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La línea Colombia – España. Columna del Abogado Nelson Hurtado Obando. Twitter: @abogadohurtado

7/23/2023

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La línea Colombia – España. Columna del Abogado Nelson Hurtado Obando. Twitter: @abogadohurtado


"Las masas nunca han sentido sed por la verdad. Se alejan de los hechos que no les gusta y adoran los errores que les enamoran. Quien sepa engañarlas será fácilmente su dueño, quien intente desengañarlas será siempre su víctima". Gustave le Bon

Exacerba el alma escuchar en este carnaval preelectoral a personajes ofertando “oportunidades”, así, desnudas, indefinidas, indefinibles e indeterminables como dice alguna cumbia de nuestro folclor que “no tienen cuerpo ni tienen corazón”.

“Oportunidades” ¿de qué?

1.    ¿De empleo? ¿De educación? ¿De salud? ¿De vivienda? ¿De seguridad? ¿De alimentación? ¿De prosperidad económica personal? ¿De democracia política? ¿De democracia económica? ¿De libertad personal, económica, política? ¿De no-necesidad y de no-temor?  ¡Escoged cada uno el orden y la prioridad con apego a estricta racionalidad!

Hoy en nuestra intervención en el programa dominical “Vida Pública” que dirige el gran amigo Edgar Jaramillo C., por Múnera Eastman Radio 790 am, tuvimos la oportunidad de interactuar con el exsenador Jorge Robledo y con el doctor Luis Guillermo Echeverri [Luigi].

En primer orden el exsenador Robledo y ahora candidato a la alcaldía de Bogotá, centra el tema de las “oportunidades” respecto a la generación de empleo atadas al tema de la seguridad en la capital de la República. Nuestra interpelación al respecto plantea que: es una falacia ofertar como programa de gobierno la “generación de empleo” formal y estable en el entendido que el generado por el Estado es marginal, coyuntural o de choque y temporal por lo general en obras públicas, programas y campañas con o sin sentido y a diferencia del empleo formal y más o menos estable en la estructura administrativa del Estado.

El problema de las “oportunidades” como empleo termina convertido en una “lotería política” cuya incidencia en los índices de inseguridad a la baja quedan a la voluntad de “quien lleve la cuenta o dé la información mediática”. En estas “oportunidades de empleo” poco o nada juega el grado de instrucción de los elegidos por la “tómbola de la repartija” aunque lo sorprendente es que en estas “escuadras” encontramos hasta personas con grados superiores técnicos y profesionales y entre los más afortunados los que llegan a formar parte de “UTL”, choferes de congresistas, gobernadores y alcaldes o subcontratistas de contratistas financiadores electorales o directores ejecutivos, presidentes y gerentes de no pocas ONG, periodistas y comunicadores, abogados, ingenieros, publicistas, recreacionistas, técnicos de luces y de sonidos y por supuesto que las “oportunidades” han de realizar aunque sea en lo mínimo el “derecho a la igualdad”, las mismas deben extenderse en igualdad de condiciones a las nuevas categorías de “gestores de paz” cuyo objetivo es “la paga para dejar de matar”, ¿no constituirá esto una desmejora de los “ingresos” y un factor de especulación en el “mercado criminal” por escasez de “mano de obra barata”?

Sustancialmente, ¿cuál la diferencia entre unos y otros “empleados, trabajadores oficiales, contratistas o subsidiados o subvencionados, gestores de paz” en términos de alguna “política pública”? 

El Estado no tiene la capacidad de atender la generación de empleo para absorber significativamente la masa de cesantes, ni siquiera para garantizar a todos el llamado “mínimo vital” complejo, que no sólo es atendible con la especie dineraria.

Por esta vía de “oportunidades” lo hemos dicho en otras ocasiones lo que es o puede llegar a constituir derecho termina siendo una simple caricatura del derecho en el imperio de la “deseocracia”. 

Puntualmente las “oportunidades de empleo” exigen además en el contexto del urbanismo la regulación profunda de la trinca formada por: “POT - programa de gobierno – plan de desarrollo económico y social”que ha degenerado en la que denominamos: la más grande rueda pública de negocios privados, con su incidencia determinante en la escasez del suelo, la especulación inmobiliaria y la corrupción en la alianza público-privada y hasta transnacional [Odebrecht].

