asilan en los países a donde se les envía en “misión oficial” obligados a hacer remesa de los salarios que obtienen en el exterior a la “caja menor del régimen”.
“Discurso de la pobreza”, que acabó con la industria del petróleo que hizo en otra época de Venezuela el país más rico de Latinoamérica donde no pocos colombianos llegaron a hacer empresa y fueron prósperos; que acabó con la industria automotríz, de cerveza, lácteos y que acabó con la prensa escrita, la radio y la Tv privada y que controla y limita hoy el internet y las redes sociales, mientras cerca de 6 millones de venezolanos van de ”turismo por Latinoamérica”, “gratis y con viáticos oficiales” que en nombre del “Discurso de la pobreza” les ha asignado el régimen de Maduro, para que sus mujeres, muchas profesionales: médicas, abogadas, contadoras, ingenieras deban emplearse en cualquier ciudad de todos los países de Latinoamérica en restaurantes, lavaderos de carros y en la industria de la prostitución, lejanas y alejadas de su patria y separadas de sus familias.
O un Nicaragüa, un Bolivia, un Ecuador, un Brasil, una Argentina y ahora un Chile, donde el recién electo presidente izquierdocista Boric, íntimo de Petro, es a escasos dos meses de su posesión abucheado y malquerido por los mismos chilenos que lo eligieron porque les resultó un auténtico “paquete chileno”.
La línea Daniel Quintero Alcalde de Medellín – Petro candidato presidencial, son la mujer infiel, desleal y cínica de Stendhal. Nada más comparemos lo que han dicho -palabrejas del cambio- y lo que han hecho –como cambio mismo- en estos dos últimos días: desde sus megalomanías y sus condiciones de mentirosos compulsivos siguen apelando a “la gente y a los humildes” que lo eligieron y que creen que los elegirán sucesivamente en 2022 y en 2026 presidentes de Colombia [Discurso de la pobreza] y como el alcalde Renal podemos ver y mirar, que desde las palabrejas cambio-amor, hay cambio por amor al odio, al rencor, a la venganza, a la dominación, a avasallar y sojuzgar y someter a “sus propias leyes” a quienes como conciudadanos no somos sus “de-votos” y también a sus propios “devotos de-votos”, desconociendo y rebelándose contra las propias leyes de la República de Colombia, de la democracia y sus instituciones en un juego de doble peligrosidad pues a las leyes que desconocen y subvierten son las mismas leyes a las que apelan cuando sus perfidias quedan al mirar escrutador de la ciudadanía.
El discurso que han usado está lleno de epítetos de odio, de grosería y vulgaridad contra todas las autoridades públicas, contra todas las instituciones, contra todos los que a punta de tesón y resistencia han forjado empresa y fortuna, dividiendo al pueblo, a la ciudadanía, en la hábil estrategia de “divide y serás rey”, entre buenos y malos, ricos y pobres y sin cubierta alguna difundiendo odio y resentimiento, burla, mentira y engaño dotaciones morales y éticas muy personales de Quintero Calle desde chiquito como él mismo lo dio a conocer en un video y que como los males de la “Caja de Pandora” se le salieron con su elección como alcalde de Medellín y que se han alebrestado en estos dos últimos días por razón de haberlo puesto la República, en la “suspensión del agua bendita de la civilidad”: el derecho, la Constitución y la ley, que osadamente pretende desconocer no desde la armonización que debe existir desde la relación: Constitución-Tratados Internacionales, sino desde la perversa SUPRANACIONALIDAD espuria en que actúan sus pares en algunos organismos internacionales refractarios a las exigencias ciudadanas nacionales que demandan de las autoridades de cada país, elegidas o no, las plenas garantías de seguridad jurídica y política desde el cumplimiento de sus deberes humanos, cívicos y funcionales en todo conforme a la Constitución y a la ley nacionales.
Lo mismo que dijo Petro a sus ciudadanos de Bogotá, es lo que Quintero Calle dice ahora a sus ciudadanos de Medellín y juntos a los conciudadanos de Colombia: “¡Yo te amo con toda mi alma!”.
