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Como camión volcado en Tasajera o Valdivia.  Columna del Abogado Nelson Hurtado Obando @abogadohurtado

7/26/2020

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Como camión volcado en Tasajera o Valdivia
​

Por: Nelson Hurtado Obando

Clarísimo que todo el mundo tiene derecho a opinar, de lo humano y de lo divino, por supuesto y digamos que con algo de exención de toda responsabilidad respecto de las opiniones emitidas.
 
No obstante, existen niveles de opinión y de opinadores. No será lo mismo en sí y en sus consecuencias, la opinión expresada por un conciudadano de escasa formación académica, que la emitida por un conciudadano con una alta calidad en su formación personal, académica y cultural, lo que suele ser apreciable y distinguible prima facie como casi un juicio, por virtud de “autoridad”.
 
Aún no se apaga la opinión respecto a que la extensión de la pandemia es culpa del gobierno; que se necesita confinamiento absoluto, pero que hay que reactivar la economía porque no se pueden matar las empresas y que las personas de menos ingresos, las subempleadas, no se pueden morir de hambre y enfermedad y que hay escasez de UCI y de médicos intensivistas y que el gobierno no ha comprado todavía la anunciada vacuna de Oxford, ni la de Pfizer, ni la china y que muy probablemente habrá necesidad de aplazar las próximas elecciones y preferible al voto electrónico, virtual.
 
Curiosamente, la tendencia a dirimir toda suerte de disputas es llevarlas a los planos constitucionales, legales y políticos y unidos a los últimos, los planos tecnológicos, de “A.I. criolla”, dataísmo, georreferenciación, geolocalización y geoseguimiento satelital, las mediciones de percepción y favorabilidad de imagen de algunas autoridades, tanto así que nada raro sería la creación y otorgamiento del “premio nobel de pandemia” y pasando a segundos niveles la atención a las razones para la evitación del contagio expresadas en los niveles científicos y epidemiológicos.
 
Lo primero que se observa, -al menos en Colombia- es que no tenemos una única constitución política, en tanto que cada ciudadano lleva sus propias constituciones dependiendo de su ideología, el “partido político” al que esté adscrito, el cargo público o privado que desempeñe y lo más notorio, independientemente de que sea o no abogado, constituciones desde las cuales todo se simplifica en los discursos de “mis derechos fundamentales”. Diríase, que cada colombiano es un excelso constitucionalista. Es como ese amor enamorado de un “tú y yo” del noviazgo, que al ocurrir el matrimonio o del arrejuntamiento no logra transformarse en ese “nosotros”.
 
En el contexto anterior, citamos de Manuel Gaona Cruz, su referencia a la Corte Constitucional, que dice: “La Carta manda a la Corte, a que la Corte cuide la Carta y no a que la Corte le haga la corte a los que violan la Carta".
 
Y saltaron algunos constitucionalistas de peso pesado a refutar: “que eso era con la constitución de 1886, no bajo la constitución de 1991…”, sin atinar a referir que entre la constitución de 1886 y la de 1991, no hay una diferencia sustancial, pues inherente a ambas, es ser: pactos políticos y a pesar de sus contextos diferentes. Que hoy la constitución permee todo el ordenamiento jurídico-legal, que pretenda ser lo que en la ANAC dijo Álvaro Gómez Hurtado, “un cuerpo viviente”, más corresponde a la evolución de la filosofía, la sociología, la antropología y economía de la sociedad humana y de la evolución de toda la teoría del Estado, incluida por supuesto la del neoconstitucionalismo con todas sus vertientes y desde todos los puntos cardinales, tanto así que ha dado para que politólogos y toda suerte de “genetistas de imagen” expongan sus <<teorías del Estado, buen gobierno, gerencia de riesgos, cómo “barrer” en elecciones, cómo hacer de lo tribal, lo trivial y lo venal una excelente mercancía o una “arrolladora tesis” además limpiadora de toda debilidad ética o moral en los nuevos “liderazgos”>>.
 
