Impostores e imposturas
Por: Abogado Nelson Hurtado Obando
A útil semejanza, las plazas de nuestros pueblos y posteriores ciudades, si bien fueron el núcleo de la fundación, en cuyo proceso urbanizador los españoles adoptaron el damero de los romanos, es rica su significación no solo por su geometría, sino por la remarcación de ser el espacio público preeminente en que habrían de hallarse los principales edificios públicos sedes de las autoridades y del culto y esencialmente por haberse privilegiado como espacio para el encuentro ciudadano y para el debate público.
Era en la plaza pública, en la que los ciudadanos, egregios paladines de la democracia y de viva voz, abrían el debate público, sobre las cosas públicas.
Era la plaza pública, la cuna de nacimiento de no pocos líderes, muchos de ellos faltos de instrucción académica, pero a reventar de sentido común, de coherencia, de esa “sabiduría popular” en los que el valor y el sentido de lo público común se mantenía incólume y a prudente distancia de lo privado.
Allí tronaban: la crítica pública a los contradictores, a las decisiones de los gobiernos a todos sus niveles y en ella se exponían, en contexto, los “programas de gobierno” hechos de materiales muy ligeros, pero tan cercanos a ese indefinible querer o sentir popular respecto de los cuales podría afirmarse que eran guiados “por la estrella de oriente” de auténtico bien común y además sometidos a examen auténticamente público.
Impacta saber como E. Bernays sobrino de Freud y llamado el “padre de la propaganda y las relaciones públicas” expresó en su libro “Propaganda” que: “las personas se comportarán de manera irracional si se logra vincular los productos (o las políticas) con sus emociones”.
Así, Bernays en 1928 es contratado por la Compañía Americana de Tabaco para que publicitara en el desfile de Pascua en New York sus cigarrillos Lucky Strike, con un mensaje dirigido a las mujeres quienes hasta entonces tenían prohibido fumar en lugares públicos o en medios públicos.
Bernays, preparó a cerca de una veintena de mujeres modelos de aquella época y en el desfile de Pascua de New York, todas ellas posando a muchos fotógrafos posaron con sus cigarrillos en la mano y encendiéndolos bajo el estribillo de estar encendiendo: “Antorchas de libertad”. Seguidamente, las “antorchas de libertad” hicieron su revolución y en los periódicos empezaron a aparecer las pautas publicitarias de mujeres fumando, pero con especial énfasis en las películas de cine americano y así no solo las mujeres se incorporaron al ejército de fumadores, sino que permitieron a la Compañía Americana de Tabaco, salir airosa de la crisis económica de 1929 y la gran depresión de los años 30 del siglo pasado.
Desde Bernays, saltamos a M. McLuhan quien agregó que: “El medio es el mensaje” y llegamos, saltando no poca literatura hasta A. Gore con su obra: “El ataque a la razón”, que devela nuevamente como la publicidad, el marketing, de manera especial la TV., las pseudociencias entre ellas la neurociencia, el neuro marketing, la desviada politología, el coaching, etc. han propiciado no solo la publicitación de productos-mercancías, sino que a sus “catálogos de ventas” han agregado sui generis mercancías nuevas como la pseudopolítica, los pseudopolíticos y la pseudodemocracia y sin vergüenza ninguna exprimiendo el principio de Bernays que dice que: “las personas se comportarán de manera irracional si se logra vincular los productos (o las políticas) con sus emociones”, debilitando la democracia de EE. UU., cubriendo a sus ciudadanos de “miedo, secretismo y fe ciega”.
Finalmente, Bernays también significó que cada estadounidense necesitaba un coche, en su ámbito de libertad, propiciando el desuso de los tranvías y trenes, de lo cual Colombia hoy se arrepiente, sin encontrar el rumbo, mucho más complejo en el presente.
Vivencias actuales y muy cercanas en nuestro país, nos permiten concluir sin equivocación alguna, que en torno al principio de Bernays y con las agregaciones propias de nuestra “malicia indígena”, la política, la democracia, la configuración del gobierno y sobre todo a nivel territorial son hoy producto exclusivo de mercaderistas-publicistas-marquetineros-politólogos-coaching, etc., que además han logrado cautivar numerosos devotos en sus “escuelas de liderazgo para la democracia” forjando “líderes desde sus propios ADN”, de tal modo que con sus industrias vaciaron la plaza pública y “…desierta queda la universidad…”.
En lugar de la plaza pública, vino la TV. y luego las redes sociales y los “like” y los tuites y retuites y luego los “premios internacionales” otorgados por la nube y las métricas de unos y otros y las encuestas…
Así, desde un hombre ilustrado o un ignorante, un pillo, un borracho, etc. con suficientes recursos, tienen la alta potencialidad de ser elegidos a cualquier corporación o cargo público, pues como el mal producto de la Compañía Americana de Tabaco, podrá ser convertido en “antorchas de libertad” y sin quede nada que hacer cuando empiecen a aparecer sus estragos en el “organismo social”.
Nos duele como abogados, leer y ver y escuchar de todas esas vertientes de mercaderistas-publicistas pseudodemócratas, la manipulación mediática y en redes sociales no solo de las personas naturales, sino de los ciudadanos a quienes definitivamente convierten en “masa lista para hacer torillas” y llegando hasta ilegítimamente a ofrecer sus “teorías del Estado” y no contentos, hasta atreverse a criticar decisiones judiciales, exhibiendo con gala su ignorancia supina, logrando que quienes leemos, vemos y escuchamos sus “disertaciones”, en no pocas veces sintamos pena ajena.
El modelo rueda, nos cubre y los que monetizan las debilidades humanas aprovechadas por Bernays, para hacer “candidatos ganadores, líderes de imagen, de papel, de propaganda”, pasan a cobrar sus honorarios y a esperar la próxima campaña electoral, sin importar que la entidad real, el “ser ahí”, de no pocos elegidos, empecemos a descubrirla los ciudadanos en los estragos sobrevinientes a sus posesiones como: incapacidad, incoherencia, sectarismo, “administración pública de enemigo”, improvisación, encuesta-imagen, nepotismo, “discurso de la pobreza”, corrupción.
Una cosa es reforzar las virtudes, cualidades, aptitudes y capacidades de un ciudadano-líder y otra muy diferente que, a partir de la atadura de los ciudadanos a sus propias debilidades humanas, se fabriquen “líderes” (mercancías) que exactamente aparezcan a decirles: “lo que quieren oír y lo que quieren hacer”.
Desde esta perspectiva, los ciudadanos coherentes y en especial los abogados, tenemos mucho más que aportar a la humanidad, a la sociedad, a la democracia; nuestra tarea no se agota solo en la docencia y mucho menos en las gestiones judiciales profesionales.
Este es tiempo de impostores e imposturas como “antorchas de libertad”, a lo cual el medio lo hace mensaje…y sin darnos cuenta. @abogadohurtado