Y como la mujer del Alcalde Renal en Stendhal y desde el “cambio y el amor, infieles, desleales y cínicos” Petro y Quintero pillados en “Bogotá y Medellín” por sus conciudadanos, como reales infieles, desleales y cínicos ahora apelan en medio de sus faenas amatorias infieles, desleales y cínicas con la “izquierdocidad” Latinoamericana-Europea a preguntar a los conciudadanos de Medellín y de Bogotá y Colombia:
<<¿No vais a votar por mí gente pobre y humilde? ¡Vosotros sabéis que os adoramos, son vuestra hambre, vuestra ignorancia, vuestro odio, vuestro resentimiento las razones que forman nuestro preciado tesoro, sois el oro en polvo de nuestro “capital político electoral”>>! “Que cuatro (4) años no son nada…”
<<¿Cómo no vais a votar por mí, nos vais a abandonar “gente pobre y humilde”>>? <<¿Cómo es que vosotros “gente pobre y humilde” vais a dar más crédito a lo que ven vuestros ojos, que a la sinceridad de nuestras palabras”.
“Gente pobre y humilde” de Medellín, Bogotá y Colombia, les “¡Amamos con toda el alma creed en la sinceridad de nuestras palabras, no deis crédito a lo que han mirado vuestros ojos”, porque vuestros ojos, nunca, han podido haber mirado: a nuestras familias y parentelas bien empleadas y prosperando, con valiosas propiedades; a la contratación de Bogotá y Medellín directa, a dedo, sobremedida y con los amigos o “donantes de nuestras campañas”; a la importación de chatarra de carros de basura pa´echar a la basura; a la EMPESA de SEGURIDAD URBANA en poder de un Venezolano; al Jardín Botánico sin recursos económicos y en manos de un contratista aliado y prosperando; a Buen Comienzo casi en su mal final; ni han mirado a nuestro benefactor Gillinsky-Banco Sudameris” en acciones que no sean nobles como derrotar a los ladrones del GEA…”
¿Vais a dar más crédito a lo que ven vuestros ojos, que a la sinceridad de nuestras palabras”? Os hemos hablado del paraíso: del “valle del soguar”, no más exploración ni extracción de petróleo, cierre de Ecopetrol; de “ expropiación democrática” de edificios para vivienda compartida e inquilinatos y de tierra rural para siembra extensiva de “aguacate Hass” para el sancocho de cuadra dominguero mientras “el picaito” porque respetamos vuestras costumbres.
“No deis crédito a lo que han mirado vuestros ojos”, porque vuestros ojos, nunca, han podido haber mirado: el “turismo a pata por Latinoamérica” y sin alpargatas: ni el “ficho y fila” para medio pollo como ración pa´ quince días; ni escasez de medicamentos; ni mirarán el cierre de El Colombiano, ni su entrega a Quintero como indemnización; ni mirarán la ocupación de la lechería de Genaro (q.e.p.d) como en Chile; ni mirarán la desaparición de las Fuerzas Armadas de la República, a lo sumo mirarán vuestros ojos a “nuestra juventud de la primera línea”, como las nuevas “fuerzas armadas colectivas populares”; porque vuestros ojos nunca ha podido mirar a ninguno de nuestra juventud en primera línea, parando una ambulancia y que en ella muera el paciente, ni quemando los alimentos y los tractocamiones que los transportan, ni torturando, secuestrando y matando soldados y policías, ni han mirado a nuestros altos comandantes reclutando menores para la guerra, ni han mirado vuestros ojos, en pira arder, vetustos magistrados>>
Nuestra palabra cambio-amor es de: cambio- amor por la venganza, cambio- amor por el odio, cambio-amor por el rencor, cambio-amor por el “ficho y fila”, cambo-amor por la escasez, cambio-amor por la pobreza, cambio-amor por todas las delincuencias incluidas las internacionales para todas las que proponemos “perdón social” a través de “nuestros jueces en el exterior” guiadas por el apóstol español “Santiago”, cambio-amor por el resentimiento necesarios para asegurar nuestro “capital político electoral” y el tiempo, [que no sabemos cuánto ha de ser] para poder hacer el paraíso que os prometemos desde la sinceridad de nuestras palabras…y que pasados unos meses, ahí sí podréis mirar con vuestros ojos.
