Caín mató a su hermano Abel con una quijada de burro; Esaú vendió su primogenitura a su hermano Jacob, por un plato de lentejas; hoy se venden y se compran toda especie de “virginidades”.
El turismo internacional afirma “la confianza” de los hombres en las especies venales del dinero a cuyo logro basta que pasen, por una maquinita, billetes de cualquier país: dólar, euro, rublo, yen, franco, etc., para tener confianza que son auténticos, fidedignos, de curso legal. Diríamos, que, el dinero en gran medida es para la humanidad, la excepción a la esquiva, incierta y azarosa confianza.
Dícese del apotegma que es un “dicho breve, sentencioso…”, célebre, “…por haberlo proferido o escrito alguna personalidad…”, que “…encierra sentencias morales…” y que alude a quien las profiere o escribe “…con cierta afectada gravedad, como si cuanto dice fuera una sentencia”.
Ocurrió como en el paraíso. El día de la posesión del señor Quintero como alcalde de Medellín, [ver en: https://www.youtube.com/watch?v=TD28qQXvWlI]., “su Eva” subió en primer orden al atril como telonera en busca de los gritos de “histeria, histeria” como calentamiento para el show central o de fondo que empezaba para la ciudad.
Le ofreció a su “esposo” la “temida manzana” a la que le había pegado el “primer mordisco”, tentación a la que no pudo resistirse ni Stive Jobs que “la adoptó como la marca, el signo o símbolo de su fastuosa empresa Apple” y como un recóndito cordón umbilical con el prometido “paraíso del software”. Monseñor Ricardo Tobón [sin acta] bendijo a los jóvenes “esposos gobernantes”.
La jueza de la República tomó el juramento de rigor al electo alcalde y este juró “…a Dios y prometió al pueblo cumplir y defender fielmente la Constitución y las leyes de Colombia…”; la Jueza culmina con la admonición:“Si así lo hicieres Dios y la patria os lo premien y si no, Él y ella os lo demanden” y se procedió a la firma del acta de posesión con el “balígrafo, símbolo nacional de la paz”.
A pesar de los solemnes ritos, los ojos del alcalde no pronunciaban sus palabras.
Dijo el posesionado: “…Medellín ha sido ejemplo para el mundo de su tenacidad e industria…cuna de grandes artistas, líderes empresariales, científicos, deportistas, …”.
Meses después de la posesión, el alcalde Quintero, sin duda, sin vacilación, sin consideración, sin respeto, espetó a sus conciudadanos-administrados el apotegma: “Medellín no les pertenece”. ¡Y fue Troya!
Muchos han considerado que Quintero le parqueó a la ciudad un auténtico “Caballo de Troya”, símil que es una ofensa a Ulises y a la inteligencia de los griegos.
Quintero, aun por “los aparente cojones” que ha “exhibido” no ha pasado de ser un simple “troyano” y no me refiero a los también muy inteligentes ciudadanos de Troya que raptaron a la codiciada Helena. Quintero, sí se creyó un auténtico troyano en su febril desvarío de consumar el “rapto” de Medellín y accederla, como si fuera la codiciada Helena. Soñaba su futuro con “Helellín” de la mano y en la mano.
Los nuevos “Adán y Eva” resultaron tanto tan mentirosos que “se echaron y se creyeron su propia mentira y cuando no les gustó se la cambiaron” sin que pudieran entender que el “Caballo de Troya” se lo iba a parquear adentro, en sus propios “cuarteles de invierno” la ciudadanía verde, morada, azul, blanca, gris, cobriza, mestiza, rica, pobre, alta, bajita de la hermosa ciudad de “Helellín.
¿Les falló el “software de gobierno del paraíso”? Evidente que al software le faltaba el “código de honor”.
El “apotegma Medellín no les pertenece”, en poco difiere de la expresión bajo el régimen de Escobar de “Preferimos una tumba en Colombia a una cárcel en Estados Unidos” forzando a la ANAC a constitucionalizar la prohibición de la extradición.
No obstante, el “apotegma Medellín no les pertenece” digamos que no es el núcleo del problema y sí apenas la chispa que encendió el fuego, un fuego que devora y consume todo a su paso: costumbres, tradición, ritos, cultura, principios, valores, nombre y honra, dignidad, confianza y ni siquiera como deconstrucción en el mejor sentido de Derrida o de el desaprender para aprender, sino a la mejor manera de A. Gramsci, como perfecta destrucción, ahora muy afín con las teorías neoconstitucionalistas en sus variopintas presentaciones y los movimientos decolonizadores en los que simétricamente y bien posicionado se halla Quintero Calle, alcalde de Medellín.
Nada ha sido espontáneo, ni fortuito en el gobierno de Quintero Calle. Todo obedece a un libreto. El izquierdismo internacional [socialismo-comunismo y otros] ya no necesitan tanto de gobernantes “fieles y leales, de países sometidos ideológicamente”, sino de “mayordomos democráticos” a través de los cuales puedan cumplir el máximo objetivo: el saqueo, que no se consuma como en la colonia extrayendo oro, plata, platino, materias primas, etc., sino facilitando “generosos contratos de entes públicos y privados internacionales de préstamo, empréstito y de obras públicas e infraestructuras”, tan “generosos” que ya ni siquiera pelean por la “cláusula de estabilidad jurídica”.
El sueño de Quintero con su “Helellín” fue muy feliz, mientras soñaba, pues como nos ocurrió a la mayoría siendo niños, esa felicidad y si era en cama ajena, se volvía tragedia en un segundo tan solo con sentir el pijama, la sábana, el colchón y la cobija “miada”.
