Por: Abogado Nelson Hurtado Obando
Se auguraba como una primavera, duradera y estable a la comunidad de vida municipal, de justicia, paz, orden, progreso y prosperidad y la materialidad de la solidaridad constitucional desprendida del sentido de caridad cristiana y se presentía como desfilando en pasarela el esquivo bien común.
Todo apuntaba a que el cambio hacia un Estado Social de derecho, democrático y participativo, por lo menos propiciaría la transformación del alma municipal y que cada comunidad elegiría a sus mejores ciudadanos (lo que no requiere tanta academia), aunque imperfectos y falibles como el resto de mortales, pero con la bondad y la sabiduría o al menos con el sentido común a flor de piel, para liderar y ser verdaderos artífices del mejoramiento de la calidad de vida de todos y cada uno de sus conciudadanos.
Asumían las comunidades municipales, la enorme responsabilidad de ser ellas mismas, las únicas y exclusivas responsables de su propio progreso o fracaso. Allá ustedes si se equivocan al elegir el alcalde. Se les dotó en boca de algunos de “autonomía” fiscal, presupuestal y de iniciativa y participación en la gobernanza del municipio.
Se aspiraba a superar ese estado de cosas que discurría como Entre el Poder y el Miedo.
Pronto se dio sepultura a los partidos políticos, sin considerar que a la democracia le eran inherentes, que, sin ellos, la democracia no puede subsistir y entre “gallos y media noche”, los expertos en el arte del ardid y la trampa, conformaron los nuevos “emprendimiento y empresarismo electoral”, vestidos de “movimientos cívicos, ciudadanos, verdes, amarillos…”, que terminaron convirtiéndose en auténticos clanes, carteles, trusts y monopolios y hasta llegar no solo a la percepción, sino a la sensación, sentimiento y vivencia ciudadana, de ser ciudadanos impotentes ante el llamado “Estado secuestrado por las empresas electorales”: burocracia, presupuesto, contratación pública de municipios, entidades y empresas del sector descentralizado, empresas sociales del estado (ESE), empresas de servicios públicos (ESP).
Entre el Poder y el Miedo, continuamos los ciudadanos, elección tras elección de alcaldes; más que la incertidumbre propia del devenir electoral, democrático, elección tras elección, más que errores provenientes de nuestra falibilidad como seres humanos, vemos, sentimos y padecemos como seres humanos y ciudadanos, que la elección popular de juntas administradoras locales y la elección popular de alcaldes, se ha convertido por los elegidos en el simple “cuarto de hora” y en el “trampolín electorero” desde el cual empiezan a preparar y “financiar” el salto hacia otras dignidades. “Que el elegido llega a gobernar con sus amigos, sí, es cierto, pero no con todos sus amigos y menos aún, solo para sus amigos”.
Entre el Poder y el Miedo, pero hay que decirlo y así bajo la misma sombra de la misma Constitución y de las mismas leyes, los ciudadanos hemos sido conducidos y convertidos en meros instrumentos para “legitimar con nuestros votos” a quienes “previamente han sido elegidos a dedo” y en no pocas ocasiones, en alianzas empresariales electorales, en verdaderos cocteles de “ruedas públicas de negocios privados”, de las cuales, en alguna ocasión por lo menos, han brotado las pútridas aguas de lo ilícito.
Entre el Poder y el Miedo, no hemos dejado de convivir y coexistir los seres humanos y ciudadanos, ni después de la elección popular de alcaldes y al contrario ese vivir Entre el Poder y el Miedo, se ha incrementado en los últimos años, no solo por el incremento de incertidumbres y otros riesgos o por la aparición de lo insospechado y del azar y en las acciones gubernamentales administrativas y de gobierno, que dejan serias dudas respecto de la coherencia, la honradez, la sinceridad y la bondad de los gobernantes, que se abren como verdaderas “Cajas de Pandora” y bajo la sola marca de sus personales convicciones personales e ideológicas, precarias.
Entre el Poder y el Miedo (EPM), “estamos ahí” todos en Medellín.
EPM, la de la cuña radial publicitaria de muchos años atrás: “Fuente vital de bienestar y progreso”, la “Joya de la corona”, la expresión que nos basta a los medellinenses y antioqueños, para expresar y resumir su valiosidad, sin importarnos conocer su dimensión de coloso, sin tener que ser expertos y sin necesidad de explorar, en todos sus ámbitos vitales y de interrelación con: naturaleza, medio ambiente, salud, higiene, investigación, ciencia y tecnología, planeación, recursos humanos, usuarios, mercados, economía y finanzas, negocios, en fin, que legos en esos complejos asuntos, las personas y los ciudadanos de Medellín y hoy de Antioquia, llevamos a EPM como símbolo de una joya perfectamente tallada por el sudor, esfuerzo, constancia, disciplina, honradez y tesón de unas generaciones que nos precedieron, desde lo cual podemos postular que así el precio de EPM sea fabuloso en billones, ninguna cantidad de ellos podría pagar el VALOR que es, en el corazón y en el sentimiento de los ciudadanos de Medellín y Antioquia; es el valor de la institucionalidad.
