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¿En red o enredados? Columna de la Abogada Gloria Yaneth Vélez Pérez @JuridicaAsesora

4/25/2021

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¿En red o enredados?
 
Por: Abogada Gloria Yaneth Vélez Pérez

La Pandemia puso sobre la mesa el trabajo en red, éste que era una excepción y de uso secundario, se convirtió en una prioridad porque permite la comunicación para no parecer muertos en vida con ocasión del encierro y el distanciamiento social.
 
La única forma hallada como posible para mantener un poco lo que se tenía en lo académico y en lo laboral, fue la virtualidad y el trabajo remoto, en fin… las despreciadas TIC por parte de muchos y que era el privilegio de pocos (me cuento). Sin embargo, rápidamente se le dio acogida a la tecnología, tanto en software como en hardware y, por su puesto, se habilitó el internet porque para qué una tecnología bien sofisticada si con ella no se puede interactuar con el mundo exterior que para lo académico y lo laboral, es más que estar en un grupo de telegram o de whatsapp o de cualquier otro medio de mensajería instantánea.
 
A la internet, conocida como la red de redes, se le dio un vuelco total porque en ella se empezó a depositar todo lo que se tenía físicamente acumulado y dispuesto y se construyó, en un corto tiempo, un mundo paralelo que ha permitido, por aquello de la adaptación de las especies, mantener, al menos por muchos, una actividad no solo laboral y académica, sino también social y comercial con un aumento exponencial de consumidores, porque atrajeron a quiénes antes les era imposible considerar que la virtualidad y lo remoto era posible, porque lo más cercano que de inalámbrico conocían era el control remoto del televisor.
 
Todo lo que describo, también ha posibilitado aumentar contactos, conexiones, adherir a grupos, eventos, nuevos comercios, en fin… nueva redes, no obstante, la premura por aparecer, estar y sonar, mantener vigencia como dicen algunos, no ha permitido hacer el filtro que nos enseñaron desde la niñez… no se junte con desconocidos, aún así lo hemos hecho; o lo que nos dicen los expertos en ciberseguridad: no entregue sus datos por la red, pero también lo hemos hecho, sin mirar barreras y sin considerar fronteras, sobre todo cuando el comercio y servicios lejanos, el internet los volvió cercanos.

Y en ese orden de ideas, sin mirar a quién y con quién nos estamos juntando, compartiendo, divirtiendo, comunicando y socializando, hoy el inventario nos indica que no son pocos los grupos a los que nos hemos unido, las nuevas personas que seguimos y nos siguen y los nuevos aprendizajes que por esa causa hemos obtenido. Y... ¿bueno o malo? ¿quién sabe? De todas maneras, con pandemia o sin ella, siempre hay que ser cautos.
 
Particularmente, he conocido y descubierto Colegas y Académicos increíbles de quiénes he aprendido bastante y lo sigo haciendo, porque es la obra y el autor juntos como una realidad concreta y maravillosa, pero, tristemente, también he perdido otro tanto de esos nuevos conocidos porque las complicaciones que causa el COVID-19 a veces no dan otra oportunidad, por eso para ellos que, por fortuna, se les descubrió sólo lo bueno, un gracias, un abrazo y un paz descansen en la eternidad y se les recordará su legado.
 
Para los que quedan y con quiénes hoy estamos enredados, es decir con quiénes hoy hemos podido, desde el significado positivo de la palabra enredar, esto es, enlazar y entretejer simpatía académica, laboral, comercial y social, la invitación es a trascender en un constructo en red, para salir de la pasajera conexión que no nos tiene en red, sino enredados y que por bien enredados que estemos, demanda empezar a consolidarse como comunidad, esa nueva comunidad que se ha gestado en redes y que será de los aspectos positivos que nos queden de lo que estamos vivenciando con ocasión de la pandemia, eso si... siempre que le apostamos a un positivo tejido. 
 