Quintero llegó a alcalde de Medellín en un “OVNI” [Objeto Volador No Independiente] y vino a jugar unos roles principales, ROMPER: la poca confianza ciudadana reconstruida a partir de 1991, la credibilidad en las instituciones democráticas de la República y la gobernabilidad desde el imperio de la Constitución y las leyes y el ejercicio de la autoridad. Pero, también vino a ROMPER a ese “…Medellín [que] ha sido ejemplo para el mundo de su tenacidad e industria…cuna de grandes artistas, líderes empresariales, científicos, deportistas, …”, a pesar de lo dicho en su discurso de posesión. Es decir, vino a romper con la cultura, el arte, la academia, la industria, la economía, la convivencia, el reconocimiento, el respeto, el encuentro, el diálogo, la cooperación y de tal manera que no ha escatimado oportunidad para arraigar entre prójimos y conciudadanos un discurso virulento que destila desde su propia “moralina”.
El tiempo es juez, tardo pero imparcial. Ayer fue conocido a través de las redes sociales el Informe POYRY que detalla la contingencia de Hidroituango y precave a las autoridades de Medellín, de Antioquia, EPM, el ANLA, el gobierno nacional, etc., sobre el “estado del riesgo”, los procesos y procedimientos para “gerenciarlos” y evitar o a lo sumo aminorar lo que se hace previsible como desencadenamiento causal catastrófico.
Este informe permaneció “engavetado” por la administración de Quintero Calle, adrede, de modo deliberado, truculento, despiadado para poder sostener sus otros apotegmas contra los empresarios constructores de Hidroituango, contra el GEA, contra Alonso Salazar, Luis Alfredo Ramos, etc., a quienes continúa acosando y “matoniando” exigiéndoles el pago de varios billones de pesos a título de culpa, según fallo fiscal de la Contraloría General de la República desconociendo que si tal hubiese ocurrido las aseguradoras no habrían pagado el siniestro y de corte parcial.
En Colombia por norma Constitucional y legal se presume la buena fe y de allí surge el principio de la confianza legítima. Quintero Calle, no solo como ciudadano, sino como alcalde ha sembrado a la ciudad de Medellín de desconfianza, como comunidad y como Estado en claro desacato a la Constitución y a la ley y sin respeto por el debido proceso que debe rituarse para establecer la mala fe de los “empresarios mafiosos” a los que señala y condena.
Y de manera grave, creemos que el alcalde se ha metido en el corral del Código Penal, por mantener oculto un documento público, no sometido a reserva constitucional, ni legal, como es el Informe POYRY, que por la consistencia y coherencia técnico-científica, la imparcialidad y objetividad del dictamen, al contrario debe ser socializado y no solo por la situación fáctica y estructural de las obras de Hidroituango, sino porque obliga a iniciar la implementación de un plan de emergencia, de alta envergadura con las comunidades afectadas pues no bastará colocarles “más sirenas y a correr”, ante la que es ya decantada y previsible ocurrencia de una contingencia de consecuencias insospechadas.
Y lo mantenía oculto el alcalde de Medellín.
El Informe POYRY, deja muy mal parado al Contralor General de la República, reivindica el buen nombre de varios empresarios antioqueños, del exalcalde Salazar, del exgobernador Ramos y de otros ciudadanos, donde es posible contemplar el ejercicio de algún recurso o acción contra el fallo de la Contraloría, que queda muy mal de sustento ante la contundencia del POYRY.
En el informe POYRY se halla la razón, la causa, el motivo por el cual el alcalde Quintero lo mantuvo oculto: en dicho peritaje se fundamenta lo inviable y peligroso de cambiar los contratistas que construyen a Hidroituango; la necesidad de poner en funcionamiento lo más pronto posible 4 y 8 turbinas; la realización de obras civiles en el foso de descarga del vertedero; el reforzamiento de otras estructuras, etc.
¿Por qué desde la gerencia de EPM y desde la alcaldía se anunció desde octubre de 2021, la apertura de licitación para continuar las obras con otros contratistas donde al parecer habría cuatro oferentes nacionales y cuatro internacionales? ¿Chinos? ¿Pereiro-bogotanos? ¿Quiénes, quiénes?
Con el aporte de un gran número de ciudadanos de Medellín, con y sin partido, se ha construido un colosal “Caballo de Troya” y lo hemos parqueado dentro de la Constitución y la ley y se llama REVOCATORIA; en la panza no lleva “pelagatos, ni empresarios mafiosos”; la panza de ese caballo la hemos cargado con gusanos y troyanos cosechados en su propio “paraíso informático”, alcalde Quintero.
Reconocimiento profundo a @AndresElGury, a la abogada @Tyche78Tyche @anamarqr @Mauricio1963, a los jóvenes por la revocatoria, en fin, a toda la ciudadanía y en especial a nuestras damas.
N.B1. Niño Galán, ¿ya estudió el INFORME POYRY? No olvide: un cínico no es más que un pobre hombre prófugo de su conciencia. En Antioquia los únicos mitos que aún amamos son “La Patasola, La Madremonte, El Hojarasquín, El Ánima Sola, El Sombrerón” y de Ñito Restrepo aprendimos que: “si me hubiera puesto a hurgar en mi propia genealogía me habría encontrado con una “Restreputa”.
La revocatoria no es un derecho “para perder”.
N.B2. Ni como ciudadanos y menos como abogados podemos ser tibios, ni ser como “himen complaciente”.