“Deseología jurídica”
Por: Abogado Nelson Hurtado Obando
| “Don Quijote alzó los ojos y vio que por el camino que llevaba venían hasta doce hombres a pie, ensartados como cuentas en una gran cadena de hierro por los cuellos, y todos con esposas a las manos…” |
Hoy, no preocuparían a Don Quijote, ni a Sancho, los asuntos de la economía, ni del mercado, ni las tesis de la “oferta-demanda”, ni las aplicaciones pragmáticas de las pseudociencias sobre la emocionalidad, ni sobre “la suerte de la fea que la bonita desea”, ni si el “zapato de Cenicienta”, era de cristal o de oro en las manos del “Príncipe Deseo”,
heredero del trono en la línea de sucesión y pronto ungido “Rey del Dese
“Pedid y se os dará”, -será su proclama, su divisa, su causa-; arrebatará nuestro tiempo, al reloj, será su “Chief Executive Officer” y fiel al principio: el “Rey no se equivoca”, será también el rey del tiempo y nos lo ha de devolver dividido en “paquetes de minutos o de horas” y pagaremos su precio, bajo los mantras de “el tiempo es oro” y “hay polvo de oro en el aire”.
Don Quijote y el gobernador Sancho, no percibirán, desde la biblioteca, el movimiento de vértigo del mundo; tampoco se preocuparán de la “sindéresis rotativa”, ni de cómo nos expropian las palabras para decapitarlas en las “guillotinas de la brevedad”, que funcionan a la excesiva y peligrosa velocidad del “click”; no percibirán que también han muerto las palabras: las que nacen del alma y a las almas llegan, en los brazos que abrazan; palabras que convertidas en caricias, tocan en acto de descubrimiento sublime, la piel y el cuerpo, que viajan al encuentro mágico de un beso, entre labios donde se hacen flor emblemática de todo silencio.
Asesinos de las palabras: emoticones y emojis y caracteres de grafías decapitadas, en la brevedad de la velocidad que exigen los tiempos que discurren; condena, a que las palabras orales, sean solo monosílabos, porque también fuimos despojados del coraje para pronunciar el primer “te quiero”. Pero, somos muy felices; tenemos un “CEO” que nos da una “buena administración de nuestro tiempo”, no importa que tengamos que salir más temprano de casa para llegar ante el “tirano reloj” del sitio de trabajo y sin importar la llegada más tarde a la mesa en casa y a los cuadernos de tareas de los hijos o al encuentro del amor, para el que la “congestión o el trancón, el mal tiempo” serán siempre pretendida buena excusa.
Con todo y eso, Don Quijote y Sancho, tampoco serán perturbados en sus sueños y menos porque en “el tiempo ajeno”, uno a uno se vayan satisfaciendo “nuestros íntimos deseos” y menos porque los adminículos a los que pegaron nuestros ojos y convirtieron nuestras manos y las puntas de nuestros dedos, en “grifos”, a través de los cuales la “inteligencia militar de los ejércitos de algoritmos”, nos siguen y extraen y escurren “nuestros datos”, que, “siendo tan propios y tan íntimos”, harto ignoramos y bajo la promesa de ser liberados del “conócete a ti mismo”, en tanto nos conocen más y mejor desde afuera.
Es como la percepción de un “nuevo orden”, el de “los esclavos del deseo”, presidido por un “benevolente y democrático tirano y sus ministros de la codicia y la avaricia”, que no obstante, no dejarán de elaborar sus discursos contra las pseudociencias: el neuro-mercadeo-político, la neurotecnología, la neuroprogramación y que abogarán hasta por un falso neuroderecho y un falso neurohumanismo y una falsa neurofilosofía y una falsa neuroética, para los nuevos entes vaciados de toda conciencia, pero sumamente hábiles y eficientes en la rutina de hallar la satisfacción de sus “deseos”, bajo la condición infame de tecno-neuroprosumidores.
Sin duda, todo el “nuevo orden”, puede compendiarse en una única constitución, como sería el “Tratado de deseología jurídica”. ¿Qué tal si confrontamos a fondo el tema del garantismo penal, con la desprisionización?, ¿La función social y ecológica de la propiedad privada, con la vivienda digna, la salud, la promiscuidad y el delito sexual entre parientes? ¿Qué tal si confrontamos la universidad abierta y gratuita, con la empleabilidad profesional, formal y los posteriores empleos chatarra? ¿Qué tal si debatimos en términos de “dignidad humana”, lo que es un “profesor en aula virtual”? ¿Qué tal si debatimos, sobre lo que son un juez y un abogado en ejercicio, bajo las “rutinas del procesalismo tecnológico”?
