“Sísifo” presidente. Columna del Abogado Nelson Hurtado Obando. Twitter: @abogadohurtado
Es la lucha eterna desde y sobre el cómo vivir en un mundo absurdo y encontrar sentido en él.
No somos absurdos, sino que convivimos con el absurdo, a veces denotado como incertidumbre, como ese reino de lo nebuloso cuyo feliz alumbramiento confiamos a la razón.
El absurdo es una parte inherente de la condición humana y aprendemos a lidiar con él en la reivindicación del eterno fluir y no del continuo pasar del absurdo unitario y totalizante que nos priva de reconocerlo y reconocernos como sus objetos de repetición y de patrones predecibles y nos condena a la incertidumbre y al miedo, como finitud de la razón.
La vida no es plana, ni es círculo vicioso [argumento viciado de facilismo], ni es una banda de Möebius. La vida en contextos de una y de todas y en un único contexto de esencialidad es “movimiento” y tanto movimiento hay en un fluir como en un pasar sin que entre uno y otro haya identidad y menos que pueda predicarse simetría en relación con sus efectos o consecuencias. Aun en un movimiento de “círculo vicioso” se estaría ante una “incertidumbre cognoscible” como sería en símil la “fuerza centrífuga” que libera de la atadura al centro de giro, lo que no hallamos en el movimiento de pasar en banda de Möebius, de esencial única superficie y que aunque acomodable a todas las direcciones y sentidos tiene la virtud de hacer imperceptible el engaño del mismo eterno pasar y sobre todo haciendo indistinguibles los puntos del eterno inicio y del eterno final enfrentándonos a la “certera-incertidumbre” de no saber cuándo se mueve en “eterno retorno” o cuándo en “eterno principio” y sin poder emitir juicio estanco de probable distinción.
Pero ¡vamos! y bajo el milenario y desafiante designio de: “Eppur si muove”.
Si bien Hobbes [que no pasó por la universidad de Oxford, sino que se graduó en ella], legó a la humanidad [y desde su relacionamiento bíblico] su obra de “El Leviatán” para justificar la fatal necesidad del Estado entre la comunidad humana por razón de atribuir a cada individuo, como identidad, el “homo homini lupus est” [el hombre es un lobo para el hombre], diríase que desestimó o no consideró que el hombre es un lobo para el hombre, mucho más por lo astuto que por la ferocidad que aquella encubre.
Hobbes, para su época y desde “El Leviatán” [vaya a saberse cómo y porqué] no consideró respecto del Estado y del gobierno, hacer la referencia a “Sísifo” desde la causa de su condena y la condena misma.
Es tradición oral y judicial en Colombia sostener que: “en las fincas los cercos caminan de noche” y no es que esto sea asunto de poca monta en cuánto es pieza esencial en la dinámica del eterno conflicto de tierras que cubre toooda nuestra historia.
“Sísifo” tenía un vecino colindante con su finca, muy poderoso, llamado “Autólico” que tenía el poder de convertir sus toros en vacas. Cada vez “Sísifo” constataba que sus toros eran cada vez menos y que su hato ya era “decreciente” y sin que pudiera constatar cómo y quién era el “cuatrero o abigeo” que lo hacía.
No optó “Sísifo” por ninguna <<exhaustiva investigación, ni altos comisionados, ni por montar “pmu”, robocops y menos llamar al 123>>
“Sísifo” solo puso en los cascos de sus toros una pequeña inscripción: “mis toros se los roba Autólico” de tal modo que en la dehesa del abigeo los halló convertidos en vacas con los cascos de toro y de sus toros marcados.
La teoría de Hobbes en “El Leviatán” en este estanco histórico puede que haya sido desdibujada y no se halle plausible de reestudio en “las academias y spa” de la época y que no sea necesaria la discusión e introyección de cómo y porqué “el hombre es un lobo para el hombre”, en tanto la humanidad sólo “ve y percibe” el mundo habitado por “Sísifos” cual humildes víctimas soportando injustas e irredimibles condenas. Cualquiera diría que es reducción simplista al absurdo.