DECLARAOS: Daniel Quintero y Gustavo Petro que:
“Os amamos con toda el alma” (Vendidas al diablo) y
Os PREGUNTAMOS:
¿Vais Medellín y Colombia a dar más crédito a lo que ven vuestros ojos, alrededor: en Cuba, Nicaragua, Venezuela, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile…que a la sinceridad de nuestras palabras?
El 29 de mayo nos vemos con Fico presidente.
Protagonistas son: la cónyuge del alcalde de Verrières y el joven Julián Sorel y el pobre señor alcalde Renal, que apenas si fue testigo de “reparto”.
Narra Stendhal, que regresado intempestivamente a casa el alcalde Renal, encuentra a su cónyuge en la cama matrimonial en plenas faenas amatorias con el joven Sorel.
El alcalde Renal, ante lo que vieron y miraron sus ojos, no dijo nada distinto a que se marchaba para siempre y disponiéndose a abandonar el que fue su hogar común, abre la puerta y en ese momento su cónyuge le pregunta:
“Renal, ¿me vas a abandonar? ¡Yo te amo con toda mi alma! y ¿me vas a abandonar, Renal? Renal, amor mío, ¿vas a darle más sentido y valor a lo que ven tus ojos, que a la sinceridad de mis palabras?”
Cambio es una palabra, que como la palabra amor y hasta el amor mismo como actos humanos, tienen y bastante de “Caja de Pandora” que recoge y guarda todos los males, pasados, presentes y futuros. Del mismo modo, las palabras cambio y amor y hasta el amor mismo, tienen el poder del “encantamiento”, son, -diría- como un enorme y poderoso imán que todo lo atrae y lo atrapa y no lo suelta, que es como la magia que hay en no pocas bellas damas; así, el cambio y el amor como palabras y hasta el amor mismo nos asombran y llenan, incluso antes de que ocurran con su “poder de encantamiento” todos los vacíos del camino hacia el destino final y los reconocemos plausibles, nobles e ideales como si se tratara del sellamiento final y eterno de la maléfica cajita. Dicen los que saben de cambio y amor que “ensimisman”.
Diría que la palabra cambio, como la palabra amor y hasta el amor mismo, como actos humanos, cosquillean en el alma y exacerban emociones, pasiones y sentimientos tendentes y cercanos a la bondad, a la solidaridad, a la belleza, a la verdad, a la justicia, a la compasión y hasta a la misericordia como conciencia de autodirigirnos por fines plausibles, nobles, al encuentro del gozo, de la dicha, de la felicidad, de la gratificación de la prosperidad espiritual y material, del autodirigirnos con toda fuerza y decisión libre al propio autorreconocimiento y al reconocimiento de los demás y en los demás, que hoy, los más livianos proclaman como “éxito y mérito del iluso yo solito” y que los que conservamos poco o mucho de humanidad sentimos y vivimos como el diario milagro de ser vida, biológica y vida biográfica, de ser, seres con sentido y valor en sí y capaces de dar sentido y valor a los semejantes y a todo lo existente no solo en el universo material, sino en los mundos de la cultura y la civilización.
Diría también, que, la palabra cambio, como la palabra amor y hasta el amor mismo, como actos humanos, en tanto sellamiento o envoltura de la “Caja de Pandora”, de igual modo como “actos en potencia” tienen su lado oscuro, su válvula de escape, la semilla o potencia de su propia y misma maldad y muchas veces conocibles y reconocibles, aun, como acto heroico o como acto de mal, como si la tendencia al bien o al amor no estuviera exenta de hacer el mal o por egoísmo, odio, rencor, venganza o ruindad o por sacrificio pro libertad plausible no fuesen a veces injustos pero discutibles en aras de su post justificación.
En la palabra amor y en el amor mismo, es imposible no reconocer la tendencia primigenia al cambio-bondaden la acción, moral y ética desde lo cual es posible predicar que el cambio no solo tiene justificación moral y ética y que tratándose de la vida humana en sociedad y desde antes de ser normado moral o jurídicamente como externalidad debe ser moral y ético pues de lo contrario carecería de todo sentido y valor en sí y negando sentido y valor a la dualidad vida biológica-vida biográfica y confinándola a un ámbito de no-libertad.