Fuertes críticas surgieron en contra del gobierno nacional por la “caída parcial” del decreto legislativo que concedía como beneficio a la población de menores ingresos la posibilidad de “diferir el pago de los consumos de servicios públicos a 24 y 36 meses” y no faltaron quienes “saltaron al ruedo” y desde todas las barreras a sostener que se trata de “derechos fundamentales” por lo que la corte debió o modular y/o moldear su sentencia o devolver el decreto para que fuera suscrito por los dos ministros cuyas firmas faltaron.
 
Y preguntamos, que si incluso bajo la “sustancialidad, los principios y reglas, el mandato de optimización, etc.”, se trataba de “derecho fundamental”. Ahora bien, para los prójimos de menores ingresos, mayormente subempleados, los que no salen de esos niveles de pobreza porque les asfalten la calle o les pongan un corresponsal bancario en la tienda del barrio o les adoquinen las riveras de una quebrada y se las devuelvan como “parque”, una gran cantidad de prójimos, especialmente clase media y mes a mes, hacen sus aportes o “subsidio” para el pago de los consumos de sus servicios.
 
No se trata de que la mano izquierda sepa lo que se hace con la mano derecha.
 
Si algo tenemos claro -algunos- es que la lucha contra la pobreza, no debe consistir en rescatar de sus garras a muchos prójimos, sino en lograr que los rescatados no vuelvan a descender a ese nivel y especialmente que quienes se hallan situados en clase media, no caigan en el nivel de pobreza. ¿A cuántos prójimos de clase media, el confinamiento, total o parcial les ha obligado al cierre definitivo de sus fuentes de ingreso?
 
No hemos leído a ningún teórico constitucionalista, ni politólogo, que más allá del discurso de los “derechos fundamentales” y desde la Constitución de 1991, haya planteado el asunto desde ese intrincado instituto del “mínimo vital”, que no se confunde con el salario mínimo, ni con la supuesta “renta básica”, ni con el supuesto “derecho fundamental” a diferir consumos de servicios públicos, pingüe concesión, eso sí, de alto impacto mediático.
 
Que hombres cultivados y formadores culturales, uno constitucionalista y otro no formado en la ciencia jurídica emitan opinión respecto a que la decisión de la Corte Constitucional es fino “santanderismo” y con sacrificio de la sustancia a la forma, no implica nada más y nada menos que el único pacto político -Constitución de 1991- ha sido abrogada por cada una de las sui géneris constituciones personales de cada colombiano.
 
En el mismo sentido, no se compadece que el alcalde de Medellín, haya pretendido, en actitud soberbia, dejar en condición de discapacidad, minusvalía e ilegitimidad al actual gobernador encargado de Antioquia, doctor Luis Fernando Suárez V. Los votos dan legitimidad, es cierto, pero de allí a expresar la duda respecto a que el gobernador encargado no es constitucional, ni legalmente el actual gobernador con todas las atribuciones y competencias que el ordenamiento jurídico le atribuye, si es cosa de locura, como lo es que otros opinen que por haber sido “designado desde Bogotá” no podía solicitar facultades extraordinarias a la asamblea para adecuar la naturaleza jurídica de la FLA, a empresa industrial y comercial del Estado.
 
La asamblea en el contexto de su autonomía podrá o no, otorgar tales facultades y en su caso archivar el proyecto o el gobernador retirarlo y en nuestro sentir y para efectos de dar cumplimiento a una sentencia que no admite discusión respecto a lo que ordena, consideramos que la asamblea deberá ocuparse de dicha transformación, bajo un nuevo proyecto a iniciativa del gobernador, pues además de los asuntos patrimoniales, deberá proceder con suma inteligencia en la definición y composición de la junta directiva, de los empleos y plantas de trabajadores, régimen de transferencias, etc. En 1994 como diputado escuchamos en ese entonces la necesidad de privatizar la FLA, por razones del mercado internacional de licores; cerramos la fábrica de vinos en San Pedro y con todo ha subsistido la FLA y ahora y como en ese entonces, esas no son, ni deben ser las razones de su transformación, más allá del cumplimiento de una sentencia de Juez de la República.
 
