• Voz Jurídica
  • Editorial
  • Columnistas
    • Columnista Abogado Nelson Hurtado
    • Columnista Abogada Gloria Yaneth Velez Perez
    • Columnista Manuel Esteban Florez Insignares
    • Columnista Abogada Diana Muñoz Castellanos
    • Columnista Abogada Beatriz Suarez Duque
    • Columnista Abogada Clara Patricia Cano
    • Columnista Abogado John Reymon Rúa Castaño
    • Columnista Abogado Keivin Cardona Theran
    • Columnista Victor David Aucenon Liberato
    • Columnista Abogado Adrián Argüelles Pertuz
    • Columnista Abogada Paola Marcela Gil Morales
    • Columnista Abogado Jorge Eduardo Fonseca Echeverri
    • Columnista Francisco Javier Castellanos Romero
    • Columnista Abogada Zinzi Melissa Cuesta Romaña
    • Columnista Ocasional Abogada Coleen Krijgsman Miranda
    • Columnista ocasional Abogado Sergio Luis Mondragón
    • Columnista Abogado César Alejandro Osorio
    • Columnista Abogada Cathalina Sánchez
    • Columnista Abogado Alejandro Sánchez
    • Columnista Abogado Fernando Soto
  • Principios y Derechos
    • Derechos Sociales, Económicos y Culturales
    • Derechos Ambientales >
      • Normas sobre medio ambiente
    • Mecanismos de defensa
    • Servicios Públicos >
      • Sobre Educación
      • Sobre Educación >
        • Marco juridico constitucional de la educación en Colombia
  • Enlaces de interés
    • Entrenamiento y Oportunidades
    • Sistema Único de Información Jurídica
    • Rama Judicial >
      • Corte Constitucional
      • Consejo de Estado
    • Senado de la República Colombia
    • Cámara de Representantes Colombia
    • Congreso Visible
    • Contraloría General de la República
    • Procuraduría Generla de la Nación
    • Súper Industria y Comercio
    • Ministerio de Educación
    • Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible
    • Ministerio de MInas y Energía
    • Reforma a la Salud Colombia
  • Abogados
  • Contáctenos
  • TÉRMINOS DE USO DEL PORTAL VOZ JURÍDICA
vozjuridica.com

​La “unanimidad democrática” Columna del Abogado Nelson Hurtado Obando. Twitter: @abogadohurtado

11/28/2021

0 Comentarios

 

​La “unanimidad democrática”
Por: Abogado Nelson Hurtado Obando
​

Twitter:  @abogadohurtado

Hubo una época en que elegíamos a los mejores ciudadanos y los honrábamos ungiéndolos con el voto secreto en sus dignidades de concejal, diputado, congresista, presidente o con sus nombramientos de ministros, embajadores, cónsules, alcaldes, personeros, contralores y hasta era honrosa dignidad ser el director o “jefe” del partido morado, blanco o desteñido y eran instantes de gloria: la campaña, los discursos, el “día de votaciones”, el escrutinio, la posesión y el homenaje a los elegidos y la puesta en ejecución de “las promesas de campaña” cuando aún la solución de las necesidades comunes se forjaban incluso contrariando los dictados de “la economía y el mercado” y porque no existía la obligación del “programa de gobierno y su registro”, ni la posibilidad de “revocatoria”…
 
Fueron aquellos tiempos en los que por su sentido y valor “las promesas de campaña” no dejaban confiado su apoyo y garantía como en “las manos de un enemigo” la amenaza revocatoria.
 
Fue la época de la patria de las promesas, sí, esa patria que se nos quedó en el alma desde la escuela en el diario vivir y de la que no olvidamos su triple “password”: himno, bandera y escudo; esa patria que descubrimos y conquistamos con la “Carta a García” nuestro “GPS” o mayor desarrollo tecnológico y una cajita de madera multiusos que contenía “las regletas de color”, un estantico burdo de madera que llamamos biblioteca donde reposaban Pombo, Esopo, Fedro, La Fontaine…y en medio de las selvas de olor y verde fresco las reuniones y asambleas de los animales casi todas presididas por el rey León y en las que no era menos importante el “pobre burro” a pesar de sus ojos condenados eternamente solo a “mirar sus cuatro cascos”.
 