Sin embargo, en un ámbito de libertad, de una existencia en condiciones de no-necesidad y de no-temor, el cambio, como el amor, como palabras y como actos humanos, tienen la potencia suficiente para en su nombre y de manera subliminal fundar cuarteles de no-libertad con sus vigías: necesidad-temor instalados y ejerciendo sus funciones en un nivel de subconciencia como imperceptibles estímulos a la emocionalidad. No son pocos los amores que como el cambio, dominan, subyugan, someten, instrumentalizan al ser humano y destruyen en su vida el sentido y el valor en los altares de la vanidad, la apariencia, la lisonja, la soberbia, el interés, el lucro, la utilidad, que en los tiempos tormentosos que corren se denotan como plausibles, nobles y justificados desde el patrón de considerar que “todo es medible” cuantitativamente y con no poco desprecio por lo cualitativo.
La palabra cambio, como la palabra amor y hasta el amor mismo no solo exigen altos componentes de fidelidad y lealtad [que no son tan sinónimos como se supone], sino también de coherencia como madre de la honradez frente a sí y con mayor exigencia frente a los demás. No obstante, el cambio, el amor y el amor mismo no escapan de ser prisioneros de la estulticia normalizada del necio que “confunde valor con precio” o de “el fin justifica los medios” o la de “los medios justifican los fines” y o el irresoluble criterio de “si es preferible que mueran miles para salvar uno o de si es preferible que muera uno para salvar miles” o el de “lo que en política no sea posible es un error” o el de lo “políticamente correcto” como respuesta o satisfacción concreta a las demandas contradictorias de los ciudadanos-administrados o de la sociedad en general o del amor en el matrimonio en cuyo haber patrimonial no se contabilizan hijos, para mantenerlo sano de “pasivos onerosos”.
Del cambio muy pocas veces predicamos ¡qué miedo!, como sí lo predicamos en la “nueva normalidad”, del amor, expresa o tácitamente, como si lo plausible fuera pedir: del amor, líbranos Señor.
¡Qué miedo del cambio y del amor! Y por eso: ¡Que viva el miedo, si el miedo nos hace vivir! [LEER AQUÍ : https://bit.ly/3vTchfH
Podemos caer en las trampas del amor y rompernos, perdernos, perecer, algunos pocos, muchos, pero jamás todos. El amor también tiene sus vacíos, sus abismos.
¡Que miedo del cambio y del amor como palabrejas y del amor mismo!
En el cambio y en el amor, en lo plausible, reconocemos la esencia del poder-fuerza de la bondad en la dirección de abandonarnos como “tú y yo” y liberados forjar el “nosotros libre”.
Pero, el cambio como el amor, también pueden ser como en Stendhal y repetir “¡Yo te amo con toda mi alma!” desde el amor mismo y en el instante mismo infiel, desleal y cínico.
Con Stendhal, diría que, Medellín y Colombia viven en este instante crucial la infidelidad, la deslealtad y el cinismo del “cambio y el amor” que gritan: “¡Yo te amo con toda mi alma!”.
“¡Yo te amo con toda mi alma!”, es el discurso de Petro en la boca de Daniel Quintero Calle, para Medellín y para Colombia; “¡Yo te amo con toda mi alma!”, “gente pobre y humilde” y por cuenta de Diana Osorio, de Amaury Chamorro, de Alex Flórez, de Esteban Restrepo, de Juan Pablo Ramírez, de la Villamizar y de la “alias” o Arias, de Albert Corredor, de Gustavo Bolívar y de Gustavo Petro y otros. Cambio y amor que solo han producido miedo desde y para Medellín, Antioquia y para toda Colombia.
Son las palabrejas de los empresarios de la ruin politiquería que carcome y amenaza la poca humanidad y el poco humanismo que nos queda, que amenaza la patria, la libertad, la dignidad, la democracia, la justicia y la administración de justicia y toda la institucionalidad, la convivencia, la fraternidad, la cooperación y que ha “desaparecido” el sentido y el valor de la común unión, del bien común, del “sentido de pertenencia” y donde es claro que han forjado un nuevo “apartheid”, zonas de exclusión para los “ciudadanos viejos” pues en el discurso y en la praxis “petro-sexagenaria y quintero-cuarentona y cuaternaria” la materia prima es la “eterna juventud” en “primera línea y triple AAA”.