Puntualizamos que ofertar seguridad en la relación: “oportunidades-educación-empleo” es una entelequia e insistimos que es abordar mal el problema por cuanto la seguridad no es un hecho, sino un valor y que el problema a enfrentar es el hecho de la inseguridad que en el contexto actual posee la suficiente capacidad para avasallar y arrasar el condicional soporte de “educación-empleo” si se considera que su “estructura académica” puede soportar variables económicas, pero es franqueable desde los componentes axiológicos, deontológicos y jurídico-legales, hoya casi todos cuestión de “éxito”.

Yo no sé cuántos grandes filósofos lleguen a levantarse de sus tumbas ante las herejías, que por lego en la materia expreso como que el ser humano y su existencia no es asunto de oportunidades, en tanto su ser y su existencia son la única oportunidad.

El ser y la existencia del hombre dependen de su libertad y de su autenticidad y nadie puede imponerle un destino o una esencia que no ha elegido. Sartre nos dice: "el hombre está condenado a ser libre" y Nietzsche cuando dice que "el que tiene un porqué para vivir puede soportar casi cualquier cómo". 

El sentido y valor de la vida de cada hombre, su dignidad, no pueden depender de las “oportunidades” a la postre limitaciones reales que le imponen otros hombres.

En esto coincidimos con el doctor Luigi y es un absurdo encontrar en el escenario político electoral actual de Colombia, masas de conciudadanos que a pesar de lo que ven con sus ojos sostengan que “es de día aunque esté de noche” y que conlleva a un mayor consumo de recursos humanos, intelectuales, familiares, sociales, culturales, económicos y políticos a fin de contrarrestar el “cisma y el sismo” que podría generar la “licuefacción de la democracia”.

Cada semana el actual gobierno pone un “hito de desmarque” con la democracia y la institucionalidad colombiana hasta tal punto que el “anexo constitucional” del “acuerdo de Santos con las farc” lo ha elevado a la categoría de “tratado internacional” que restriega en la cara a los colombianos a través de la TV pública por lo mismo que no le merece, ni al ministro de defensa, ni siquiera una palabra de “exhaustivo emputecimiento” ante los actos criminales de terrorismo, extorsión, secuestro y de desbordada corrupción en su gobierno.

Destacable algunas ejecutorias del fiscal general de la Nación y de la Corte Constitucional, pero no suficientes a contrarrestar el “nadaíto de perro” del progresismo en cabeza de Petro y sus “socios” y  la salvaguarda del Estado Social de derecho, democrático colombiano. Sin propiedad privada o con una propiedad privada más limitada no hay empresarios, ni hay empresas, ni empleos, ni producción de alimentos, ni abastecimiento, ni poder adquisitivo perfilándose “la fila, el ficho, el carné” y el control total.
El mal gobierno, el terrorismo, la corrupción, el tráfico de influencias, la escasez, la carestía, etc., no harán mella en el gobierno y es mejor por lo menos considerarlo como probabilidad antes que perecer por exceso de confianza en la desconfianza que dicen expresar los propios electores de Petro.

Quizás en el anterior sentido los resultados electorales que se obtengan hoy  en España sean el campanazo de alerta para Colombia diezmada políticamente por la justificada ausencia de credibilidad en los políticos tradicionales que diría que esperan como los pescadores que octubre les traiga “el río revuelto”. 
 


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​Petro no improvisa. Columna del Abogado Nelson Hurtado Obando. Twitter: @abogadohurtado

7/16/2023

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​Petro no improvisa. Columna del Abogado Nelson Hurtado Obando. Twitter: @abogadohurtado

Entre la bruma y abrumados asistimos los colombianos al gobierno de Petro, sin ritual, sin formas y sin contenidos. Un juicio que se basa en el poder absoluto de un hombre que se cree investido de una misión divina para transformar el país a su antojo, sin respetar la voluntad popular, la separación de poderes, los derechos fundamentales ni siquiera de los sujetos que forman su hipotético pueblo.
 
