¡Réquiem!
Por: Abogado Nelson Hurtado Obando
“Qué valor puede tener la vida si el primer ensayo para vivir es ya la vida misma?” “Si el hombre sólo puede vivir una vida es como si no viviera en absoluto”, son parte de los golpes rudos que plantea M. Kundera en su obra “La insoportable levedad del ser”.
La presente crisis, una simple gripe “evolucionada” natural o artificialmente y en tanto lo primero no está probado, subsiste la probabilidad de lo segundo y en el contexto de un mundo y no solo por China, en permanente tensión económica entre potencias saqueando sin misericordia la única dote asignada a la vida y con la fe puesta en que el mercado tiene la virtud de “corregir sus propios fallos”, nos lleva no a preguntarnos por la razón de la locura, sino a enfrentarnos a la que podría bien ser la locura de la razón.
Que el hombre, en su dotación biológica no tiene una “bodega de grandes superficies” para almacenar tanto conocimiento e información y que carece de un “superporcesador” para obtener respuestas a un “click” para preguntas complejas, nos lleva por el mundo de la cibernética, la virtualidad, la imagen, como si este mundo tecnológico fuera la concreción del mundo de la “verdadera vida” y no como un “otro ensayo”, en el cual podría “vivir absolutamente”, que es como la promesa de futuro y en una espiral que siempre anuncia la “inexistencia del retorno”.
No es exageración, ¡muere el mundo!
Cada día avanza el hombre en su “única vida” rompiendo la sistemidad natural del universo; ya hasta en las cortes se escuchan voces que nos repiten que deben abandonarse los “métodos naturalistas” que explican o permiten comprender nuestra humanidad como una realidad dual: materia y espíritu y sus intrincadas interacciones, pensamiento, acto, acción y que la gran bigdata y la A.I. han de proveernos nuevos espacio y tiempo disponibles para el ocio y la felicidad y altos estándares de fiabilidad.
Hemos sostenido que buscar, obtener y producir información y conocimiento es al espíritu del hombre, lo que el aire a sus pulmones y ello implica, de ser menester, imprentas libres o clandestinas, libros, periódicos, revistas, etc. en los que solo se puede hallar ese inefable y sacro olor de papel y tinta.
Hoy 2 de agosto de 2020, al igual cierra el periódico El Mundo de Medellín; allí escribimos las primeras columnas, bajo el estímulo de la amistad del Dr. Guillermo Gaviria; era la ventana liberal a través de la cual muchos jóvenes oteábamos otros horizontes… cuando cierra un periódico, mueren un mucho el espíritu, la libertad y la democracia.
Queda la congoja en el alma de quienes sabemos, vivimos, sentimos y padecemos como abogados el valor y el sentido de la palabra oral o escrita.
Somos ese mundo, como dice Kundera, en el que “…todo está perdonado de antemano y, por tanto, todo cínicamente permitido” y un cínico, no es más que un hombre prófugo de su conciencia.
Se asfixia el espíritu. No es exageración, ¡muere el mundo!
La presente crisis, una simple gripe “evolucionada” natural o artificialmente y en tanto lo primero no está probado, subsiste la probabilidad de lo segundo y en el contexto de un mundo y no solo por China, en permanente tensión económica entre potencias saqueando sin misericordia la única dote asignada a la vida y con la fe puesta en que el mercado tiene la virtud de “corregir sus propios fallos”, nos lleva no a preguntarnos por la razón de la locura, sino a enfrentarnos a la que podría bien ser la locura de la razón.
Que el hombre, en su dotación biológica no tiene una “bodega de grandes superficies” para almacenar tanto conocimiento e información y que carece de un “superporcesador” para obtener respuestas a un “click” para preguntas complejas, nos lleva por el mundo de la cibernética, la virtualidad, la imagen, como si este mundo tecnológico fuera la concreción del mundo de la “verdadera vida” y no como un “otro ensayo”, en el cual podría “vivir absolutamente”, que es como la promesa de futuro y en una espiral que siempre anuncia la “inexistencia del retorno”.
No es exageración, ¡muere el mundo!
Cada día avanza el hombre en su “única vida” rompiendo la sistemidad natural del universo; ya hasta en las cortes se escuchan voces que nos repiten que deben abandonarse los “métodos naturalistas” que explican o permiten comprender nuestra humanidad como una realidad dual: materia y espíritu y sus intrincadas interacciones, pensamiento, acto, acción y que la gran bigdata y la A.I. han de proveernos nuevos espacio y tiempo disponibles para el ocio y la felicidad y altos estándares de fiabilidad.
Hemos sostenido que buscar, obtener y producir información y conocimiento es al espíritu del hombre, lo que el aire a sus pulmones y ello implica, de ser menester, imprentas libres o clandestinas, libros, periódicos, revistas, etc. en los que solo se puede hallar ese inefable y sacro olor de papel y tinta.
Hoy 2 de agosto de 2020, al igual cierra el periódico El Mundo de Medellín; allí escribimos las primeras columnas, bajo el estímulo de la amistad del Dr. Guillermo Gaviria; era la ventana liberal a través de la cual muchos jóvenes oteábamos otros horizontes… cuando cierra un periódico, mueren un mucho el espíritu, la libertad y la democracia.
Queda la congoja en el alma de quienes sabemos, vivimos, sentimos y padecemos como abogados el valor y el sentido de la palabra oral o escrita.
Somos ese mundo, como dice Kundera, en el que “…todo está perdonado de antemano y, por tanto, todo cínicamente permitido” y un cínico, no es más que un hombre prófugo de su conciencia.
Se asfixia el espíritu. No es exageración, ¡muere el mundo!