Desde hoy pensemos la respuesta a la siguiente pregunta: ¿de la pandemia salimos en red o enredados?.

PD: Seguramente muchos dirán que esta columna no es jurídica, pero argumento en su favor que sí lo es, porque está construida desde una realidad fáctica y desde el riesgo, sin perder el valor que la confianza tiene para construir nuevas amistades y redes de cooperación.


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Ni el César se atrevió a tanto: ¿Reforma Tributaria colombiana escan-DOLOSA? Columna de la Abogada Gloria Yaneth Vélez Pérez @JuridicaAsesora

4/18/2021

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Ni el César se atrevió a tanto: ¿Reforma Tributaria colombiana escan-DOLOSA?

Por:  Abogada Gloria Yaneth Vélez Pérez

“Dad a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César”. Esta sabia respuesta de Jesús de Nazaret a los hipócritas y fariseos en relación con la obligación de pagar impuesto al César, ha dejado claro que hay que saber distinguir lo que corresponde hacer en cada caso. Lo espiritual demanda unos comportamientos y deberes y lo terrenal, igualmente. 
 
Se ha propuesto en Colombia una reforma tributaria escandalosa y “escan-DOLOSA” porque con toda la intención que puede caber en la mente de un grupo de personas, se busca en plena pandemia gravar hasta los servicios funerarios y de cremación y claro... si el vivo le debe al César debe pagar, porque si no está muerto que pague impuesto, pero en la Colombia creativa: si fallece más impuesto merece, porque si la pandemia es causa de muerte masIVA, con la reforma... que haya muerte más IVA. Es que ni el César se atrevió a tanto.
 
Una pandemia que ha sido devastadora para la economía, las relaciones familiares y sociales, las actividades laborales, académicas, deportivas, entre otras tantas. Que, además, emocionalmente ha mermado los deseos de vivir de muchos, que ha terminado con familias completas y que ha truncado proyectos de vida, porque los ingresos no alcanzan ni para el AHT (Arroz, Huevo y Tomate), no ha logrado conmover a unos gobernantes para que ajusten su forma de gobierno y de administración, mediante la optimización de recursos, con el fin de mejorar las condiciones de vida, sino que en su lugar se han sentido motivados (creativos) y han acudido al eufemismo de la “solidaridad sostenible” para sacarle, con toda la intención, el dinero a la clase trabajadora, ese dinero con el que apenas logra una apretada subsistencia.
 
La reforma es absolutamente desproporcionada, injusta, inoportuna e inconveniente. Nada de lo que se ha incorporado en la exposición de motivos justifica lo impropio del proyecto por el alcance que se le da para que afecte e impacte al que menos tiene y al que menos puede, porque todo lo debe.
 
Ese infortunado proyecto de reforma tributaria hace que se cuestione la forma cómo se está ejerciendo la autoridad, para lo cual cito un pasaje del libro el principito en el que con sabiduría escribió Antoine de Saint-Exupery, autor del mismo, especialmente en el acápite: El principito, el rey y el arte de saber mandar, lo que a continuación se describe:


“En el episodio X el principito se encuentra con un solitario rey, de un planeta tan pequeño, que su manto de armiño ocupa casi toda la superficie. Es un rey de un reino minúsculo, sin súbditos, sin embargo sabe muy bien lo que es dar una orden. En el diálogo que se abre a continuación entre ambos se explica lúcidamente la esencia de lo que es la autoridad, de lo que es dar órdenes para ser obedecidas.

 “-Si yo le diera a un general la orden de volar de flor en flor como una mariposa, o de escribir una tragedia, o de transformarse en ave marina y el general no ejecutase la orden recibida ¿de quién sería la culpa, mía o de él?

-La culpa sería de usted -le dijo el principito con firmeza.


-Exactamente. Sólo hay que pedir a cada uno, lo que cada uno puede dar -continuó el rey. La autoridad se apoya antes que nada en la razón. Si ordenas a tu pueblo que se tire al mar, el pueblo hará la revolución. Yo tengo derecho a exigir obediencia, porque mis órdenes son razonables.”

