¿El miedo a la oscuridad de la noche en un cuarto sembrado de fantasmas, brujas y cocos? ¿El de una cucaracha que vuela enorme desde donde menos pensamos? ¿El de un temblor en el apartamento de un piso 20 o 25 construido con desafío a la física estructural en aras de la eficiencia económica? ¿El miedo a un legislador que a sabiendas promueve y expide leyes ordinarias a pesar de saber y tener “UTL” y asesores que le dicen que deben ser leyes estatutarias? ¿El miedo a la tenaza a la democracia desde un conciliábulo de vanidosamente pretendidos “magistrados”? ¿Cuál miedo, el del Consejo Nacional Electoral y la Registraduría y la Procuraduría que somete a los dos anteriores a “severos controles para evitar un nuevo fraude” en las elecciones del 29 de mayo?
¿La humanidad solo conoce un miedo? O ¿Tenemos “pilotos automáticos naturales” para todos los miedos?
Diríamos que el miedo es como una antinomia o un oxímoron, siendo el significante de nuestra fragilidad es también el significante de nuestra fortaleza en situación extrema cuando la libertad se reduce a optar por una entre dos opciones iguales de perversas: luchar o huir, porque no somos ni siquiera como las aves que alzando vuelo, no huyen sino que también están luchando.
¿A cuál miedo, le tenemos miedo, aquí y ahora en Colombia? Al del temblor de tierra o al de la cucaracha que vuela como dron?
El miedo que sentimos aquí y ahora en Colombia diría que no es ese miedo vital, que no es el miedo natural de la especie, que es más bien el miedo propio de los aventureros, el del azar, el de los filibusteros…
El miedo que sentimos es de una parte el que nos determina por la opción de luchar, pero que es a la vez la confusa opción huir, un miedo con todas las razones y las sinrazones, el miedo de las descreencias y de los nuevos mitos y de los nuevos dioses que antes que la fusión patrocina “<<a fisión de los núcleos “adánicos y adénicos”>> de la especie bajo el imperio de un supuesto “filosofar de lo útil”, la felicidad de la economía, acortando la vida a cuenta de prolongar los años.
El miedo regalo de los nuevos dioses, que, del agua ya no hacen vino, sino el licor ordinario que nos mantiene en estado de coma profundo por la embriaguez del tener, hasta el amor, adquirido en “cómodas cuotas mensuales y sin financiación”, todo reducido a la espuria legitimación de los deseos y los más aviesos intereses desmontando toda la estructura de la más alta conquista de la civilización humana: el derecho, reduciéndolo a anémicos procesos discursivos contemporizadores del pragmatismo y la instrumentalización del hombre, migrando a la humanidad, bajo diversas pulsiones, desde la “deseocracia” de los “nuevos paraísos” hacia la “mercanciocracia” donde aquellas adquieren materialidad en la ausencia de sentido y valor del animal humano y de la vida humana equiparado o “igualitariamente” considerado en el universo “sintiente” aun en contra de todas las escalas, cadenas y macro y microsistemas físico-químicos y biológicos, diríamos bióticos y abióticos, desde los cuales quiérase o no se edificó toda la historia de la humanidad, para su “trasteo” al universo de lo artificial y artificioso, lo que nos permite mantener la idea que repetimos que: ha sido maravilloso que el mundo haya cambiado y nos haya permitido descubrir que lo malo y perverso ha consistido en dividir a la humanidad entre: aquellos pocos que por su sentido y valor se avienen al cambio y de él se sirven y sirven; aquellos muchos que no se han dado cuenta de él; otros tantísimos que regresivamente se oponen a él y por pulsiones estrictas de dominación, excluyentes de sus “discursos identitarios e igualitaristas” y con el sin-sentido y el disvalor de “funcionales multiapartheid”, de género, sexo, raza, nacionalidad, sistema de “descreencias” y la masa incuantificable cuya humanidad sucumbió a la tecnología. Es un imposible la humanidad y el humanismo desde el cacareado “multiculturalismo” desde la proposición que como hombres somos por lo menos un 80 % "actos de habla" y un 20% fluidos, huesos, carne, desechos y deshechos, contexto en el cual el miedo rompe todo vínculo y relación lingüística constituyendo la primera falla que derrumba la estructura social porque: no podemos hablar, no podemos vivir juntos, porque no queremos-no podemos seguir reglas, que talvez sería el conjunto proposicional que hallaría, de vivir, Searle y en conjunto Habermas, Luhmann y el mismo Wittgenstein.