Entre el Poder y el Miedo (EPM), no es solo por el “edificio inteligente”, ni por sus estados financieros; Entre el Poder y el Miedo (EPM), son también muchos municipios lejanos, son sus represas, su generación de energía y prestación de servicios en muchos de ellos; no son solo los billones que transfiere a Medellín, son también los billones que llegan a los municipios que participan en generación de energía; son nuevos asentamientos productivos y generadores de empleo en los municipios atendidos y de actividades diversas como: turismo, hotelería, paradores de carretera que nacen y crecen bajo un bombillo en los que es “epm la que alumbra”, estufa que funciona a gas, como energía vital al funcionamiento de nuestros hospitales, es ese todo, del cual solo se puede afirmar con orgullo paisa: es nuestra joya de la corona.
¿Qué se han querido “robar” a EPM? Es posible.
Y por eso y con gran acierto, el pacto de “gobierno corporativo” público, -aunque no participemos del todo, del concepto- fue, además, como una premonición de los tiempos difíciles que podrían llegar a la empresa.
Que el GEA, que los miembros de la junta directiva, que el gerente…que las licitaciones y los contratos, para todo ese mar de dudas, quedaban las legítimas autoridades públicas, en sede administrativa y en sede judicial, no solo por vía derecho administrativo, sino también comercial y penal.
Entre el Poder y el Miedo (EPM), porque, por muy buenas que sean las intenciones del alcalde frente a EPM, su actuación frente a otras entidades municipales, que ya se forjan como “instituciones”, ha dejado en evidencia su talante, frío y calculador y la evidencia de ser un hombre que no reconoce límites civilistas, cívicos, ni ciudadanos y dispuesto siempre a repetir “saltos” para sortear todo lo que le signifique, talanquera, barrera, vallado o alambrada, sean constitucionales, legales, reglamentarias e incluso las de las buenas maneras y no solo desde el poder nominador de su burocracia, sino desde el ámbito de la contratación pública, en la que muchos asuntos no quedan claros para la ciudadanía.
El antecedente de insubsistencia del gerente general de EPM, de nuevo nos pone Entre el Poder y el Miedo (EPM), porque no es el argumento del “regionalismo paisa” el que cobre fuerza, pero no tiene el alcalde ninguna explicación y menos una justificación para hacer creíble que varios actuales servidores públicos del municipio de Medellín, sean “bogoteños”, ni siquiera bogotanos y hasta venezolanos como en la ESU.
Entre el Poder y el Miedo (EPM), porque si el argumento del alcalde para declarar insubsistente al gerente general, su amigo de más de 15 años, fue el de haber querido “favorecer a Camargo Correa”, facilitando su “despatrimonialización”, también ha puesto en duda a los actuales miembros de la junta directiva, que no han dicho ni mu, ni han expedido un comunicado, puntual, claro y coherente, sobre si es cierto, que ese fue el “florero de Llorente”: el acto de favorecimiento del ya exgerente al contratista-demandado. Al contrario, pensaríamos, que no quieren ser removidos por la causal de “por no copiarle al alcalde”.
Entre el Poder y el Miedo (EPM), porque no existe redistribución de la riqueza social, cuando en el municipio de Medellín, existen verdaderos carteles de la contratación en el área de seguros, favoritismo en los de obras públicas, favoritismo en la creación de burocracia y en la provisión de cargos.
Entre el Poder y el Miedo (EPM), porque en Medellín, existiendo medios de control y hasta controles ciudadanos, no hay control, ninguno funciona, ninguno es eficaz, ni oportuno.
Entre el Poder y el Miedo (EPM), porque en Medellín, no alcanza el ciudadano común y desprevenido a vislumbrar lo que se esconde o que lo que hay detrás del lenguaje que utilizan tanto el alcalde, como sus “servidores que sí, le copian”, en sus virulentos tuits en redes sociales.
Entre el Poder y el Miedo (EPM), porque si el alcalde de Medellín, representa a la “nueva política”, si el lleva las banderas, como otros, de la “nueva juventud política”, entonces todo está perdido, porque las actuaciones recientes dejan en evidencia que “la nueva política, no es más que la vieja política, reciclada y aumentada en sus peores vicios y en sectarismo y ayudada por numerosos algoritmos”.
EPM (Entre el Poder y el Miedo), que esto es la actual y la verdadera “EPMestamosahí”, la “joya de la corona”, de la incertidumbre, de una sociedad que no sale de los “asaltos y sobresaltos” y en manos de un alcalde que se asfixia enredado en su propia telaraña, que se resta credibilidad desde su propia palabra, que confunde liderazgo con euforia, que no escatima epíteto generalizador y por sobre todo, insistimos que confunde la legitimidad electoral con una “patente de corso”, cuyo propósito pareciera la destrucción del maltrecho orden jurídico de la República. Como dicen ya en la calle: “ese man no come cuento de constitución, ni de ley, ni de ciudadano, nada de nada”.