¿La reforma tributaria se parece a una orden al pueblo para que se tire al mar con las funestas consecuencias que tal orden puede traer por tan irrazonable decisión?. La respuesta se la dejo al lector, bueno... al contribuyente y a sus herederos.

Pero lo que sí hago es repetir: ni el César se atrevió a tanto.

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Todos tenemos COVID - 19 y el único tratamiento no es la vacuna... entiéndalo. Columna de la Abogada Gloria Yaneth Vélez Pérez @JuridicaAsesora

4/11/2021

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Todos tenemos COVID - 19 y el único tratamiento no es la vacuna... entiéndalo
 
Por:  Abogada Gloria Yaneth Vélez Pérez

Los efectos e impactos del COVID-19 los hemos sentido todos. El mundo fue transformado, así como las formas fueron modificadas y los hábitos y el modo de vernos, tratarnos y asumirnos también se vio afectado e impactado.

De hecho, todos estamos infectados del COVID-19, porque mientras a unos este virus los tiene en UCI o aislados con tratamiento, a otros nos tiene encerrados padeciendo otras dolencias, preocupaciones, patías y otra serie de perturbaciones.
 
El COVID-19 es un problema y partiendo de comprender que un problema es lo que a un grupo de personas les sucede, mentiría quien afirme que no tiene COVID-19. Tal vez no lo tenga alojado en su cuerpo afectándole directamente la salud, pero no podrá negar que lo tiene alojado en su entorno familiar, social, laboral, recreativo, entre otros. 

El COVID-19 ha cobrado muchas vidas y sigue haciéndolo. Esto ha causado dolor en quiénes han sufrido las pérdidas humanas, pero, aunque muchos otros no han visto morir a sus familiares y amigos, no quiere decir que no tengan otra clase de muertes (pérdidas) por esa causa, como es por ejemplo la pérdida de: negocios, empleos, relaciones, matrimonios y oportunidades. Estas son pérdidas, y aunque unas son irrecuperables, todas son causantes de dolor y sufrimiento.

Hoy el COVID-19 se combate con:
 
  1. La vacuna que, si bien no impide el contagio, si mitiga la gravedad de los efectos en la salud
  2. El uso del tapabocas, el lavado de manos y la distancia social (entiéndase distancia, no alejamiento, ni marginación social)
  3. Aislamiento por síntomas
  4. Hospitalización por síntomas de alta gravedad
 
Cada uno de estos tratamientos se aplican según el estado y las particulares condiciones y solamente uno de ellos depende de la voluntad de cada persona consciente de su importancia para proteger lo más preciado que es la vida.  De cada uno pende, pues, el uso del tapabocas, el lavado de manos y la distancia social.
 
Así que la única forma de recuperar algo de la vida que teníamos y que llamamos, nombramos, reconocemos y añoramos como normal, es asumiendo los cuidados que los científicos aconsejan para hacerle frente a la pandemia de forma oportuna y preventiva y como si fuera un tratamiento sin el cual la enfermedad no se cura.  
 
¿Quiere recuperar su vida, lo que llamaba vida, lo que consideraba vida o lo que le vendieron que era su vida o al menos una vida? Entienda, entonces, que todos tenemos COVID - 19 aunque aún no lo tengamos alojado en el cuerpo  y que el único tratamiento no es la vacuna, sino otros también preventivos como el lavado de manos, el uso del tapabocas y el distanciamiento social. 
 
Ahora, quien crea que no tiene COVID-19, trate de hacer su vida en la forma que la conocía y si encuentra que no le es posible, pregunte por qué y la respuesta que obtendrá es que hay una pandemia ocasionada por el COVID-19 que ha afectado la normalidad y ¿no es justamente lo que hacen las enfermedades… afectar la normalidad?.