En esa patria de las promesas la única cura definitiva para un dolor de muela llegaba cada seis meses con el odontólogo que enviaba el gobernador desde la capital y el cual traía dos opciones: sanar la carie rellenando la muela con amalgama de “platino” o extrayéndola y sin exageración casi que con un alicate o unas tenazas y ni qué decir de la remisión de un paciente a la capital en volqueta o en camión…pero se remitía y si regresaba vivo lo hacía bien sentado en el bus o línea y si muerto en el féretro de madera fina en el capacete de un camión…doblaban las campanas…el pueblo se hacía muchedumbre, los huertos siempre tenían cartuchos blancos y a pesar de la muerte la vida siempre estaba florecida, la soledad no acompañaba ningún sepelio en la patria, aquella, que fue la patria de las promesas.
 
Impura, imperfecta, inculta, era la democracia y la patria de las promesas, aquellas en la que estábamos vitalmente “interconectados”  por el más veloz “internet”: un hueco hecho en el anjeo de alambre que separaba los solares de las casas y a través del cual se completaba de cada quien su “mínimo vital” en la ofrenda que unos a otros hacían de productos traídos de sus fincas: una mano de plátanos o de bananos, una “yuca de algodón”, huevos frescos, un quesito o una bola de mantequilla, una “pucha” de fríjoles verdes, etc.
 
Fue la época de la patria y de la democracia de “…los mundos sutiles
Ingrávidos y gentiles…”  y que como a las novias descorazonadas, no sabemos cuándo, pero, “pasó lo que tenía que pasar”.
 
Nos prometieron sepultar esas viejas democracia y patria de promesas, de los “elefantes blancos, las obras inconclusas, los peculados, la inseguridad en todos sus niveles…”.
 
No es añoranza por el pasado y mucho menos afirmar que “todo pasado fue mejor”.
 
Pero, es la sospecha, que talvez fuimos anticipados al “metaverso” y que entre la democracia y la patria de las promesas en su tránsito al Estado Social de derecho y democracia participativa [estado de bienestar] fuimos despojados de palabras-conceptos y de sus sentidos y valores de tal modo que la democracia y la patria de promesas, en contextos de escasez y pobreza eran vitalmente vivencias de tendencia al bien común a lo que frontalmente resulta antagónica la actual “democracia y patria de programas de gobierno, POT, Planes de desarrollo” y a pesar del contexto de abundancia de recursos económicos, fiscales, científicos y tecnológicos.
 
Es sutil la diferencia y mayor el equívoco; si en la democracia y en la patria de promesas reinaba la afirmación que “la voz del pueblo era la voz de Dios” en la democracia y en la patria de “programas de gobierno” se proclama que “la voz de dios es la voz del pueblo, grata a sus oídos”.
 
Democracia y patria de programas de gobierno, de tal modo que <<dios tomó cuerpo y “en su voz” creímos que hablaba el pueblo>> y no importó que “su palabra tiene sentido, valor y precio” en tanto <<es dios de un pueblo “sin voz y sin palabra”, moldeado a su propia y útil imagen y semejanza” vaciando de todo contenido plausible de sentido y valor la promesa de bondad a la familia humana.
 
De tal manera que hecho dios de “la revocatoria” su refugio, laberinto inexpugnable a través de “todo su poder y su gloria” y a buen recaudo con toda su armería en las manos de insaciables centinelas que modulan el séquito de plañideras.
 
No había discusión en la democracia y en la patria de promesas respecto a que a pesar de la poca ilustración y de la montaña de defectos que como personas nos habitaban, además de la creencia, teníamos confianza en elegir a los mejores prójimos, a los mejores ciudadanos bajo una sola causa: procurarnos el bien común y a buena fe que lo logramos: carreteras hechas a pico y pala, escuelas rurales edificadas en terrenos de los que no dudaban en desprenderse sus propietarios, carreteras y acueductos que no requerían de expropiación, ni paga de las fajas de terreno que cruzaban, restaurantes escolares cuyas provisiones no estaban mediadas por contratos, ni por paga del erario…
 
Así, en esa democracia y patria de promesas, se vivía la democracia y para la democracia en el bien común y las posibilidades democráticas en orden riguroso en toda elección o nombramiento, no eran sino dos: elegir o nombrar al mejor o equivocarnos y elegir o nombrar el peor, caso en el cual la solución constitucional y legal administrativa era de minúsculo expediente.
 