No basta entonces repetir que habita el país un inmenso “rebaño de lobos con piel de oveja”. Sólo se trata del “champú subcultural” competitivo. Otra cosa es haber visto las fauces de los lobos en el “hamburguer festival”.
“Sísifo” prevalido de su astucia y por ella predispuesto al ardid y al engaño, a la trama, la trampa, a la treta dio el paso a la traición y a la felonía contra el Olimpo, contra Zeus, quien no dudó en enviarlo al inframundo, de donde el astuto “Sísifo” logró escapar. “Sísifo” fue condenado a llevar desde el pie de una montaña y hasta su cima, una enorme roca entre cuello y espalda que alcanzada aquella rodaba cuesta abajo debiendo empezar de nuevo y sin interrupción, el continuo y penoso ascenso.
“Sísifo” no murió, de tal modo que a “valor presente” no es mitología, ni es leyenda, como no es infundio que en Colombia también tenemos nuestro “Corinto” incluyente: tenemos “Sísifos y Sísifas” y como desde la “Cuna de la humanidad” con numerosas estirpes esparcidas sobre la faz de la tierra.
En Colombia, la “tierra de nuestros mayores” en la que “la capa del viejo hidalgo se rompe para hacer una ruana”, hicimos “una ruana antioqueña de una capa castellana” y del “yugo español” un “yugo de novia” para la amada libertad.
Y en esta, la “tierra de nuestros mayores” también echaron raíces las estirpes de astutos “Sísifos mayores y menores”, que durante más de seis décadas han ejercido y de facto el “derecho de pernada” sobre la fe, la buena fe y la amada legada por nuestros mayores.
Y salió de “Corinto” y quizás bajo la divisa de “si quieres la paz, prepárate para la guerra” y de ser un “Sísifo” de menor entidad ahora se halla de “Sísifo ascendido o mayor” del cual no cabe duda de que su proclama es: “si quieres la guerra prepárate para la paz”.
Y no es que sea el egregio sofista de la antigua Atenas, sino que es el sofisma mismo de los tiempos presentes, la astucia y la argucia mismas hechas carne.
Hecho “Sísifo ascendido” por la tumultera de “Sísifos menores”, ciñe sobre sus sienes la corona de “rey tuerto en pueblo de ciegos”. Y esas son sus cruces y sus condenas.
Desde “Corinto” empezó a subir la cuesta democrática con su enorme “roca entre nuca y espalda”, [que a decir de un gran amigo: no tiene cerebro, sino espalda con prolongación de nuca], “roca” que alcanzada la cima empezó a rodar por las laderas del “cerro de Monserrate” hasta quedar en la sima donde [quiérase o no] aún yace con su estirpe de “Sísifos menores”, a buen recaudo en panóptico con “fiel vigía”, santuario iconoclasta y de la “liturgia negra” contra la autoridad, los modelos, las normas, la coherencia y el respeto por sí mismo, por “sus propios otros Sísifos”, por todos los otros y por todos en el infinito de los demás.
Nadie creería que en un “Sísifo ascendido” y de tan poco volumen se agolpara tanta “masa” de incoherencia, contradicción, subjetividad, caprichosidad y arbitrariedad, caos, felonía y megalomanía expuestas y más allá de los legados históricos de “en mis dominios jamás se oculta el sol y el rey jamás se equivoca”. Enorme “roca” lleva entre nuca y espalda nuestro “Sísifo mayor” como condena y sin conciencia, ni en sus “Sísifos menores” de que “cuesta abajo es la rodada”.
Podría pensar que la condena que paga nuestro “Sísifo mayor” en términos de “masa ideológica” que lleva entre nuca y espalda, es condena y agravada por el imposible que le hace indistinguible entre su “eterno principio y fin” en su propia “banda de Möebius” aferrada a la cuesta de la montaña entre cima y sima sin la “gerencia del riesgo implícito” que comporta la “confianza movida por la energía sucia de su astucia” y estulticia que deviene en creencia y mala fe que solamente pueden crecer y florecer en sus jardines de ”Sísifos menores astutos” o el mismo “pueblo que me eligió y que aprobó todas las vergajadas [latigazos con la verga seca del toro] que se me ocurran” como “Sísifo presidente”.