Si, a pesar de lo anterior, sigue dudando que no tiene COVID-19, no observe las medidas sanitarias que ha señalado el gobierno para evitar o prevenir la propagación del virus y camine sin tapabocas, vaya a trabajar con resfriado, estornude sin protección y no acoja el distanciamiento social y verá cómo podría ser tratado como si portara el virus y quedar incurso en los delitos consagrados en los Artículos 368 y 369 del Código Penal que taxativamente señalan:

“Artículo 368: el que viole medida sanitaria adoptada por autoridad competente para impedir la introducción o propagación de una epidemia, incurrirá en prisión de cuatro a ocho años.

Artículo 369: el que propague epidemia incurrirá en prisión de cuatro a diez años.”


Y sumado a lo anterior, también podría ser destinatario de la aplicación de la Ley 1801 de 2016 por presunta vulneración de normas que violen o pongan en peligro la salud pública.

Si decide no creerle a los científicos, ni atender a las autoridades, considere lo espiritual desde la Profecía de Isaías 26 20 y 21: "
20.Entra, pueblo mío, en tus habitaciones y cierra las puertas tras de ti; escóndete un momento hasta que pase la cólera. 21.Porque Yavé está saliendo de su morada para castigar la maldad de los habitantes de la tierra. La tierra dejará ver la sangre derramada y no esconderá más a los que fueron degollados."

Si lo espiritual tampoco lo mueve a aplicarse el tratamiento preventivo, antes que los correctivos, esperemos que no tengamos que elevar por su usted un ¡Requiem!.

Leia mais em: https://www.bibliacatolica.com.br/biblia-latinoamericana/isaias/26/

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El deber de solidaridad: letra muerta. Columna de la Abogada Gloria Yaneth Vélez Pérez @JuridicaAsesora

4/4/2021

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El deber de solidaridad: letra muerta
​

Por:  Abogada Gloria Yaneth Vélez Pérez

Colombia de acuerdo con el Artículo 1 de la Constitución Política es un Estado social de derecho, fundada, entre otros, en la solidaridad de las personas que la integran. Y esta declaración implica acción real y material, de allí que no en vano dentro de los deberes de la persona y del ciudadano establecidos en el Artículo 95 constitucional, se contempló en el numeral 2 que como personas y ciudadanos nos corresponde “2. Obrar conforme al principio de solidaridad social, respondiendo con acciones humanitarias ante situaciones que pongan en peligro la vida o la salud de las personas”[1].
 
Muchos, sino la mayoría, o tal vez todos, entendemos qué significa la solidaridad, sobre todo desde una perspectiva unilateral, es decir, desde una aspiración de ser recibida cada que se necesite de los otros. No obstante, la consideración y anhelo de brindar esa solidaridad de manera desinteresada con actos y hechos concretos, lejos está de ser una realidad, sobre todo cuando la solidaridad se le ha dejado a la filantropía, al voluntariado, al personal de salud, a la Cruz Roja, a los Bomberos y a las organizaciones religiosas que tienen en su objeto servir desinteresadamente, con desprendimiento y desapego de lo terrenal, para que puedan sobrevivir los mundanos con lo mundano.
 
La solidaridad no ha logrado ser comprendida como una moneda que requiere intercambio (ley de la circulación), reciprocidad y acciones que la concreten y ello es muy infortunado porque hay épocas en las que la solidaridad no solo es necesaria, sino que es una condición indispensable, sine quanon, para poder conservar lo fundamental o, al menos, mitigarle el riesgo de pérdida o afectación. Y uno de esos momentos que demandan de la solidaridad, es el que atraviesa la humanidad por causa del COVID-19 que provocó una pandemia por su nivel de contagio y expansión transfronteriza y la inexistencia de un tratamiento ab initio de su descubrimiento y que aunque un año después ya hay vacunas para combatir el contagioso virus, su producción, adquisición, distribución y aplicación no brindan, aún, la confianza necesaria porque ninguna de estas fases es masiva, aunque todas si son confusas.
 