En el mismo sentido podría decirse de EPM; ojalá no termine “fundida” como UNE, con unas cuantiosas inversiones extranjeras, entre las cuales poco se ha dicho de la realizada en México.
 
El discurso de “mis derechos fundamentales” y su vivencia, debe transformarse y transformarnos desde su inmanencia con la dignidad humana y ligados vitalmente a los conceptos constitucionales indeterminados de: bien común, interés general, inversión social y “sensibilina social”, por cuanto se vislumbra y máximamente en esta crisis, que poco o nada nos importan los demás, frente a quienes las “personalísimas constituciones” de cada colombiano, no contienen nada de valores, fines, principios y reglas.
 
Más crudamente que Gaona Cruz, nos atrevemos a decir que en esta crisis se perciben con mayor claridad y en ascenso, discursos y acciones de políticos, de autoridades de todas las Ramas del Poder Público y de diversos sectores, más interesados en considerar a nuestra Constitución Política como un camión volcado en Tasajera o Valdivia.
 
ÑAPAS: Dañadas varias esculturas de Botero en Medellín. Dañado vagón del Metro de Medellín. Investigación exhaustiva…falta de oportunidades…educación gratuita…vigencia plena de la Constitución.
 
abogados@abogadoshurtado.com Twitter: @abogadohurtado

 
 
 
 

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En vilo, en vela y con velo.  Columna del Abogado Nelson Hurtado Obando @abogadohurtado

7/19/2020

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En vilo, en vela y con velo
​

Por: Nelson Hurtado Obando

A nivel científico, las abejas, son objeto de enorme preocupación, por su acelerada extinción con las negativas consecuencias para la vida y la producción de alimentos, etc.
 
Una de las trampas que coadyuvan la extinción de las abejas, es el balso negro, cuyas flores atraen a las abejas, a las que atrapa y asesina; una abeja cuya organización social, como la de las hormigas, podría decirse que todo lo tiene previsto naturalmente y no escapa a la trampa, a la celada, que la misma naturaleza ha creado.
 
De la comunidad humana, son miles las referencias científicas y sociológicas que remiten a aquellas organizaciones sociales de abejas y hormigas, en busca de explicaciones a las complejidades negativas que implica vivir, para el ser humano.
 
El quehacer normalizado, que hasta el 12 de marzo cumplíamos los colombianos fue abruptamente interrumpido, no por la decisión de confinamiento, sino por el confinamiento mismo en tanto descorrió el velo y nos dejó ver y sentir que el quehacer “normalizado”, en grandes áreas y sectores de nuestro quehacer vital, no correspondía al quehacer normal, holístico y sincrónico y armonioso con la propia naturaleza y que algo estábamos haciendo mal, como individuos, como personas y como sociedad. En los primeros quinces días de confinamiento muchas personas empezamos a disfrutar de cielos más limpios de contaminación, lo mismo que de ríos y mares limpios de lo cual hay bastantes evidencias en los medios, al igual que de la presencia de especies vivas en los contornos de poblados centros urbanos.
 
Sea lo que sea, la presente crisis desatada por el coronavirus no nos ha llevado a la autoreflexión, imperativa, en tanto gozamos de una naturaleza esencialmente social, de tal modo que comportamientos significativos evidenciados en la crisis nos muestran como escindidos entre “dioses y bestias” y lo más significativo con las nociones perdidas de la familia humana con un destino común.
 
En estos escenarios, han aparecido infame e impunemente, candidatos presidenciales proponiendo en general a la educación, como la cura contra todos los males que nos afligen, sin que aún la humanidad y la ciencia hayan logrado la vacuna contra el coronavirus. Educación: ¿cómo, por qué y para qué?
 
Nos atrevemos a asegurar, que en las dos últimas décadas “la educación” ha permitido mayores coberturas en todos los niveles del sistema educativo, mayor acceso a la educación profesional, técnica y tecnológica, mejores condiciones económicas para los padres de familia y de los educandos y a la par preocupantes niveles de desescolarización, por diversas razones.
 