Quizás eso explique parte del contexto actual colombiano, que obviamente incluye las tesis de Gramsci y que los “industriales del miedo” han capitalizado desde el “elevamiento cualificado” de las masas desde el aparato educativo como producto de su homogeneización bajo la única verdad que postula respecto de la no existencia de la naturaleza humana, per se.
No de otra manera podría intentarse construir el contexto que nos horroriza; el miedo tiende a gobernar la masa indiferenciada desde la inconsciencia, diríamos que en su primera fase de “estampida psicológica y psíquica” que solo es una masa de “yoes dándose sus propias razones y corriendo en cualquier dirección”pagando todos, el alto precio de no estar nunca ninguno a salvo, porque: no podemos hablar, no podemos vivir juntos, porque no queremos-no podemos seguir reglas.
La segunda fase que puede ser cercana, lejana o usualmente coetánea con la primera, es la fase de la “estampida factual”, el miedo ascendido a terror, la gran industria de los tiempos presentes, con todo su aparataje publicitario no clandestino a través de los “medios independientes bajo la libertad de información y de prensa”, sobre lo cual fue contundente M. Thatcher y de buena fe presumimos que los medios al menos actuantes en el sistema democrático y capitalista no cobran al terrorismo, pero a él sirven y la paga la reciben indirectamente en su propio “canje monetario” el rating, increíblemente y por lo general pagado por legítimas empresas e industrias capitalistas.
Si el mundo lograse romper los “actos de habla del miedo-terrorismo”, podría avanzarse en la reconstrucción de la sociedad, del poder vivir juntos, desde el poder hablarnos. Y es que el no-poder hablarnos no es asunto que pueda considerarse individualmente, esa es la magia y el misterio del lenguaje humano, hoy roto, fracturado, en añicos.
Ergo, si desde el, no podemos vivir juntos, porque no queremos-no podemos seguir reglas, porque no podemos hablar, entonces, sí hay que hacer, darle sentido y valor al miedo, hay que derrotar el dicho antiguo y “ponerle pantalones al miedo”.
El “miedo-terrorismo político-económico-armado” usa de “todas las formas de lucha” que a pesar del “evolucionado discurso” sigue usando sus métodos arcaícos -doble moral-, sanguijuelas o garrapatas, aferradas al Estado democrático que en actitud obscena en contexto de humanidad-humanismo los recibe y ampara como simbiontes.
“Ponerle pantalones al miedo”, es no caer en los mismos “lugares comunes” de “rodear al presidente, a las fuerzas armadas y de policía, a las instituciones” dado que: no podemos vivir juntos, porque no queremos-no podemos seguir reglas, porque no podemos hablar.
“Ponerle pantalones al miedo”, saliendo de los “lugares comunes” parte de la autoexigencia individual en perspectiva de “summa”: recomponernos, hablarnos, juntarnos-unirnos y utilizando la misma táctica del miedo-terror desarrollado por Gramsci, autocomponernos para mirar y percibir la “homogeneizada única realidad” que vive Latinoamérica: el “turismo de millones de niños, jóvenes, ancianos, profesionales” sacados de sus patrias, expulsados incompletos [no migrantes] que dejan y se traen partes de sus familias, desarraigados, desposeídos de todo bien y fortuna, víctimas de las pulsiones de la dominación de un sistema que homogeniza “igualitariamente a sus conciudadanos, en la pobreza” o como bien lo dijo Winston Churchill"El vicio inherente al capitalismo es el desigual reparto de la riqueza; la virtud inherente al socialismo es el equitativo reparto de la miseria".
