“República del Darién”. Columna del Abogado Nelson Hurtado Obando. Twitter: @abogadohurtado
“República del Darién”, selva y pantano que aprisiona y devora cuerpos y almas en pena, en la que los aullidos de los micos son indistinguibles de los del dolor y el llanto de multitudes de hombres, mujeres y niños que huyen porque tienen que huir aun sin saber de qué huyen.
“República del Darién”, “multiculturalidad” forzada: ¿creación-innovación-desarrollo? O, ante el caos una suerte de otra “meritocracia” la del último aliento y esfuerzo en busca de la esperanza que “iguala” a masas de hombres de tan disímiles pueblos en territorio irredento, sin libertad, sin autonomía donde la única opción humana y de humanidad alcanzable, es: no perecer.
“República del Darién” rito y funeral y “camposanto” de todas las ciencias, las artes, los oficios a la que no se dirigen sino las miradas con los ojos desorbitados de los “impactos económicos globales” que no alcanzan a registrar los cadáveres insepultos del humanismo y que se hacen historia fugaz en 30 segundos de TV., “atendido el alto costo de su tiempo”.
“República del Darién”. Masa de hombres atados a una misma cadena cada uno eslabón fundido y solo para arrastre mecánico en el que ni el destino común, es el común destino pues alternadamente cada eslabón es “otra lengua”, sin alteridad, para ser “el otro” y “ser todos”.
“República del Darién”. El mismo crisol donde al principio de los tiempos y al fuego del eterno dolor de la humanidad se fundió el derecho y se adhirió a la piel y al alma de cada hombre que lo proclamó como la máxima conquista de la civilización humana y que sirve hoy a deshollejar los mismos cuerpos y almas donde cada hombre despojado de su propia lengua, sin destino común y sin común destino es la proclama indubitable de las moles de incivilidad y antivalores que ha acumulado el mundo.
Poco importa la confluencia en la “República del Darién” de africanos, asiáticos, marroquíes, venezolanos o de pueblos ignorados…allí todos los hombres y de todos los pueblos van por entre la selva y el pantano sin piel-sin derecho-sin la libertad de “huir o luchar”, sino como las fieras de la selva y el pantano en eslabones de la única certeza, la cadena de la incertidumbre de no perecer. ¿Emigración, desplazamiento, desarraigo, amenaza, persecución, perfilamiento, discriminados, excluidos, reos de: jueces invisibles, de estados de no-libertad, de ideologías, de adoctrinamiento-instrumental, de “fallos de la economía”, de...?
Los “deshollejados” del derecho, quizás al “superar” la selva y el pantano y al otear en el horizonte lejano las primeras luces de la “civilización” sientan “la libertad” como aire limpio en sus pulmones.
Unos pasos más y un hito de cemento, un bolardo plantado no será percibido como una “frontera”, un aviso de “prohibido”, un muro enorme de nuevo no-derecho, de no-libertad y al límite del status de “refugiados” mínimo del mínimo vital de humanismo.
Pasos más allá y enfrentarán la xenofobia de la “familia humana” y las vicisitudes de los “nacionalismos” en especial “nacionalsocialismos” caudillistas y populistas de izquierdas y derechas y de “tibios en connivencia” hasta con la gran “industria criminal trasnacional” cuyos réditos afluyen al océano económico en mezcla homogénea, indistinguible entre lícitos e ilícitos a cuyos liderazgos el “pueblo constitucional soberano” queda limitado no a la integridad y totalidad de sus ciudadanos, sino al que nombran como “pueblo discriminado, excluido, pobre…” único con presencia real en sus discursos y completamente ajeno y lejano a sus ejecutorias y a la percepción emergente de “otro pueblo, el “pueblo criminal” de “ricos y pobres criminales” ocupando de hecho la cúpula de la élite social y de dirigencia de la sociedad y del Estado. Inoficioso nombrar países.
Así, quienes agreden hasta la muerte a policías: hombres-mujeres, como “quienes queman un bus, una casa o matan a alguien, …Tienen derecho a estar furiosos” en palabras de un ministro y en el contexto de la “protesta pacífica de la Constitución y el Bloque de constitucionalidad” han de ser protegidos con las “garantías” de indultos, amnistías, representación política, desmemoria, “amnesia vaccines technology” y al “diálogo” [con las armas ocultas pero al alcance de la mano] en palabras de otro ministro.
En la “República del Darién” en la perspectiva de no temporalidad, de no transitoriedad, se hace probable hablar de un “Estado singular” y único, por carencia de todo rastro del más prehistórico, primigenio y rudimentario derecho del que no careció la humanidad en su historia de nomadismo, ni en la de primeros asentamientos.
Punir, punir, punir al hombre, a la humanidad, en nombre del derecho, de constituciones y leyes subordinadas a ideologías imperiales cuyo eje diríamos no es tanto la “planeación central” de la economía y de los mercados como el control absoluto y limitación de los ámbitos de la dignidad humana, la vida, la libertad y la autonomía, individuales por parte del Estado y a pesar de su etiqueta “democrática” y de lo cual y cuando ya es demasiado tarde, solo atinamos a decir: no era tan horrenda la democracia que perdimos.