“¡Yo te amo con toda mi alma!”, es el mismo grito infiel, desleal y cínico que escuchó el alcalde Renaldesde la boca de su cónyuge y desde la misma relación amor-poder político con el joven Sorel, lo que no es nada nuevo para la humanidad que siempre ha sabido que: “Todo poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”, como también sabemos que el corrupto si ejerce poder, lo ejerce para legitimar la corrupción invocando hasta a la autoridad legítima.
“¡Yo te amo con toda mi alma!”, desde Petro-Quintero nos ha sido permitido conocer, saber y adquirir desde sus discursos, conciencia anticipada de que no son ese “cambio y ese amor” que como actos humanos predican por cuanto ese repetido “¡Yo te amo con toda mi alma!” es contra el sentido y el valor de la vida y de la existencia misma, a las que no solo amenazan, sino a las que ponen en permanente e inminente peligro.
“¡Yo te amo con toda mi alma!” en la cadena Calle – Petro: es amenaza, exclusión, discriminación, hostigamiento, derroche de riqueza social, fanfarronería, resentimiento, sectarismo, odio, venganza, miedo, temor, terror, lo que resumimos en las primeras escaramuzas quinterianas en una columna que en pleonasmo titulamos: alcalde troglodita cruel.
Sonora y sororal sí es la palabreja cambio, palabreja que en boca de toda la cadena Quintero- Petro adquiere identidad material como el cambio mismo, vacío de valor y de sentido que abre la “Caja de Pandora” para diseminar todos los males contra el hombre, la humanidad, sus prójimos y sus conciudadanos desde su trono como príncipe usurpador de la integralidad de la RES PUBLICA ET SACRA.
¡Así es, aquí y ahora el cambio y el amor que prometió y prometen Quintero y Petro a Medellín y a Colombia!
Un cambio y un amor, infiel, desleal y cínico con la Constitución y las leyes, como primer acto de infidelidad, deslealtad y cinismo contra el hombre, la humanidad y el humanismo, contra sus conciudadanos, contra la sociedad, contra la democracia, contra la justicia, contra la administración de justicia, contra la RES PUBLICA ET SACRA, contra los prójimos y conciudadanos que ejerciendo el derecho fundamental a elegir, no sufragamos por él, contra los ciudadanos y empresarios que crean empresa y puestos de trabajo, contra los conciudadanos que pagan impuestos, contra los prójimos y conciudadanos pobres, no pudiendo ocultar su infidelidad, deslealtad y cinismo perversos de sus actos cuyo objetivo es subyugarlos como “su capital político electorero” con el eterno “discurso de la pobreza” y llevarlos alrededor de sus “mesas de ricos Epulones” a recoger las migajas del erario de Medellín y de Colombia, por siempre porque “cuatro años es muy poquito”en un Medellín y una Colombia que “ya no les pertenece”.
“Discurso de la pobreza” que, en épocas pretéritas, no redimió a los pobres de la URSS antes personas y ciudadanos de: Rusia, Bielorrusia, Armenia, Kazajistán, Kirguistán, Estonia, Georgia, Letonia y Ucrania hoy nuevamente aterrorizada por el espectro reencarnado, macabro y siniestro de J. de Stalin en el cuerpo y alma de Putin. 70 años de la URSS en los que los pobres no desaparecieron de su suelo, los mismos que debieron obtener sus alimentos, medicinas y vestidos con “fila y ficho” hasta que la URSS cayó disuelta y se cayó el Muro de Berlín y la Alemania comunista se reunificó con su propia Alemania democrática alcanzando en la actualidad el más notable desarrollo humano y económico debiendo exaltarse las dotes de una mujer mayúscula Angela Merkel.
“Discurso de la pobreza”, que se mantiene en Cuba desde hace 70 años gracias a la dictadura Castrista ofrendado hombres, niños, mujeres y ancianos a las fieras del mar, a las balas del régimen y a las cárceles de donde quien llega casi nunca sale vivo, de cubanos en el exilio y deportistas, médicos y artistas que huyen o se asilan en los países a donde se les envía en “misión oficial” obligados a hacer remesa de los salarios que obtienen en el exterior a la “caja menor del régimen”.
