La Seguridad No es el Problema
Por: Abogado Nelson Hurtado Obando
Lo que nos está ocurriendo en Medellín, no es asunto propio o exclusivo de esta parroquia, ni siquiera del Departamento o de la Nación colombiana; nos duele más en Medellín y Antioquia, por ser lo más cercano a nosotros, porque toca más directamente nuestras vidas y nos impacta mucho más, que las mismas situaciones que pueden ocurrir en las más lejanas regiones del mundo.
El tema de “seguridad” en Medellín, se aprecia como si la ciudad fuera el contexto, propio, individualizado, singular, especial y creo que allí reside una primera equivocación; este problema grave de Medellin, apenas sí es un texto, cuya lectura no puede hacerse por fuera de los contextos mundial, nacional y departamental.
En esta materia y aplicable a otras situaciones, incluidas las propias de las ciencias, bastaría tan solo una pregunta: ¿Cuál es el problema mayor del mundo actual? Y desde la O.N.U., el B.M. el B.I.D., la O.M.S. y hasta el más común y silvestre de los conciudadanos del mundo, la respuesta es unívoca: la INSEGURIDAD!
Profundos y prestigiosos estudiosos del tema, como U. Beck, A. Giddens, Al Gore y muchos más, han coincidido en significar que el signo distintivo de los tiempos que corren, son justamente el temor, el miedo, la incertidumbre o inseguridad, que incluso han transformado el paradigma científico, en tanto ya las ciencias no producen verdad, como certezas, sino más altas probabilidades respecto de un fenómeno y de impredecible temporalidad y aún con apoyo en estadísticas científicas y no meramente empíricas.
Tan certera es la realidad del mundo actual, que la misma O.N.U. en todos los componentes del Desarrollo Sustentable y acorde con el cambio de paradigma hacia la Seguridad Humana, ha sintetizado que no podrá existir un mundo seguro, mientras los seres que habitamos el planeta, no seamos seres libres frente al temor y libres frente a la necesidad.
Si los ilustres estudiosos y los organismos mundiales, no andan equivocados, en nuestra parroquia si estamos equivocados; hemos hecho de la “SEGURIDAD” el problema, cuando realmente ese no es el problema y desde esa manera de leer los textos que a diario se presentan, en los diversos hechos sociales, recurrimos a un falso reduccionismo, como si las cosas ocurrieran por fallas exclusivamente imputables a las autoridades: alcalde, cuerpo de policía y organismos de seguridad y el origen de la conflictividad, fuera solamente la marginalidad, la exclusión y la inequidad. Reducimos de un tajo y falsamente el problema, a un evento de SEGURIDAD HUMANA- Seguridad Personal.
Delineado someramente el contexto e identificado el problema: la INSEGURIDAD, que es lo que debe resolverse, la SEGURIDAD, no ha de significar más que un fin, en el contexto del BIEN COMÚN, de la UTILIDAD PÚBLICA o el INTERÉS SOCIAL.
Si abordamos la actual crisis desde la INSEGURIDAD, el espectro discursivo se abre, frente a respuestas y acciones que deben emprenderse, en tanto la finalidad es la SEGURIDAD HUMANA, en sus diferentes componentes: medioambiental, alimentaria, salud, personal, económica, jurídica, etc., en tanto propicien la LIBERACIÓN frente a la necesidad y frente al miedo, de todos y cada uno de los integrantes de la comunidad.
De seguir abordando la crisis, desde el hacer de la SEGURIDAD el problema, la respuestas no serán otras distintas a pedir y obtener cada día, el incremento del pie de fuerza policial y hasta militar, con el consecuente consumo de recursos públicos, en un círculo vicioso, al que se agrega, la ineficacia del Servicio Público Esencial de Administración de Justicia, cuya mayor evidencia es el sistema penal acusatorio, con soporte constitucional, desde el cual se privilegia la libertad y se hace de su privación o pérdida la excepción, lo que indudablemente, -no es mera percepción- ha creado desazón en la comunidad e incredibilidad e ingobernabilidad del aparato de justicia, que por lo general, desestimula la acción de la policía, el cuerpo militar y de otros organismos de seguridad, pero muy especialmente de la ciudadanía, que en no pocos casos, prefiere contribuir a la impunidad, que acudir ante las autoridades, es decir tenemos ciudadanos que no son libres de la necesidad, ni libres del temor, alimentados además por fenómenos de corrupción y de desinformación.