La solidaridad es un asunto que nos atañe a todos, de hecho como ya se leyó, tiene expresa consagración constitucional como deber jurídico, sin ideología religiosa, que crea responsabilidades y por tanto no puede seguir siendo ignorada y considerada como un tema de naturaleza religiosa exclusivamente, aunque es claro que las organizaciones religiosas la practican preferentemente, la reflexionan constantemente y la traducen con frecuencia para mantener su actualidad como lo hizo el Papa Francisco en su Encíclica Fratelli Tutti de octubre de 2020 en la que dijo sobre la solidaridad, entre otras cosas, que:


“115. En estos momentos donde todo parece diluirse y perder consistencia, nos hace bien apelar a la solidez[88] que surge de sabernos responsables de la fragilidad de los demás buscando un destino común. La solidaridad se expresa concretamente en el servicio, que puede asumir formas muy diversas de hacerse cargo de los demás. El servicio es «en gran parte, cuidar la fragilidad. Servir significa cuidar a los frágiles de nuestras familias, de nuestra sociedad, de nuestro pueblo». En esta tarea cada uno es capaz de «dejar de lado sus búsquedas, afanes, deseos de omnipotencia ante la mirada concreta de los más frágiles. […] El servicio siempre mira el rostro del hermano, toca su carne, siente su projimidad y hasta en algunos casos la “padece” y busca la promoción del hermano. Por eso nunca el servicio es ideológico, ya que no se sirve a ideas, sino que se sirve a personas»”[2]

Lo expresado por el Papa Francisco llena de contenido la solidaridad que queda atada al servicio, a la fragilidad, a lo vulnerable, a la necesidad. En ese contexto ¿Qué clase de solidaridad nos exige la pandemia? ¿a qué estamos llamados con respecto a los otros? ¿Qué es lo que podemos identificar cómo frágil y vulnerable que requiera de nuestro servicio y disposición? Innegable que la vida es la que está en riesgo, la propia y la de los otros, y que lo que se espera de cada uno como un acto de responsabilidad es el distanciamiento social, el uso de tapabocas o barbijos y el lavado frecuente de manos, sin embargo: ¿Qué tanto estamos aplicando tan sencillas y al mismo tiempo complejas reglas? ¿Qué tanto estamos mostrando y demostrando que nos importa la propia vida y la vida de los demás?

Aunque cada lector puede dar una respuesta, a la fecha de esta columna una fuente para aproximar respuestas es el hecho de que con corte al 2 de abril de 2021 se encuentra como noticia que:


“Desde marzo del 2020, cuando se registró el primer caso, Colombia acumula 2.428.048 infecciones.

De todos esos casos, 2.300.887 ya están recuperados y 55.062 son los casos activos.


Bogotá es la zona más afectada por contagios, con 690.844. Le siguen Antioquia (con 380.298), Valle del Cauca (con 209.698), Atlántico (con 156.344) y Cundinamarca (con 111.526).”[3]

Como ejemplo concreto son los datos de ocupación UCI en el Departamento de Antioquia y en Medellín que según lo reportó La República: “En el caso del departamento, la ocupación llega a 91,9%, mientras que en Medellín el porcentaje está en 97,7%... y en esta ciudad hay una alta población de jóvenes”[4]

Estas cifras son lamentables, preocupantes, escandalosas y alarmantes por cuanto reportan un aumento de contagios en los últimos días producto de cuidados no adecuados por parte de muchos de ellos, es decir, del no cumplimiento de las reglas básicas: lavado frecuente de manos, uso de tapabocas o barbijos y distanciamiento social y ello se confirma con las recientes noticias relacionadas con un alto número de fiestas y paseos sin la observancia de los protocolos y medidas de bioseguridad, lo cual denota que quienes han decidido participar de esas actividades, poco sentimiento de solidaridad sienten, dejando, al mejor estilo del dolo eventual, el resultado del contagio y de contagiar, al azar. Seguramente hay otros que se contagiaron de forma desprevenida.

