La fauna en la política. Columna del Abogado Nelson Hurtado Obando. Red X: @abogadohurtado
"La integridad que molesta a otros es preferible al compromiso por agradarles. Es mejor ser reprochado sin ser malo, que ser elogiado sin ser bueno”.
“Si estás ansioso porque la gente sepa que has hecho algo bueno, entonces hay algo malo en lo bueno”.
Kafka dijo: “Sólo guía la palabra correcta; la incorrecta, desvía”.
Decía mi paisano “merejo” Carlos Mejía Gutiérrez, [gran abogado penalista y hombre de exquisito patrimonio moral y cultural, gran lector, escritor y pintor y gran amigo y no precisamente de esos que suelen tenerse como tales, para no tenerlos como enemigos], cuando se reunía el concejo que: “se encuentra reunida la fauna abejorraleña”.
Recientemente, expresé la proposición que todos los hombres de Latinoamérica deberíamos asumir el significado y la importancia del discurso en su dimensión vital de comunicación y en su contenido humano más elevado y plausible, debido a su poder liberador y transformador.
Ejemplos de esto son los discursos en el contexto latinoamericano de Bukele en El Salvador, María Corina Machado en Venezuela, Milei en Argentina y Novoa en Ecuador.
Es algo natural en la "normalización" de un mundo interconectado, pero, desconectado, que estos discursos reciban mayor atención y difusión debido al contestatarismo de libreto de la crítica de la oposición política contradictoria y contradicha, izquierdosa, globalista, colectivista por cuanto le implica desventajas específicas desde la sincronía de los nuevos discursos a nivel mundial.
Curiosamente, esto se impulsa en gran medida desde Europa, precisamente el continente más afectado por discursos que respaldaron modelos de Estado fallidos y sanguinarios en la historia moderna de la humanidad, aunque la reunificación de Alemania y la disolución de la U.R.S.S. parecen no haber tenido un impacto significativo en Latinoamérica, e incluso en países como Alemania, Polonia, Francia y España.
De ese contestatarismo es notorio el de Mujica en Latinoamérica, que se presentaba como el "buen salvaje" de la izquierda, austero y conciliador, pero que no ha logrado evitar que emerja nuevamente el "justiciero ideológico de izquierda" que lleva dentro.
Contrariamente a lo que afirmaba Mujica antes y después de la elección de Petro, ahora sostiene que este está siendo objeto de una persecución injusta e ilegítima, al igual que ha expresado sobre Milei, a quien acusa de comprometerse únicamente a vender a Argentina al poder capitalista y presuntamente lo llama “trágico personaje de historietas”.
Hace algunos años, argumenté en una columna que ya era perceptible el surgimiento de una nueva élite mundial, resultado del amancebamiento entre la élite capitalista y la comunista, cuyo objetivo final e inmediato era el saqueo de las naciones a través de "mayordomos" de la única "élite mundial", identificada hoy como globalismo, una forma de colectivismo que representa la metamorfosis del socialismo-comunismo en general.
La economía y el mercado, en su esencia, no pueden ser objetos ni sujetos de códigos éticos, ya que su naturaleza intrínseca es el interés, el lucro y la utilidad, alineados eternamente con lo más primitivo de la especie humana.
Sin embargo, a pesar de los valiosos aportes de pensadores clásicos como Locke, J. S. Mill, A. Smith y David Ricardo, tengo la convicción de que ni Stiglitz, ni Piketty, ni siquiera el estratega Brzezinski, padre del entetanimiento tecnológico parido en 1995 en la reunión del Fairmont sobre “el estado del orden mundial” se han acercado a la economía desde una perspectiva filosófica y humanista como lo ha hecho J. Milei en Davos.
Milei señaló tácitamente y con agudeza la división en Europa entre ser "Europa Eurasia" o "Europa Carolingia", enfrentada al llamado "multiculturalismo", generismo, sexismo, etc.
El discurso de Milei se nutre no solo de la experiencia argentina desde el "justicialismo" implantado por Perón-Evita, sino también de la influencia del último gobierno izquierdoso, populista, progresista y globalista de Fernández de Kirchner, que dejó a Argentina, alguna vez potencia en Latinoamérica, entre las naciones más afectadas por la pobreza.