No obstante, lo anterior, agregadas a la crisis del coronavirus han aparecido nuestras propias tragedias: niña violada por jóvenes soldados de nuestra patria, la pira humana de Tasajera, policías agresores y agredidos, toques de queda que son razón suficiente para la “expedición de contradecretos de carnaval”, hostigamiento, discriminación y agresión a médicos y personal de salud, incremento de situaciones de divorcio y hechos de violencia intrafamiliar e inocultables estrechez e incertidumbre económica.
 
No puede ser una educación para el empleo, según el horizonte mediato que le señala algún candidato en sus ecuaciones que circulan en las redes sociales, es decir, el recicle del mismo sistema bajo la falacia que describe: “serás más, si te educas, porque si te educas, ganarás más y si ganas más, podrás tener más cosas”, lo que no es admisible respecto del ser humano como fin en sí mismo y porque la realidad educativa, en países como EE. UU., ha demostrado que miles de egresados de sus más prestigiosas universidades terminan desempeñándose en empleos para los cuales no se formaron, es decir desempeñando “empleos basura”.
 
Podrá citarse las veces que se quiera una de las más populares frases de Mandela, pero si la educación se asume solo bajo las directrices económicas del mercado, de la producción, el mundo en nada va a cambiar.
 
La fastuosidad de las ciudades está en declive; sus sistemas de salud, por cierto, en algunas muy “internacionalizados”, el coronavirus les corrió el velo dejando al descubierto sus precariedades al punto que desde la bioética y el bioderecho se juega al descarte sobre quien debe recibir atención a la salud en la relación de escasez de recursos (UCI)/ años promedios de vida.
 
Seguiremos pues, en vilo y en vela y con muchos velos por muchos años, especialmente en Latinoamérica, al menos por la próxima década en materia económica según fuentes de organismos internacionales, con pérdida de miles de empleos, con la familia como núcleo de nuestra sociedad rota, disuelta.  
 
En contra de lo que enseñaron los abuelos de “no poner todos los huevos en la misma canasta”, hoy se dirige a la humanidad a poner toda su fe, toda su esperanza en la tecnología, sin que aún se hayan descorrido todos los velos, los “puntos ciegos” y los “huecos negros”, que le son inherentes.
 
Se impone la auto reflexión sobre el ser, la vida, su valor, su sentido, es decir la reflexión filosófica.
 
Como las abejas, los seres humanos discurrimos por un mundo de jardines artificiales, plantado de flores de balsos negros.

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¿Vivimos o pacemos? Columna del Abogado Nelson Hurtado Obando @abogadohurtado

7/12/2020

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 ¿Vivimos o pacemos?
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Por: Abogado Nelson Hurtado Obando 
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De tantas cosas agolpadas, en el alma y en el cuerpo, ya es imposible deshacernos a través del humano y natural ejercicio de decirlas de manera oral o escrita, con las palabras, con las miradas o con los gestos.
 
Creímos, durante largo trecho de nuestras vidas, que las palabras, las miradas, los gestos se habían puesto en nuestra corporeidad para estrujar y hacer parir a la bondad, al amor, a la cooperación, a la solidaridad y porqué no, a la caridad misma.
 
A esta edad, sentirnos rotos y desde todos “nuestros adentros”, es quizás haber alcanzado ese “conócete a ti mismo”, del cual no ha de seguirse ninguna otra búsqueda, ni ningún otro sueño, objetivo, meta o ideal, ni como individuos, ni como humanidad y para no abreviar el recorrido del reloj de la historia, quedarnos a la simple espera de la nueva extinción.
 
Y estamos rotos desde todos “nuestros adentros”, porque hay “unos afuera” que nos mantienen en vilo y nos dejan sin cupo para soportar más amargas incertidumbres, temor, miedo, egoísmo, ventaja, picardía, codicia, odio, rencor, venganza, felonía, viviendo cercados, rodeados, acosados por hordas de alexitimicos.
 
