Ni el César se atrevió a tanto: ¿Reforma Tributaria colombiana escan-DOLOSA?
Por: Abogada Gloria Yaneth Vélez Pérez
Se ha propuesto en Colombia una reforma tributaria escandalosa y “escan-DOLOSA” porque con toda la intención que puede caber en la mente de un grupo de personas, se busca en plena pandemia gravar hasta los servicios funerarios y de cremación y claro... si el vivo le debe al César debe pagar, porque si no está muerto que pague impuesto, pero en la Colombia creativa: si fallece más impuesto merece, porque si la pandemia es causa de muerte masIVA, con la reforma... que haya muerte más IVA. Es que ni el César se atrevió a tanto.
Una pandemia que ha sido devastadora para la economía, las relaciones familiares y sociales, las actividades laborales, académicas, deportivas, entre otras tantas. Que, además, emocionalmente ha mermado los deseos de vivir de muchos, que ha terminado con familias completas y que ha truncado proyectos de vida, porque los ingresos no alcanzan ni para el AHT (Arroz, Huevo y Tomate), no ha logrado conmover a unos gobernantes para que ajusten su forma de gobierno y de administración, mediante la optimización de recursos, con el fin de mejorar las condiciones de vida, sino que en su lugar se han sentido motivados (creativos) y han acudido al eufemismo de la “solidaridad sostenible” para sacarle, con toda la intención, el dinero a la clase trabajadora, ese dinero con el que apenas logra una apretada subsistencia.
La reforma es absolutamente desproporcionada, injusta, inoportuna e inconveniente. Nada de lo que se ha incorporado en la exposición de motivos justifica lo impropio del proyecto por el alcance que se le da para que afecte e impacte al que menos tiene y al que menos puede, porque todo lo debe.
Ese infortunado proyecto de reforma tributaria hace que se cuestione la forma cómo se está ejerciendo la autoridad, para lo cual cito un pasaje del libro el principito en el que con sabiduría escribió Antoine de Saint-Exupery, autor del mismo, especialmente en el acápite: El principito, el rey y el arte de saber mandar, lo que a continuación se describe:
“En el episodio X el principito se encuentra con un solitario rey, de un planeta tan pequeño, que su manto de armiño ocupa casi toda la superficie. Es un rey de un reino minúsculo, sin súbditos, sin embargo sabe muy bien lo que es dar una orden. En el diálogo que se abre a continuación entre ambos se explica lúcidamente la esencia de lo que es la autoridad, de lo que es dar órdenes para ser obedecidas.
“-Si yo le diera a un general la orden de volar de flor en flor como una mariposa, o de escribir una tragedia, o de transformarse en ave marina y el general no ejecutase la orden recibida ¿de quién sería la culpa, mía o de él?
-La culpa sería de usted -le dijo el principito con firmeza.
-Exactamente. Sólo hay que pedir a cada uno, lo que cada uno puede dar -continuó el rey. La autoridad se apoya antes que nada en la razón. Si ordenas a tu pueblo que se tire al mar, el pueblo hará la revolución. Yo tengo derecho a exigir obediencia, porque mis órdenes son razonables.”
¿La reforma tributaria se parece a una orden al pueblo para que se tire al mar con las funestas consecuencias que tal orden puede traer por tan irrazonable decisión?. La respuesta se la dejo al lector, bueno... al contribuyente y a sus herederos.
Pero lo que sí hago es repetir: ni el César se atrevió a tanto.