Milei, al igual que Bukele, María Corina Machado y Noboa, comparte un mismo cordón umbilical: la palabra y su poder transformador.
Es relevante destacar que la "palabra y su poder" ha sido un tema recurrente en mis reflexiones, siguiendo la idea de que "somos actos de habla". Esta noción también fue abordada por P. Johnson, quien dijo: "Aquellos que valoran el sentido de las palabras valoran la verdad, y aquellos que tergiversan el sentido del lenguaje estarán inclinados a propósitos antisociales."
Confieso que, hasta poco antes de la elección de Gustavo Petro como presidente de Colombia, tenía cierta admiración por el señor Mujica, considerándolo el paradigma de un guerrillero efectivamente reincorporado a la vida democrática. Sin embargo, sus recientes intervenciones en apoyo a Petro me han llevado a dudar de su coherencia, especialmente al afirmar que "Milei es un trágico personaje de historietas", contradiciendo la propia defensa que hace Mujica de la palabra y su poder.
Le echó Milei fuego al alma guerrillera de Mujica con eso de que los industriales y empresarios son héroes, de manera tan distinta a Petro en Colombia que no sólo los tilda de criminales sino que apunta todas sus obsesiones a su destrucción con la inocultable mira de hacer “sostenible” su “banco electoral de pobres”.
No hay duda de que existe una agenda global, evidente en el desarrollo tecnológico y en el cumplimiento de los objetivos expuestos por Brzezinski para mantener a la humanidad pasiva, sometida y reducida en su inteligencia y capacidad crítica.
En línea con la agenda global sobre calentamiento y cambio climático, el populismo y el colectivismo mundial la adoptan como verdad científica inmutable lo que puede apagar el motor genuino de la ciencia formado por la incertidumbre y la mutabilidad ante nuevas hipótesis. Mujica, junto con la izquierda mundial, se erige ahora como profeta de un dogma de fe izquierdista que la ciencia no ha establecido de manera definitiva e inmutable, en tanto le es ajeno al saber científico.
Es una guerra cultural que sigue la estrategia de Gramsci, incluyendo la producción, difusión y establecimiento de "noticias falsas" al estilo de Goebbels.
Ciertamente, la izquierda mundial, el globalismo o colectivismo, se ven desafiados por Milei, quien agita las estructuras mundiales con un discurso que enriquece el debate no solo en lo económico, sino también con reflexiones filosóficas bien fundamentadas.
Amigos en Argentina con quienes he hablado, ninguno ha negado que, dos días después de la posesión de Milei, se ha sentido un alivio general en el poder adquisitivo de los ciudadanos.
En resumen, Milei ha puesto el dedo en la llaga y ha sacudido las estructuras mundiales con un discurso que va más allá de lo económico, abordando también reflexiones filosóficas y ofreciendo breves referencias estadísticas históricas.
Su impacto se percibe en la mejora del poder adquisitivo en Argentina y en la dirección de la reconfiguración de las estructuras de justicia globales y nacionales influidas por la desprisionización, el garantismo a ultranza, el buenismo, etc., especialmente en Argentina con un “derecho ideologizado” por Zaffaroni y Gargarella, este último que no duda en afirmar que ante el derecho de las huestes colectivistas, los derechos de los demás deben retroceder, sin acudir siquiera a la moda de “la ponderación y el mandato de optimización, etc.”.
El futuro de Colombia no puede depender únicamente de discursos apasionados, de discursos con los cojones en las cuerdas bucales, ni siquiera de líderes auténticos, en un país afectado por la anomia y la progresividad incremental de padecimientos mentales. Es crucial abordar estos desafíos con un enfoque integral, considerando tanto la palabra y su poder como la realidad socioeconómica y cultural del país.
“El hombre que no lee, sabiendo leer, ninguna ventaja tiene sobre el que no sabe leer”, dijo M. Twain.
Así, Colombia debe discernir sobre que: Una cosa es despertar al León y otra bien distinta es sacar el Tigre a la pista del circo y vale rememorar cómo en 1949, el famoso “Tigre de Amalfi” le costó el empleo al alcalde”.
PD. Interesante ver como concejales de Medellín, muy estructurados, plantean debates en términos de “costo de oportunidad” y otros lo ejercen como: “costo de oportunismo”.