Casi cinco meses, cumpliendo como seres humanos y como personas y ciudadanos en primer orden con las “leyes naturales” de autoprotección y autocuidado de los propios “yo” y de los “yo” de quienes más amamos y en esa conducta cuidando de los “yo, de los otros” nuestros prójimos, vecinos y conciudadanos y en segundo orden, cumpliendo con las leyes de los hombres emanadas del Estado y para luego salir a la calle y ver gente y gente que va y viene como si nada pasara, sin atender la más mínima norma de reconocimiento de “los otros” y en pleno desafío de esas “leyes naturales” y de las leyes de los hombres, solo nos deja al descubierto que como especie, como humanidad y como sociedad, todo se vino abajo. No creo que el hallazgo de una vacuna contra el covid-19, sea lo que la humanidad precisa, para que cual semoviente de ganadería intensiva, deje simplemente de pacer sobre la faz de la tierra.
 
Quizás seamos muchísimos los que nos sintamos rotos desde todos “nuestros adentros” y rotos desde las palabras, los gestos, las miradas; y que nadie se atreva a dar consejo y menos intentar comunicar alguna experiencia o enseñanza o a poner algún mojón de moralidad o de ética o de tan siquiera invitar amablemente a cumplir y obedecer las “leyes naturales” y las leyes de los hombres y en nombre del bien común y enfrente de un igual y simétrico peligro común, que no tiene exenciones, no recibe coimas, no sabe de transacciones, ni de conciliaciones y menos que tenga en cuenta los apreciados patrimonios de “likes”, y las colecciones de “sonrisas con bocas de pato” de Instagram, o las  “listas de mis mejores amiguis” de las redes sociales.
 
Y nos sentimos rotos desde todos “nuestros adentros”, cuando, aun en el más propio de “nuestros adentros”, las palabras, los gestos, las miradas, las invade, las penetra y las habita el enemigo común para hacer “ochas y panochas”, adentro, donde más nos duele, en el alma y en el cuerpo, lo que no es mero asunto de estrés, de ansiedad, de depresión, ni asunto de miserables resiliencia y tolerancia. Son los de “afuera”, los que están vacíos en y de “sus adentros” los que nos han impuesto el desorden, la angustia y nos desapropian de toda noción de convivencia, coexistencia, compartir, cooperación, solidaridad, reconocimiento, respecto, bien común, humanidad, humanismo y dignidad humana. Son los “yo” vacíos en “sus adentros” de “todo otro”. Son las nuevas “joyas” hechas del mismo oro que deslumbra, pero no alumbra.
 
Rotos desde “nuestros adentros”, se percibe que el enemigo común, encontró fértiles praderas para rompernos, separarnos, dividirnos y develarnos, que, los muchos que vamos rotos, lo hemos sido en nuestra humanidad, en nuestra dignidad humana, en nuestra condición de seres racionales e inteligentes, rotos en la bondad, en el amor, en la cooperación, en la solidaridad.
 
¿Qué entonces habría de unirnos en pro del bien común, que no logró el igual e inminente peligro a que estamos enfrentados?
 
¿Es vida y humana y digna, todo este desorden? ¿Cuál el sentido: vivir o pacer?
 
Posiblemente muy equivocados, pero ni siquiera en las sociedades más primitivas se halla noticia de la inexistencia de comunión, frente a una amenaza o peligro común. Ahora solo nos queda una “solidaridad humana de cajas registradoras de grandes superficies en rotación de inventarios”. ¡Es la economía!
 
Y que no nos hablen de “derechos fundamentales”, que los que estamos padeciendo las roturas en todos “nuestros adentros”,  pariendo actos (aunque sean poquitos) de bondad, de amor, de cooperación, de solidaridad, de humanidad, de dignidad humana, de humanismo, de civismo, como actos conscientes en un estado de no-libertad, estamos vivenciando un nuevo apartheid, que, por encima  de nuestras vidas mismas, de la libertad y de la autonomía inherentes, los díscolos e inciviles, los que se niegan su propia humanidad y dignidad, cuyas existencias están vacías de sentido y de valor, han logrado imponer por vía de “mayorías” disolutas, amorfas y anónimas y encontrar eco en teóricos de toda pelambre a través de los cuales la incivilidad y el hecho delincuencial que nos abruman encuentran “misericordia jurídica”; ninguna teoría del conocimiento, ninguna epistemología jurídica, ninguna filosofía o sociología y menos en un Estado Social de derecho, podrá justificar que para hacer frente a un peligro común, el reducir o regular derechos fundamentales, sea vulgar autoritarismo.
 
