No es fácil cazar ratas
Por: Abogado Nelson Hurtado Obando
De las ratas de alcantarilla sabíamos que tienen hábitos nocturnos, que son torpes en los espacios abiertos e iluminados y que es muy escasa su habilidad trepadora por lo que acuden a la mímesis de “tate´quieto muchacho”, aunque son expertas en cavar túneles y socavones.
Veía en la TV., el “compendio” de la “exitosa comparecencia” de la ministra de TIC de Colombia Karen Abudinen al “debate” que en “moción de censura” se le había promovido en plenaria de la Cámara de Representantes, por el desfalco (me gusta más que peculado, etc,) por la cifra de setenta mil millones de pesos por lo cual la cobertura de internet no llegó a miles de escuelas rurales como alternativa a la no presencialidad de los niños en las escuelas.
Como a través de la vida pude comprender de otra manera [digo yo] la frase de Santo Tomás, esa de “meter el dedo en la llaga” adquirí la “perjudicial costumbre” de no dejarme absorber por ese cajón receptor de TV, [imagen y sonido] pa´que me dé sueño.
Al mismo tiempo pensaba en las “investigaciones exhaustivas” que se adelantarían y cómo de nuevo “la ley se caería por su propio peso”, como en los mismos y actuales hechos del Programa de Alimentación Escolar (PAE) del que conocemos escabrosas imágenes de las raciones alimenticias servidas a los niños y que de alguna manera me reactualizó el llamado “cartel de los pañales” y la tierna marca “Pequeñín”, de lo que no sé cuáles fueron las conclusiones finales.
Un “exitoso gurú” del marketing electorero “estratega de cómo ganar elecciones”, planteó en alguna ocasión en las redes como si fuese todo un teórico del Estado y consumado jusfilósofo, que en Colombia la moción de censura era una de las formas constitucionales de “ejercer control político”. Nada más alejado de la realidad bajo la estructura de un Estado Social de derecho, por ser una institución propia de los regímenes parlamentarios.
Siempre he dicho que en Colombia la corrupción no solo desafía la Constitución y las leyes de la República, sino a la misma “Ley de la gravedad” pues “nuestro corrupto nacional, siempre se cae, pero, pa´rriba”.
En Colombia ha sobrado la fuerza para hacer mundano y vandalizar las leyes de la ciencia y de alguna manera las leyes del hombre y de la sociedad para que operen como inversas de la “Ley de la gravedad y a la Teoría de la relatividad”, expuestas por Newton y Einstein. No solo es caerse pa´rriba, sino hallar todo relativo.
La ministra TIC al decir de “los expertos” salió fortalecida, se cayó pa´rriba, a lo que bastó su declaración de “amor por Colombia y su tierra barranquillera”.
Así mismo pensé en un extraño congresista Carlos Moreno de Caro, también de Barranquilla del que tampoco nunca supimos cuántas ratas pudo cazar cuando fue senador de la República, misión que quizás no pudo cumplir porque debió “sacrificarse por la patria aceptando una embajada o un consulado” nada más y nada menos que en Sudáfrica.
Con “alevosía” mi trinidad femenina urdió en el recinto sagrado de nuestra vivienda un “plan criminal”, porque eso de aprovecharse de la noticia de presencia de ratas de alcantarilla en la urbanización y de “autodeterminarse” a pasar por una tienda de bromas a comprar una “rata mojada” y ponerla en un pasillo de luz difusa y aprovechándose de la “condición de inferioridad” porque la EPS no ha programado mi cirugía para la implantación de “lentes intraoculares”, arman angustioso escándalo que activa “mis resortes”, salté de la cama y mis ojos, solo mis ojos perciben que las tres damas están ante “inminente peligro”. No dudé, era una rata de alcantarilla torpe e inmóvil en espacio abierto e iluminado y brotó mi alma de abogado y la vi en suplicante actitud defensiva de “no me hagas daño”.
La única “moción de censura” que se me ocurrió fue cubrirla y atraparla con una bolsa plástica y juro que solo veía que se movían sus pelillos, bigotes o barbas.
Con inusitado rigor “táctico y estratégico” logré cubrirla con la bolsa, es mía [dije] y qué desilusión cuando la palma de mi mano percibe una cosa rígida y dura y fría…dejé ver mi defraudación y desde ese día y hasta hoy reímos en casa como nunca a lo que se agregan las risas que provocan los comentarios en las redes de amigos y conocidos los que serán fundamento para que un “juez constitucional de mínima cuantía”, ampare y salvaguarde mis “derechos prevalentes de tercera edad”, ahora sí con “cadena perpetua para la moneca y las dos hijas”.
Finalmente, esa es la “misma felicidad” que hoy embarga en Colombia a todos sus disímiles
países, por la “dosis forte” de inmunidad-impunidad.
Lo trágico del cuento es que, a diferencia de Moreno de Caro, la cónyuge y las hijas se tiraron en mi “carrera diplomática”.
Por algo somos “uno de los países más felices del mundo”. Abrazos para todos.