“Discurso de la pobreza”, que acabó con la industria del petróleo que hizo en otra época de Venezuela el país más rico de Latinoamérica donde no pocos colombianos llegaron a hacer empresa y fueron prósperos; que acabó con la industria automotríz, de cerveza, lácteos y que acabó con la prensa escrita, la radio y la Tv privada y que controla y limita hoy el internet y las redes sociales, mientras cerca de 6 millones de venezolanos van de ”turismo por Latinoamérica”, “gratis y con viáticos oficiales” que en nombre del “Discurso de la pobreza” les ha asignado el régimen de Maduro, para que sus mujeres, muchas profesionales: médicas, abogadas, contadoras, ingenieras deban emplearse en cualquier ciudad de todos los países de Latinoamérica en restaurantes, lavaderos de carros y en la industria de la prostitución, lejanas y alejadas de su patria y separadas de sus familias.
O un Nicaragüa, un Bolivia, un Ecuador, un Brasil, una Argentina y ahora un Chile, donde el recién electo presidente izquierdocista Boric, íntimo de Petro, es a escasos dos meses de su posesión abucheado y malquerido por los mismos chilenos que lo eligieron porque les resultó un auténtico “paquete chileno”.
La línea Daniel Quintero Alcalde de Medellín – Petro candidato presidencial, son la mujer infiel, desleal y cínica de Stendhal. Nada más comparemos lo que han dicho -palabrejas del cambio- y lo que han hecho –como cambio mismo- en estos dos últimos días: desde sus megalomanías y sus condiciones de mentirosos compulsivos siguen apelando a “la gente y a los humildes” que lo eligieron y que creen que los elegirán sucesivamente en 2022 y en 2026 presidentes de Colombia [Discurso de la pobreza] y como el alcalde Renal podemos ver y mirar, que desde las palabrejas cambio-amor, hay cambio por amor al odio, al rencor, a la venganza, a la dominación, a avasallar y sojuzgar y someter a “sus propias leyes” a quienes como conciudadanos no somos sus “de-votos” y también a sus propios “devotos de-votos”, desconociendo y rebelándose contra las propias leyes de la República de Colombia, de la democracia y sus instituciones en un juego de doble peligrosidad pues a las leyes que desconocen y subvierten son las mismas leyes a las que apelan cuando sus perfidias quedan al mirar escrutador de la ciudadanía.
El discurso que han usado está lleno de epítetos de odio, de grosería y vulgaridad contra todas las autoridades públicas, contra todas las instituciones, contra todos los que a punta de tesón y resistencia han forjado empresa y fortuna, dividiendo al pueblo, a la ciudadanía, en la hábil estrategia de “divide y serás rey”, entre buenos y malos, ricos y pobres y sin cubierta alguna difundiendo odio y resentimiento, burla, mentira y engaño dotaciones morales y éticas muy personales de Quintero Calle desde chiquito como él mismo lo dio a conocer en un video y que como los males de la “Caja de Pandora” se le salieron con su elección como alcalde de Medellín y que se han alebrestado en estos dos últimos días por razón de haberlo puesto la República, en la “suspensión del agua bendita de la civilidad”: el derecho, la Constitución y la ley, que osadamente pretende desconocer no desde la armonización que debe existir desde la relación: Constitución-Tratados Internacionales, sino desde la perversa SUPRANACIONALIDAD espuria en que actúan sus pares en algunos organismos internacionales refractarios a las exigencias ciudadanas nacionales que demandan de las autoridades de cada país, elegidas o no, las plenas garantías de seguridad jurídica y política desde el cumplimiento de sus deberes humanos, cívicos y funcionales en todo conforme a la Constitución y a la ley nacionales.
Lo mismo que dijo Petro a sus ciudadanos de Bogotá, es lo que Quintero Calle dice ahora a sus ciudadanos de Medellín y juntos a los conciudadanos de Colombia: “¡Yo te amo con toda mi alma!”.