Se habla de inversionistas extranjeros, es decir de la transnacionalización de capitales y poco se repara en que a la par con ellos, vienen fenómenos de delincuencia internacional: común y política, previstos y costeados en la inversión extranjera, pero tratados de manera separada, por las autoridades nacionales y locales, como si fueran asuntos aislados e independientes entre sí y no como facetas de un mismo orden. En la transnacionalización de capitales y en las inversiones extranjeras, la inseguridad personal, prácticamente se resuelve como un costo y con un poco de vigilancia privada, de tal modo que los capitales e inversores extranjeros, lo que más demandan nacional y localmente, como finalidad, es la seguridad jurídica. Sea que se trate localmente, de inseguridad por delincuencia común o política, -ya inseparables-, el asunto no es meramente doméstico; la transnacionalización de capitales, trae distintos y diferentes referentes axiológicos, culturales, de usos y costumbres y prácticas sociales diversas, que sin lugar a dudas están presididos por el ánimo de lucro, que sin hesitación percute negativamente la tendencia hacia ALTOS NIVELES DE VIDA (consumismo), en detrimento de la CALIDAD DE VIDA, como reafirmación de NO LIBERTAD frente a la necesidad y frente al miedo. Por eso hoy se habla con mayor rigor, de conglomerados urbanos, no tanto de ciudad y ciudadanía, hasta tal punto que en no pocos casos hablamos de lugares “Déjá Visité”, en tanto la internacionalización de las ciudades, tiende a un urbanismo a imagen o referente, perdiendo así la identidad local, como vínculo relacional entre hombre y entorno local inmediato, en tanto nuestra urbe primero perdió su suelo urbano y ahora tiende a perder su territorio. En parte, la inseguridad de Medellín, es un componente asociado a procesos de internacionalización, globales, no atribuible, al menos en la totalidad del fenómeno a sus autoridades locales, pues la inseguridad a nivel global, es uno de los problemas asociados al paradigma económico y como tal la solución ha quedado librada igualmente al mercado, como al mercado han quedado libradas las soluciones al hambre, la pobreza, la exclusión, la inequidad, el cambio climático, etc. Podría afirmarse, que cada inversión, trae aparejada de manera propia o indirecta, fenómenos de inseguridad, independientemente de la licitud o ilicitud de la inversión. En este sentido preciso, que la inseguridad de la ciudad, no es un hecho social, propio, exclusivo de Medellín y menos atávico o que su control a “límites tolerables”¿?, sea tarea de las autoridades locales o fruto de meras dinámicas, de pie de fuerza policial. En este sentido y sin que crea tener que auto corregirme, al Señor Alcalde de Medellín, en materia de INSEGURIDAD (no de seguridad), le han jugado una mala pasada, en primer lugar: las estadísticas oficiales empíricas, (“Tiranía de los Promedios” que la ONU mandó a derrotar), en segundo lugar: el flujo de información y por supuesto los medios. Al punto, es destacable lo que dijo el Cr. Yesid ante las cámaras de TV., luego del incidente en la comuna 8, todo lo cual en su conjunto, por lo menos refuerza el argumento de que el problema no es la seguridad, sino que el problema a resolver o controlar es el de la INSEGURIDAD. Al menos, bondadoso, el gesto del Señor Alcalde, de caminar la ciudad-noche, impredecible, misteriosa, y ojalá no olvide que son otras muchas más las INSEGURIDADES que nos carcomen como comunidad. Dios aliente a este pueblo, a cada uno de los seres humanos que lo habitamos y a sus autoridades a encontrar el Norte, que nos merecemos, donde la coexistencia sea nuestra única meta!