“Ponerle pantalones al miedo”, es salir de los “lugares comunes” es poner a <<hablar todos nuestros “yoes”, desde los tractocamiones, buses, autos y motos quemados en las carreteras y desde los ciudadanos, soldados y policías asesinados a bala o degollados, porque abrieron sus negocios o no atendieron el horario y desde los pueblos fantasmas que dejan estos días de miedo-terror>>.
Como decía un amigo: “mi apreciado don Fulgencio, usted queda interinamente hijueputa, hasta nueva orden” y hasta nueva orden estos días de miedo y terror, que no es asunto de simple delincuencia con origen en el narcotráfico y por la sola extradición, quiérase o no del conocido connacional; quizás no llegue a conocerse la historia completa y así como no pueden descartarse vínculos con algunas autoridades del Estado, corruptas e infortunadamente a todos los niveles y en muchas de sus instituciones, no es menos cierto que de igual modo deban descartarse los nexos corruptos, entre la industria de la droga a nivel mundial y muchos de los sectores políticos, unos más que otros, en la escena electoral colombiana.
Hay exigencias claras a todo el sector productivo nacional, lucha de frente contra toda práctica empresarial privada corrupta y contra sus agentes corruptos y la misma lucha dentro del Estado y abrir las orejas, más que los ojos, pues los ríos subterráneos corren tranquilos aunque tormentosos y Churchill “no les va a durar toda la vida” y por más que crean en los “pikettes” de los nuevos ejércitos…
¿Miedo a qué? A todo y a nada, desde la inconsciencia del no saber que el punto final de toda existencia nos descubre en la triste realidad actual, que somos: "summa" de desechos y deshechos.
Alguna vez un hombre contó que hubo un terremoto, un cataclismo que acabó con todo el mundo y sólo él había sobrevivido; recuperado un poco de tan verraco susto y del milagro de tener la misión de repoblar la tierra, se dio a la tarea de ordenar aquel desastre y para lograr liquidez para el proyecto, empezó por vender edificios que quedaron en pie, fincas, casas, apartamentos, autos particulares, aviones, barcos, taxis, buses y hasta el Metro de Medellín…todo, todo y de repente…una voz del más allá le preguntó: “¿Y a quién le vendiste todos esos bienes?” y el muy cínico respondió al preguntón: “ A la calavera de tu madre”.
El gran jusfilósofo Juan A. García Amado, en su gentil respuesta a uno de mis tuits, dijo: “Saludos Nelson. A este paso, necesitarán un exorcismo. A partir de cierto grado de irracionalidad, la crítica jurídica deja de tener sentido” lo que cae como anillo al dedo ante varios despropósitos en las Cortes, el Consejo Nacional Electoral, la Registraduría, etc. de Colombia. Casi me petrifico del miedo.
A este tiempo vital, madrugar no es nada distinto a preguntar, ¿cómo crees que te amanece más temprano, juventud?
Un ser humano desapropiado de la palabra, de la esencia humana vital del lenguaje, ningún humanismo ha de esperarse cuando sus acciones han sido escindidas de los verbos rectores. El lenguaje del derecho es el lenguaje del hombre y el “nuevo bolívar petrificado” ya nos mostró cómo de la muerte, las turbas hacen del sepelio, carnaval anticipado…¡Entonces que viva nuestro miedo!
Ergo, pa´no quedar como ciudadano fósil, como Lot y en estatua de sal convertido, mi voto será por FICO…porque yo no me petrifico: no te petrifico, no les petrifico, para la vida, la libertad, la justicia, la democracia, el derecho, porque podemos hablar, porque podemos vivir juntos, porque queremos y podemos seguir reglas.
¡FELICITACIONES! A las madres vivas, a las madres muertas y a las madres vivas que vamos y nos van lentamente matando. Todos los días, son días de la madre y hoy no es día para llevarlas a hacer fila en un restaurante por un plato de lentejas...