Y como la mujer del Alcalde Renal en Stendhal y desde el “cambio y el amor, infieles, desleales y cínicos” Petro y Quintero pillados en “Bogotá y Medellín” por sus conciudadanos, como reales infieles, desleales y cínicos ahora apelan en medio de sus faenas amatorias infieles, desleales y cínicas con la “izquierdocidad” Latinoamericana-Europea a preguntar a los conciudadanos de Medellín y de Bogotá y Colombia:
<<¿No vais a votar por mí gente pobre y humilde? ¡Vosotros sabéis que os adoramos, son vuestra hambre, vuestra ignorancia, vuestro odio, vuestro resentimiento las razones que forman nuestro preciado tesoro, sois el oro en polvo de nuestro “capital político electoral”>>! “Que cuatro (4) años no son nada…”
<<¿Cómo no vais a votar por mí, nos vais a abandonar “gente pobre y humilde”>>? <<¿Cómo es que vosotros “gente pobre y humilde” vais a dar más crédito a lo que ven vuestros ojos, que a la sinceridad de nuestras palabras”.
“Gente pobre y humilde” de Medellín, Bogotá y Colombia, les “¡Amamos con toda el alma creed en la sinceridad de nuestras palabras, no deis crédito a lo que han mirado vuestros ojos”, porque vuestros ojos, nunca, han podido haber mirado: a nuestras familias y parentelas bien empleadas y prosperando, con valiosas propiedades; a la contratación de Bogotá y Medellín directa, a dedo, sobremedida y con los amigos o “donantes de nuestras campañas”; a la importación de chatarra de carros de basura pa´echar a la basura; a la EMPESA de SEGURIDAD URBANA en poder de un Venezolano; al Jardín Botánico sin recursos económicos y en manos de un contratista aliado y prosperando; a Buen Comienzo casi en su mal final; ni han mirado a nuestro benefactor Gillinsky-Banco Sudameris” en acciones que no sean nobles como derrotar a los ladrones del GEA…”
¿Vais a dar más crédito a lo que ven vuestros ojos, que a la sinceridad de nuestras palabras”? Os hemos hablado del paraíso: del “valle del soguar”, no más exploración ni extracción de petróleo, cierre de Ecopetrol; de “ expropiación democrática” de edificios para vivienda compartida e inquilinatos y de tierra rural para siembra extensiva de “aguacate Hass” para el sancocho de cuadra dominguero mientras “el picaito” porque respetamos vuestras costumbres.
“No deis crédito a lo que han mirado vuestros ojos”, porque vuestros ojos, nunca, han podido haber mirado: el “turismo a pata por Latinoamérica” y sin alpargatas: ni el “ficho y fila” para medio pollo como ración pa´ quince días; ni escasez de medicamentos; ni mirarán el cierre de El Colombiano, ni su entrega a Quintero como indemnización; ni mirarán la ocupación de la lechería de Genaro (q.e.p.d) como en Chile; ni mirarán la desaparición de las Fuerzas Armadas de la República, a lo sumo mirarán vuestros ojos a “nuestra juventud de la primera línea”, como las nuevas “fuerzas armadas colectivas populares”; porque vuestros ojos nunca ha podido mirar a ninguno de nuestra juventud en primera línea, parando una ambulancia y que en ella muera el paciente, ni quemando los alimentos y los tractocamiones que los transportan, ni torturando, secuestrando y matando soldados y policías, ni han mirado a nuestros altos comandantes reclutando menores para la guerra, ni han mirado vuestros ojos, en pira arder, vetustos magistrados>>
Nuestra palabra cambio-amor es de: cambio- amor por la venganza, cambio- amor por el odio, cambio-amor por el rencor, cambio-amor por el “ficho y fila”, cambo-amor por la escasez, cambio-amor por la pobreza, cambio-amor por todas las delincuencias incluidas las internacionales para todas las que proponemos “perdón social” a través de “nuestros jueces en el exterior” guiadas por el apóstol español “Santiago”, cambio-amor por el resentimiento necesarios para asegurar nuestro “capital político electoral” y el tiempo, [que no sabemos cuánto ha de ser] para poder hacer el paraíso que os prometemos desde la sinceridad de nuestras palabras…y que pasados unos meses, ahí sí podréis mirar con vuestros ojos.
DECLARAOS: Daniel Quintero y Gustavo Petro que:
“Os amamos con toda el alma” (Vendidas al diablo) y
Os PREGUNTAMOS:
¿Vais Medellín y Colombia a dar más crédito a lo que ven vuestros ojos, alrededor: en Cuba, Nicaragua, Venezuela, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile…que a la sinceridad de nuestras palabras?
El 29 de mayo nos vemos con Fico presidente.