Hemos sido claros, constantes y coherentes en reiterar, que comprendemos la majestad de la dignidad humana, los principios, valores y fines del Estado Social de derecho, democrático y participativo y de la trascendencia de los derechos fundamentales desde los contextos internacionales y nacionales de tratados de derechos humanos y como antes y como ahora discrepamos para reclamar en nombre de cada único pueblo, de cada único país, el miramiento, el trato, el reclamo y la garantía plena de la eficacia y vigencia del orden justo en el equilibrio del cumplimiento de derechos y deberes.
Rechazamos la pretendida justificación de lo injustificable bajo el “…Tienen derecho a estar furiosos”, como del mismo modo rechazamos que las pretendidas tolerancia y resiliencia como exigencias y demandas contradictorias al calor de un más inmoral e indigno quid pro quo, se alce como “diálogo” absolutamente provictimarios, porque si “ellos están furiosos”, nosotros, ese “otro pueblo en apartheid” y perseguido, entonces declaramos que estamos emputecidos.
La “República del Darién” en términos lingüísticos es un morfema derivativo y en contexto de las llamadas ciencias sociales, como lo son la República de El Salvador y el discurso de Bukele, ambos propios del actual devenir periférico del conjunto de naciones ibero y latinoamericanas desde México a la Argentina y naciones insulares.
Tal vez el morfema de Bukele es equívoco en cuanto a asignar mayor valor a los derechos humanos de la gente y ciudadanos honrados, por encima de los que también son propios y que bajo el criterio de la dignidad humana deben ser igualmente garantizados y protegidos a los criminales a quienes no se les pueden abolir, pero sí limitar y regular conforme a normas internacionales, nacionales, constitucionales y legales la mayoría que proscriben la pena de muerte y la cadena perpetua, la tortura, la desaparición y toda suerte de penas irredimibles y tratos crueles y degradantes.
El lexema Ibero-Latinoaméricano es uno solo: ¡Sojuzgamiento!
Y no en nombre de la democracia sino y lo más doloroso desde la democracia, la misma democracia tolerante y resiliente que abrió espacios y diálogos para la convivencia, la cooperación, el encuentro todo hacia la consolidación de la justicia social, la paz, la inclusión, la equidad…
El morfema Bukele ha ido más lejos, sí, es cierto, pero no en detrimento de su sustancialidad y esencia.
Los “antimorfemas Bukele” son el mismo discurso fosilizado y monolítico y monopolizado y difundido y recirculado contra toda filosofía y contra toda evidencia global, desde multiorganizaciones internacionales para las que los derechos humanos como derechos fundamentales, son las piedras angulares del nuevo “fundamentalismo de religiones políticas” a través de las cuales la magnanimidad, la misericordia, la conmiseración, la solidaridad, la vida, la libertad son como las “excelsas virtudes constitucionales y legales” débito imperativo a cargo de todo medio buen prójimo-víctima y medio buen ciudadano-víctima, irreducible, exigible in integrum “siempre en todo momento y lugar” y como crédito y a favor del “pueblo criminal de ricos y pobres victimarios” para los cuales “la mínima intervención y la libertad” se han de garantizar mientras conserven sus atributos personalísimos y derechos subjetivos, incólumes, de “locos y furiosos”.
Tenemos claro que el “sueño americano” ha prohijado la migración legal o ilegal desde todo país del mundo, pero también tenemos certeza que ese “sueño americano” no ha determinado que hombres, mujeres y niños de todos los pueblos del mundo, huyan de sus países y tan solo en busca de refugio.
Y es que huyen de sus países: ciudadanos ricos, ciudadanos empresarios sujetos de expropiación, confiscación o exacción, o de la sugestiva “nacionalización” o de ocupaciones o invasiones violentas al amparo del soterrado discurso de quien conjugue el “yo soy el Estado” y ciudadanos de estratos medios y estratos bajos como desempleados o como opositores demócratas perfilados y perseguidos.
Nadie puede atribuirse esa famosa arenga de Gaitán de “Yo no soy un hombre, yo soy un pueblo”.
Pocos han querido comprender que en el contexto de las ciencias sociales, de los hechos sociales y de los inmediatos en Colombia, como en todo el orbe fueron “las primaveras”, “los indignados” llevan consigo su obsolescencia.
Que la marcha de Medellín no sea medida con las “varas del éxito” ¿?, ni con el rating del exhibicionismo mediático impúdico, sino con las propias de la humildad-sabiduría-grandeza cuya demanda es cada vez mayor, con un discurso plausible, emotivo pero con cabeza fría, la movilización de seres humanos-ciudadanos ha de ser desde un discurso plausible no pasional cercano a la ignorancia desde las arengas mediatas. Convocantes y dirigentes han demostrado grandeza, compromiso, entrega y la ciudadanía valor, valentía, coraje, civilidad.
Poder de convocatoria no es lo mismo que poder transformador; antes fueron “mitin, manifestación, paro y paro cívico, movilizaciones”, hoy son marchas…
Que la selva y el pantano y la “República del Darién” no sean nuestro destino, Colombia; su significación geopolítica global no nos incluye.