Sé que muy pocos han comprendido la proposición hecha en varios escenarios respecto a que: <<el señor Petro gobierna cumpliendo con la “Constitución y las leyes” y conforme al juramento prestado al tomar posesión como presidente de la República de Colombia>>. 
 
Sin embargo la proposición ha parecido más como una burla a la inteligencia y a la memoria de los colombianos y no lo es en absoluto y a tono con la constante pregunta sobre si lo esencial, lo inmanente, el núcleo fundamental de la Constitución de 1991 se mantiene incólume. 
 
En varias oportunidades hemos mantenido la percepción que la Constitución de 1991 no fue un gracioso y espontáneo producto de la llamada “séptima papeleta” sino la conclusión de la “fase previa” de un proceso, al menos continental, de refacción constitucional a tono con las proposiciones del todavía difuso “nuevo orden mundial”. Nada tan efímero como los “nuevo orden mundial” y en especial desde la postguerra.
 
Crecen las voces significativas que nombran al señor Petro como una verdadera y real afrenta a la dignidad y a la soberanía de los ciudadanos que sentimos no estar abrazados por la Constitución, sino abrasados por ella, por una Constitución y unas leyes que ya no regulan nuestra convivencia y que sólo garantizan cada vez más intensamente las incertidumbres de nuestros derechos. 
 
El presidente no respeta esa voluntad popular y pretende imponer su visión personal e ideológica como la única válida y legítima. Para ello, usa su poder para torcer y adaptar la Constitución y las leyes a su conveniencia, sin importarle los principios democráticos, los controles institucionales ni el equilibrio de poderes. El mandatario se cree por encima de la Constitución y de las leyes y las cambia según sus intereses y caprichos, invocando falsamente el catálogo de los derechos fundamentales y apoyándose en algunos precedentes judiciales que le sirven para justificar sus abusos y arbitrariedades. 
 
Como presidente no gobierna para el pueblo, sino contra el pueblo y con mayor énfasis contra su “hipotético pueblo”, no busca el bien común, sino el poder absoluto; no dialoga democráticamente con las otras ramas del poder público, sino que las amenaza y presiona con sus huestes incendiarias que salen a las calles a sembrar el caos y la violencia. No actúa como un demócrata, sino como un dictador que ha recurrido a decretos de emergencia y hasta a pactos espurios con sectores políticos y sociales afines a su proyecto autoritario y con el soporte armado de variopinta delincuencia.
 
Igualmente ha sido proposición la que pregunta: ¿Cuál es la Constitución de Colombia vigente conforme a las numerosas “sustituciones” introducidas por vía de “actos legislativos” y sin mencionar las introducidas por vía “de interpretación”? La Constitución que Petro impone es otra de las “constituciones paralelas”, que desconoce la soberanía popular, los límites al poder y el pluralismo político y de tal manera que en el punto el señor Petro no improvisa dado que las nuevas constituciones lo son y en correspondencia con el “nuevo orden mundial”, maleables, adaptables, circunstanciales bajo la prédica de hallarnos en un modelo de democracia expansiva y de irreductibilidad de los derechos fundamentales.
 
Si hay un verbo que hace carrera en Colombia desde el gobierno de Petro es el verbo “improvisar” y no hay quien pueda decir que no lo ha lanzado como guijarro cargado de dinamita en estos meses de gobierno petrista. Un verbo que se usa para calificar las decisiones erráticas, inconsecuentes e irresponsables de Petro, que han generado caos, incertidumbre y desconfianza en todos los ámbitos de la vida nacional.
 
Petro no improvisa. Quizás sea esta nuestra máxima equivocación, poniendo la esperanza de la derrota del petrismo en “su improvisación” marcada en materia legislativa como profundo fracaso y en el incremento del gasto público desde el “presupuesto nacional” de bolsillo sin olvidar el “presupuesto carnaval de ratones” a nivel regional y dirigidos al fortalecimiento del “establishment” petrista.
 
Creer que Petro improvisa es darle uno o dos pasos de ventaja al petrismo. Creer que improvisar es sólo realizar la compleja descripción que da el diccionario español de la RAE, como un actuar sin previo estudio, sin preparación antecedente, de súbito, por fuerza de las circunstancias, de modo imprevisto, es craso error.
 