Así, bien valioso resulta implorar que una familia indígena del Amazonas nos adopte y que prometemos no ir a “enseñar” nada, ni llevar ciencia alguna, ni libros, ni teóricos jurídicos, ni tenis, ni pantalones de marca, ni internet, ni Instagram cargado con fotos de “bocas de pato”, ni listas de “mejores amiguis”, ni diplomas otorgados por Google, ni oro que deslumbre…
 
Nos quedamos sin Dios y sin ley y sin autoridad, sin palabras, sin gestos, sin miradas, humanas, humanas, aun de quienes más amamos. abogados@abogadoshurtado.com  Twitter: @abogadohurtado.

 
 
 
 
 

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Educación, ¿sin “los piojos del otro”? Columna del Abogado Nelson Hurtado Obando @abogadohurtado

7/5/2020

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Educación, ¿sin “los piojos del otro”?

Por:  Abogado Nelson Hurtado Obando


Con el doctor Luis Pérez (@Luis_Perez_G), se puede estar o no de acuerdo. Ejecutor y polémico, admirado y controvertido.

Hace muchos años sostenemos que: ¡Maravilloso que el mundo haya cambiado!, lo malo, es que haya dividido a los hombres y de manera perversa, entre: los que se avienen con el cambio y de él, se lucran. Los que se resisten al cambio. Los incuantificables que no se han dado cuenta de él y el infinito, de aquellos en los que su humanidad sucumbió a la tecnología; que sea una proposición absolutamente lógica y completa, más en su adscripción que en la descripción del mundo actual, es lo que plantea la discusión, el debate, la controversia, incluido el derecho de los demás hasta de juzgar de nuestra cordura.
 
Al punto, don @sergio_fajardo ha afirmado más recientemente que no hay que ocupar el cerebro con una cantidad de saberes e informaciones inútiles, como las longitudes de ríos, altura de montañas, etc. cuando “todo eso se encuentra en Google”.
 
En esa misma línea y con enorme convicción, el exalcalde de Cartagena, una de nuestras ciudades patrimonio histórico, le dijo al mundo: “tenemos que darle herramientas a los muchachos para que verdaderamente puedan salir adelante, un muchacho de esos que estudie filosofía ¿de qué le sirve la filosofía? Si este es un muchacho que se las tiene que salir es a jugar en la calle…”  (https://www.youtube.com/watch?v=8Xi2dDQ1n2A)
 
No obstante, en su columna escrita en @PublicoRevista y en @minuto30.com, el doctor Luis Pérez G., consigna para la posteridad y respecto de la actual crisis del sistema de educación, lo siguiente: "Un curso bien elaborado para educación digital no necesita profesores tradicionales. La plataforma guía al estudiante, lo orienta, lo regaña, lo disciplina, lo forma, lo evalúa, le hace un seguimiento total, y le resuelve todas las preguntas sin ponerse de mal genio".

Seres perfectos para construir planes de negocios, pero nunca jamás formados para forjar proyectos de vida.
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Estoy de acuerdo con él en lo esencial de su afirmación; esa es la educación que se impulsa en el mundo, una educación de taller-telar, de fábrica sin altas murallas y sin chimeneas, de no-“ser ahí”, sin las complejidades de un alumno preguntón que altere el curso de las "certezas normalizadas" en el reino de las incertidumbres, una educación homogeneizada y homogeneizante, una educación sin “actos de habla”, sin dialogicidad, sin sociabilidad, sin reflexión, una educación “sin el otro”, en tanto toda posible interacción estará mediada por el “banco de respuestas” de la gran bigdata educativa, para la alta competitividad y la eficiencia y el consecuente “ahorro del Estado” de recursos por nómina oficial de profesores/pie de fuerza y de construcción y mantenimiento de grandes plantas físicas de escuelas, colegios y universidades. La educación digital, no precisará de “profesores tradicionales”, ni de niños tradicionales, ni del recreo tradicional, ni de la algarabía tradicional de los niños en sus juegos y travesuras, ni de los amigos y compañeros tradicionales, ni de los amores escolares tradicionales…la escuela habrá muerto, que al fin el último maestro hace décadas fue muerto y sepultado en la propia aula de clase.