Claro que para todos los que hoy se encuentran en UCI luchando por su vida con ocasión del contagio por COVID-19, o a la espera de una de esas unidades o con tratamiento en la casa por la misma causa (haya sido por descuido o no), se les envía un saludo solidario y los mejores deseos por su pronta recuperación.

No obstante, sí se repara y reflexiona en relación con que hay que ser capaces de aplazar el placer y el deseo consumista en un momento histórico en el que la humanidad afronta una pandemia que, aunque ya tenga en fila una suerte de vacunas, ellas no alcanzan a eliminar el virus que la causa, ni son suficientes para restablecer en el inmediato plazo la economía y menos para devolver vidas y bienes.  Poner por encima el placer y el deseo consumista en esta época, son actos, o mejor… son conductas, de personas poco responsables consigo mismas y con los demás que muestra una carencia de solidaridad.

No observar los mínimos cuidados para protegerse y proteger a los otros es una falta de amor propio y de amor al prójimo, es perder de vista que Ignorar lo importante (en este caso medidas de bioseguridad) puede ser la causa de muerte mañana, pero no solo para los contagiados, sino para quienes padecen otras enfermedades y que no podrán ser atendidos con prioridad porque deberán ceder su turno a quienes decidieron cargarse el riesgo del contagio y atenerse a la solidaridad de los otros.

La salud, la vida y la solidaridad son hoy, aunque siempre lo han sido, una triada inescindible.  El egoísmo, el individualismo, la falta de conciencia de sí y en relación con los otros, que lleva a poner por encima lo material y particulares necesidades de placer y de consumo de forma irresponsable, agravado con cero cuidados y ausencia de control por parte de las autoridades, no hace ningún provecho y convierten a la solidaridad, esa en la que se funda el Estado Colombiano y que hace parte de los deberes de la persona y del ciudadano, en letra muerta.

Recordemos lo que dijo Goethe “lo que importa más, nunca debe estar a merced de lo que importa menos”, pero no hagamos que nos importe más lo trivial y superficial, por encima de la salud y la vida de todos.

Ñapa: Es lamentable el aumento de los contagios por COVID-19 y el colapso de las unidades UCI que lo único que generará serán mayores restricciones que afectarán la economía y la salud de muchos, incluida la mental.  Esto aleja el restablecimiento de la normalidad (la nueva). Es lamentable también que no se tenga habilitada una infraestructura robusta de unidades UCI, ni una mejora en los sistemas de transporte, pero igualmente lo es, la falta de autoridad para aplicar los debidos controles e imponer las sanciones que correspondan a aquellos que no observan las medidas de bioseguridad, sin embargo y a pesar de todo lo lamentable que evidencia falta de gobernanza, ello no nos libera del deber de cuidarnos y de cuidar a los otros.


Referencias:

[1] COLOMBIA.  ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE.  Constitución Política de 1991.  Artículos 1 y 95.

[2] Papa Francisco. Carta Encíclica. Fratelli Tutti. Octubre de 2020. Recuparado de:  http://www.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20201003_enciclica-fratelli-tutti.html

[3] PERIÓDICO EL TIEMPO. https://www.eltiempo.com/salud/covid-en-colombia-contagios-muertes-recuperados-al-2-de-abril-del-2021-577933

[4] PERIÓDICO LA REPÚBLICA.  https://www.larepublica.co/economia/ocupacion-uci-en-antioquia-y-medellin-en-abril-3148409
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    Gloria Yaneth Vélez Pérez Abogada, Especialista en Derecho Público, Especialista en Pruebas, Especialista en Derecho Procesal Penal, Máster en Criminología y Criminalística, Magíster en Derecho Procesal Contemporáneo, Candidata a Doctora en Derecho

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