Suele tratarse despectivamente al improvisador y como carente de saberes, cercano a un ignorante absoluto. Pero Petro no es un improvisador en ese sentido. Petro es un improvisador calculador, que usa la apariencia de espontaneidad y creatividad para ocultar sus verdaderas intenciones y estrategias. Petro es un improvisador manipulador, que aprovecha las coyunturas y las crisis para avanzar sus intereses y agendas. Petro es un improvisador altamente profesional y peligroso, que pone en riesgo la estabilidad y la convivencia del país con sus acciones arbitrarias e impredecibles.
 
Los hechos irregulares continuos que semana a semana son protagonizados desde el gobierno de Petro por sus distintos ministros ya no se distinguen  entre los que son actos propios del servicio público y los que son actos personales, particulares y privados de sus agentes estatales burocráticos. Es innegable que tiene más masa caótica institucional la salida del país de un menor de edad de manera irregular, sin sujeción a las leyes y por ser “hijo de la ministra” que el “error de digitación” en que incurre la misma ministra al “olvidar que tiene cónyuge” al ingresar al cargo y que posteriormente “no se le olvide” para que el “pobre marido holandés zurdo” asuma como contratista del Estado.
 
En este contexto, que un embajador colombiano se complazca y participe activamente en las celebraciones de la “dictadura nicaragüense” no tendrá ninguna trascendencia, ni producirá a nivel nacional, ni internacional ninguna crisis, ni siquiera a nivel de alerta de organismos internacionales, ni de consejos de seguridad alguno.
 
Finalmente, una enorme equivocación ciudadana es la creencia que el “establishment” petrista ha sido contenido por las acciones de servidores públicos [con nombre propio] o que lo será con otras personas en los mismos cargos sin contar que a sus anchas dispone de muchos billones en el presupuesto de la nación y fundamentalmente por disponer a su entero favor del ejecutor del principio staliniano:  "No importa quién vota, sino quién cuenta los votos".
 
Petro no improvisa y menos como consumado radical; recorre su camino, allanado no per se, con la Constitución de 1991, pero sí con el universo de reformas constitucionales y precedentes y bloque de constitucionalidad que en esta línea y conforme a las nuevas doctrinas y tendencias constitucionalistas están llamadas a resolver las “tensiones entre la constitución y la democracia” a lo que no son suficientes ni el juez Hércules, ni el Temis, ni el Júpiter y menos el ideal juez impoluto.
 
Lo anterior, por lo menos en el inmediato futuro descarta que el señor Petro convoque a una constituyente, pero no la descarta absolutamente.
 
Petro no improvisa y así es equivocado pensar que lo indigno de los subsidios distribuidos a través del Banco Agrario son las filas que hacen las personas para cobrarlos. La indignidad no está en las filas [proceso de adiestramiento y habituación]. La indignidad está en la relación beneficiario:subsidio, como es altamente probable que ocurrirá respecto al sistema de salud, de alimentos, de combustibles, etc.
 
Petro no improvisa. Y los improvisadores somos el resto de los colombianos que no formamos parte del “hipotético pueblo petrista” y es simple: una dama sargento del Ejército Nacional no estando en servicio y cuando se desplazaba con sus dos hijos, son secuestrados “por imprudencia” por transitar por parte de “territorio guerrillero”. Seguidamente el mismísimo presidente ordena a los miembros de las Fuerzas Militares y de Policía de Colombia “dirigirse con respecto a los miembros de la guerrilla del ELN”.
 
Menos mal que algunos comunicadores sociales y periodistas en distintos medios han retornado sus análisis al contexto del lenguaje-palabra lo que nos permite cerrar con las palabras que mantenemos en “nuestro vasito de noche” y pronunciadas no hace más que un par de días por Confucio y del siguiente tenor: 
 
«Si falla el lenguaje lo que se dice no es lo que se piensa. Si lo que se dice no es lo que se piensa, entonces las obras no llegan a realizarse. Si las obras no llegan a realizarse entonces no florecen la moral y el arte y si no florecen la  moral y el arte entonces se desvía la justicia y si la justicia se desvía entonces todo el país anda a la deriva»
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