¿Será que la respuesta del BID a la reforma a la ADMINISTRACIÓN de JUSTICIA (no a la justicia) de Colombia, con un crédito de $500 millones de dólares, para digitalización judicial, es la solución?
No creo que alguien pueda hallar respuesta temprana a la profunda inquietud expresada por la Jueza 13 Civil del Circuito de Medellín, doctora María Clara Ocampo Correa, adalid de la “sistematización” y ya casi con el “grado de influencer judicial” cuando, afirma: “Amanecí extrañando el contacto con las partes; mirarlos a los ojos, estar segura que me escuchan”. Profunda pregunta libre de los cerrojos de la interrogación; nos vemos, pero, ¿nos miramos?, nos oímos, pero, ¿nos escuchamos?
Es incontrastable que, superado el estado de bienestar, todo se ha dirigido hacia el “estado generador de felicidad”, que no es más que el paso de la representación de una sociedad distópica, antes incierta, imposible e improbable, a la cruda y abrumadora realidad de la sociedad distópica, en la cual la “homogeneización”, cuyo debate muchos rehúyen, no es nada más que ese estado de adormilamiento, de “sueño profundo”, inherente al devenir tecnológico, para no referirme a “alienación”, palabreja que odio desde mis años de estudiante de bachillerato, que a ello se resumía el “discurso de los furiosos izquierdistas” y bajo el refuerzo del “catecismo” de distribución gratuita, de la “Revista Alternativa” de “don gabo”, a quien desde entonces le profeso mi mal querencia y no sin razón, pues eso de que se hubiera mamado de “seguir estudiando derecho, por que no le gustaba la letra menuda, pequeña”, no es verdad, en tanto “don gabo” nunca pudo concebir y apropiarse de que: la diferencia entre un "técnico legal" y un abogado, es el doloroso camino, nunca recorrido por aquel, desde la palabra, oral y escrita, al concepto; por eso "don gabo" se mamó de estudiar derecho.
Quizás algún día, los países más felices, desmontarán toda la estructura del aparataje de la administración de justicia y en alianza con compañías aseguradoras y bancarias, fundarán el “Banco de los deseos ciudadanos” y procederán a asignarle las tareas del Banco de la República, de banco emisor y mixto, de crédito y ahorro…así, lo que inmensa mayoría que únicamente espera de los jueces, será bajo el eslogan: ¡Vuestros deseos, son órdenes!
Ahora, Don Quijote y el gobernador Sancho, entonces, alzarían sus ojos y verían, que, desde su puesto en la biblioteca, (que algún profano les asignara) y en conservada edición de lujo, con tapas de cuero y caracteres en oro, que los hombres no llevan, a cadenas atados sus cuellos, ni sus manos atadas a esposas y que van de un lado para otro; diría: “Barataria” libre de “galeotes”.
Durmiendo el sueño de la gloria, (en la biblioteca) Don Quijote y el gobernador Sancho y a pesar de su ingenio, no podrían comprender, cómo delincuentes y ciudadanos, por igual, sin cadenas y sin esposas, van de aquí para allá, evolucionados y “libres y felices, llevando el mundo entre sus manos”, en pequeños adminículos y nada sabrán, Quijote y Sancho, de mundos digitales, ni de satélites, ni de datos, ni de segundas, cuartas, ni quintas “revoluciones industriales”, sin carbón y sin petróleo y mucho menos sabrán del “rey algoritmo” y por tanto no han de preocuparse de cuestiones de ética, ni de derecho, ni de justicia, que al fin sus misiones fueron cumplidas, “desfaciendo otros galeotes”.
Dormid el verdadero sueño profundo, Don Quijote y don Sancho gobernador, que hoy y por modo de otros, sin hierros en sus cuellos y sin esposas en sus manos, los nuevos “galeotes” son muy tecnofelices. ¡Dejádlos, “ser ahí”, felices, aunque no libres!
Armado, de palabras, para dar eco a los silencios,
Armado, de abrazos, para recoger todas las distancias,
Armado, de besos, para que broten en flor sus labios,
Armado, con su última mirada, antes del inicio del último vuelo,
Tú, en tu fila y yo en la mía, dos portales de salida, en un mismo aeropuerto,
distintos destinos, sin regreso, sin despedida y sin otro encuentro,
Armado, de sus presencias que habitarán mi estancia, por siempre,