“Sísifo presidente” aún sin alcanzar por primera vez la cima de la cuesta con su enorme roca “entre nuca y espalda” sin la primera y total “cuesta abajo es mi rodada” ha sentido que la necesidad de “reciclar” su vulgar astucia y fortalecerla con el cinismo.
“Sísifo presidente”, astuto y cínico se hace prófugo de su conciencia y huye de la verdad por relativa que sea negando hasta la verdad misma de la que es incierta, móvil y temporal verdad científica a la postre medida irrefutable de la razón y la racionalidad humana, confutándola con conocimientos fragmentarios
“Sísifo presidente” se erige corifeo. Y corifeo de su “roca ideológica” que distribuye entre su séquito en buenas porciones cual si se tratara de la <<multiplicación de los “penes” y los peces” de Nicolás Maduro>>.
“Sísifo presidente”, astuto y cínico que conociendo bien la importancia de permanecer adherido a su “roca ideológica” contra la ciencia y el propio devenir histórico y reciente de la humanidad aplica sus “inamovibles o pétreos dogmas” y al mejor estilo del tirano cubano ejecuta en principio la “purga democrática, pacífica y rutinaria” de las fuerzas armadas porque la firme tradición civilista y democrática y la lealtad a los mandatos constitucionales de “los purgados” prefiere allanarlos como peligros inminentes para la consolidación de sus vergajadas. “Sísifo presidente” ejecutó el rol, el protocolo, el libreto tempranamente advertido.
“Sísifo presidente” se promete y se vende como el “hacedor” de justicia y de justicia social, de la moralidad y lanza la guerra bajo el sofisma de la anhelada paz, una paz a la medida de su codicia de todo orden y conectada a su paleolítica “roca ideológica” desde la cual su ego aún no controla el fuego.
“Sísifo presidente” le dijo [video en redes] a sus “Sísifos menores” antes de ser por estos “ascendido” que era imposible cambiar sus condiciones porque tanto pronto lograran empleo, lograrían ingresos, poder adquisitivo, seguridad social, saliendo de la pobreza y dejando de ser “Sísifos menores” convirtiéndose en ciudadanos “de derecha”.
Muchos de los “Sísifos menores” han sido puestos en “camino de santidad hacia los altares”: “Sísifos” del sistema de seguridad social, del empleo y el régimen laboral, de la planeación, dirección y gestión del modelo económico, la producción, la distribución de la precariedad, y de la sui géneris “expropiación” sin norma legal reglamentaria distinta al “como no quieren vender” hay que “dar el brinco por encima de la constitución y las leyes” y como la decisión que establece que “la responsabilidad de los médicos por sus actos médicos de los que derivan lesiones o muerte de los pacientes, es por incumplimiento de obligación de resultado”. Es la promesa de garantía de “larga vida sabrosa” de “Sísifo presidente".
Entre sus “Sísifos menores” destaca ya el “próximo presidente” que no ahorra su autoritario cinismo para advertirse como continente de todo “poder aun sin saber” bajo vergajadas como: “nunca meteríamos a la cárcel a una mujer que ha vivido el drama de un aborto”, <<Entonces a ella no solo la vamos a imputar o no sólo se le imputó por el “delito de escopolaminar”, sino de “intento de homicidio”.
La indiferencia ciudadana propicia la matematización de la democracia y anatemiza al ser humano poniéndolo bajo el yugo de las “dictaduras de minorías” o férula de los astutos.
Los demás, víctimas de todos los “Sísifos” y por ellos mismos, llevaremos como condena y de nuevo la “roca democrática a la cima” sin riesgo de nueva rodada y como Prometeo, la patria colombiana volverá a mejorar y disfrutar las “manzanas doradas de nuestras Hespérides” porque “cuando Dios hizo el edén pensó en [Colombia] América”
El lenguaje, la palabra, develan las ingestas de las almas.