Que todos hagan, desde sus casas, teleeducación, teletrabajo; ese espacio-tiempo llamado vivienda, hogar, convertido en centro de adiestramiento para el hacer y bajo los “enormes estímulos” del ahorro de combustible, de viajes, de gastos de transporte, de uniformes, de loncheras, de “neutralización de inseguridad”, sin la “mezcla” de los hijos de los unos, con los hijos de los otros, por lo que a las cabecitas de unos muy probablemente no las habitarán los piojos de los otros, todo lo que luce demasiado atractivo, salvo el papel de los padres ahora sí convertidos en “hacedores de tareas escolares”.

Inútil insistir; Fajardo con su “Medellín la más educada” y luego “Antioquia la más educada” y bien publicitada en las etiquetas del “Aguardiente Antioqueño”, dejó los famosos “parques educativos”, una aplicación práctica de los sugeridos por el gran estratega Z. Brzezinski, con sus tittytainment, con lo que parece que nada más ayer Litchtenberg hubiese dicho que: “Hoy en día, en todas partes se celebra el conocimiento. ¿Quién sabe, si algún día llegarán a crearse Universidades para volver a instaurar la ignorancia?” Hoy no tenemos en Medellín y Antioquia por lo menos el terror de Pablo Escobar, pero tampoco vivimos en un espacio-tiempo de no-necesidad y de no-temor. La pandemia dejó al desnudo nuestras carencias y perversidades, como individuos, como familia, como sociedad y así el discurso de la educación, per se, es de máxima incertidumbre. De aquí la preguntadera sobre si la pandemia siguió cursos causales naturales o artificiales y artificiosos. La frase de Mandela sobre la educación a que todos recurren, ya no puede ser bandera, ni causa en los tiempos que corren, es lo que de otro modo sentencia Luis Pérez.

Preocupa la “certeza” de muchos padres de familia, en la adscripción de una “inteligencia superior” respecto de un hijo de 5 o más años, que maneja a la perfección el celular, el play station, el exbox y sobre todo de cómo sale “campeón” en toda suerte de videojuegos, etc.

Muchos se asombraron de la imagen viral de un gorila que igual usa a la perfección un teléfono celular; a otros realmente lo que logró asombrarnos es cómo el celular maneja a a la gran mayoría de los nuevos “monos”.

No está equivocado Saramago al decir que: “El mundo se está convirtiendo en una caverna igual a la de Platón: todos mirando imágenes y creyendo que son la realidad”.

Así las cosas y hacia el año 2022, próximas elecciones presidenciales en Colombia, la única incertidumbre no es otra que saber, quién entre los dos: Luis Pérez y Sergio Fajardo será candidato a presidente y a vicepresidente, pues no puedo entender la proposición de Luis Pérez que he comentado, sino como la presentación mejorada, con más estilo y más buen gusto del que es el básico monotema de Sergio Fajardo. Esa decisión dependerá muy probablemente de algún tercero. “En política lo que no sea posible, es un error”.
CODA. Para tranquilidad de los posibles lectores, digo que: ni personal, ni profesionalmente estoy adscrito a ningún “ismo”, ni a ninguna “ista”, político electoral; pienso que: buscar, producir y difundir información y conocimiento, es al espíritu del hombre, lo que el aire a sus pulmones.

ÑAPA 1. Hay padres de familia que han expresado estar “encartados” con los hijos en sus viviendas, durante estos tres meses de “confinamiento, encierro o destierro” y porque además en los centros comerciales los sitios hoy paradigmáticos para “el encuentro familiar y recreación de los niños”, están cerrados.
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ÑAPA 2. Al niño se le regaló un PC portátil, porque en su pueblo sus padres no tenían $4.000 diarios para pagar sala de internet para sus tareas; ahora sus padres no tienen cómo pagar $80.000 mensuales de internet en su hogar.  abogados@abogadoshurtado.com
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