En la democracia y patria de programa de gobierno, nada está unido y todo está atado, maniatado y prisionero; el dios ya no dividió el mar para que pasara su pueblo, no; el dios aprovechado de su “infinita sabiduría” sometió a “su pueblo” a “fisión democrática” y en “reacción en cadena” y sin desaprovechar tampoco la [con]fusión propia de la megalomanía se solaza impertérrito en la contemplación de la estela de un barco que naufraga.
 
Es la enorme diferencia entre una democracia y una patria de promesas y una democracia y una patria de programas de gobierno; es la diferencia que ponen la bondad, la comunidad y el bien común frente a la utilidad, el interés, el ánimo de lucro; es la diferencia entre tender al bien sin alcanzarlo y el romper y hacer añicos la esperanza, la buena fe, la civilidad, el civismo, que rompe entre los animales humanos la palabra y con ella la familia humana, la humanidad y el humanismo…quizás por eso muchos somos los que sentimos que los animales de especies inferiores nos aman y nos aman de verdad o por lo que muchedumbres se han entregado a “las lisonjas tecnológicas y de las redes sociales”.
 
A la familia humana en la democracia y en la patria de programas de gobierno, no puede ser opción elegir o nombrar entre: buenos, tibios, regulares, malos y mucho menos bajo la opción de no-libertad, de no-dignidad humana que es a lo que nos conduce la “unanimidad democrática” eligiendo o nombrando “al menos malo de todos”.
 
Nada puede ser la democracia y la patria de programas de gobierno, si aun llegando a tener y de verdad, todas las manos desarmadas, el alma, el corazón, la mente y el espíritu de cada hombre y ciudadano siguen a reventar de interés, de ánimo de lucro personalísimos, de ventaja indebida, de trampa, de codicia, en un ir de legítima competencia a impúdica guerra de sobrevivencia bajo la ley del “sálvese quien pueda”. Nadie puede hacerse abogado, en la esperanza de hacerse hombre. Hay silencios de ensordecedor ruido de unanimismo, consenso, transacción que no son nuestro destino.

0 Comentarios



Deja una respuesta.

    Voz Juridica.com

    ISSN 2256-5051

    Columnista On Line

    Abogado Nelson Hurtado Obando

    Imagen
    Abogado Nelson Hurtado Obando abogados@abogadoshurtado.com

    A continuación por fechas encuentre todos los Artículos del Abogado Nelson Hurtado Obando

    Marzo 2023
    Febrero 2023
    Diciembre 2022
    Noviembre 2022
    Octubre 2022
    Agosto 2022
    Junio 2022
    Mayo 2022
    Abril 2022
    Marzo 2022
    Febrero 2022
    Enero 2022
    Diciembre 2021
    Noviembre 2021
    Octubre 2021
    Septiembre 2021
    Agosto 2021
    Julio 2021
    Junio 2021
    Mayo 2021
    Marzo 2021
    Febrero 2021
    Enero 2021
    Diciembre 2020
    Noviembre 2020
    Octubre 2020
    Septiembre 2020
    Agosto 2020
    Julio 2020
    Junio 2020
    Enero 2014
    Diciembre 2013
    Noviembre 2012

    Acceda a otras columnas del autor

    Canal RSS

Información de interés

"Este es un portal de Investigación, formación e información jurídica con ISSN que incluye espacios de opinión destinados a Abogados Columnistas, Blogueros y similares. Las opiniones expresadas en sus columnas y escritos pertenecen exclusivamente a los autores que voluntariamente han querido participar remitiendo un escrito o columna al medio de formación e información jurídica Voz juridica.com y no reflejan, necesariamente,  la opinión o posición de Voz Juridica.com.

Contáctenos en: direccion@vozjuridica.com y en el teléfono: 3108371657 - Recuerde que este sitio se encuentra protegido por el derecho de propiedad intelectual - lea los términos y condiciones de uso - Copyright © Grupo de Investigación Sociojurídica GI-IURE - Webmaster: VÉLEZ PÉREZ, Gloria Yaneth