De “Dédalos e Ícaros” a pícaros.Columna del Abogado Nelson Hurtado Obando. Twitter: @abogadohurtado
Por esas circunstancias de “reacomodos de las cargas vitales” que a veces nos procuran los “tsunamis” que sacuden y voltean patas arriba nuestras “alfombradas zonas de confort”, tuvimos sus tres “Ícaros” la fortuna de escuchar el pedido de nuestro “Dédalo” de “préndame el TV que quiero ver un poco las noticias porque Colombia es muy grande”.
Atendido su deseo, la siguiente noticia daba cuenta del “lugar común” de la corrupción que hizo metástasis en la patria colombiana; daba cuenta de la criminalidad industrial que enriquece sus “futuros políticos y económicos” a costa de empobrecer el desarrollo vital del “futuro de la patria” a través del hambre y la desnutrición, convertidos en los productos finales de sus “nichos de mercado monopolístico” consolidando inexpugnables imperios de “capitales políticos y económicos”, ni siquiera imaginados por las “sociedades secretas”, ni los Rothschild, ni los Soros. Es la pragmática del “llenar y vaciar los estómagos con frecuencia y regularidad”, porque los estómagos llenos no piensan, sino que agradecen y no hay renta bancaria de dos dígitos que supere su rentabilidad, retribución o lucro.
Nuestro “Dédalo” nos dejó ver a sus 97 su asombro; en primer lugar, preguntó: “¿Cuánta plata son 27 mil millones?” Y la respuesta de sus tres Ícaros no pudo ser otra que: “Pues papá, son 27 mil millones”, de tal modo que comprendimos que esa cifra no cabía en su cabeza limitándose a decir: “Eso es mucha plata” e impuso el silencio que solo rompió al concluir el almuerzo expresando: “Gracias a Dios por los alimentos, la vida es muy bella y Colombia es muy grande y muy rica y yo voy a vivir hasta los 120”, que es su trino mañanero desde antes de que existiera Twitter y que muchas personas, no parientes, han escuchado de su corazón, como su propio designio.
Continuó el ritual familiar en otra alcoba donde se haya recluida nuestra madre, prisionera entre las barandas de una cama hospitalaria, un colchón antiescaras y la tiranía de su alimentación licuada y a cucharaditas “como un ave que alimenta a sus pichones”; allí, a su lado se ha sentado en una silla nuestro “Dédalo” quien interrumpe la rutina para decir: “La vida es muy bella, ver la viejita así y ahora y como fue de guapa madrugando a despacharlos para la escuela, cuidando de las gallinas y los marranos pa´la casita y pa´educarlos a ustedes, gracias a Dios”. La viejita intenta incorporarse y pregunta: “¿dónde está el viejo?”, “aquí contigo, le respondemos y agregamos: “lo acaban de motilar porque ya parecía un ovejo”, ella se ríe y dice: “quiero verlo”, el viejo se acerca y ella le dice: “cómo quedó de lindo” y pide que tomemos una foto de los cuatro para que se la pongamos en su mesita de noche para “siempre vernos” y continúa con sus oraciones a las que le acompañamos.
De nuevo don “Dédalo” rompe el silencio y dice: “qué diferencia entre las travesuras de ustedes cuando eran chiquitos y las maldaduras de los de hoy”, como si nos dijera que para las primeras bastaron: Dios y el diablo, el amor y la correa y que hoy, para las segundas ni Dios, ni el diablo, ni el amor, ni la correa, ni el psicólogo, ni la terapia de pareja, ni de familia y ni siquiera la ley de los hombres, ni los jueces, pues el que fuera ya lejano hogar debe cumplir ahora con la función de cárcel...donde sus pulquérrimos guardianes viven bajo ”inminentes peligros”. ¡Ah los derechos humanos de los “irregulares”, los que no les negamos!
Algo bullía en el corazón y en el cerebro de nuestro “Dédalo” que no se aguanta y pregunta: “Bueno, si 27 mil millones son mucha plata, cómo hicieron para sacarlos que nadie se dio cuenta, eso debieron ser bultos de varias arrobas” y nos recuerda algún hecho de un empleado bancario en el pueblo para demostrar el acierto de su incredulidad sobre la “realidad de afuera” la que logra “conocer” solo en su conciencia crítica a los 97 a través del “dispensador universal de toda verdad” cualquier noticiero de TV.
Se llenó nuestro “Dédalo” de amargura y melancolía, pero de infinito agradecimiento y se dijo: “Uno si fue muy berraco y con su mamá, sin recibir herencias, ni ayudas de nadie, haber forjado hogar, construido casa y tener y educar tres hijos como ustedes que siempre fue nuestro mayor anhelo, cuál de ustedes no quiso ser policía y torero y piloto y sacerdote y médico y abogado y hombres ricos para ayudar a los pobres…bella que es la vida”.
Nuestro “Dédalo” a sus 97 dizque agradeciéndonos a sus “ícaros”, tanto que pensamos que el mundo para nuestro padre ya también iba al revés. Referida que le fue la narrativa de “Dédalo e Ícaro” de cómo le puso a su hijo alas de cera para que volara alto pero no cerca del sol y no obedeciéndole sus alas se derritieron y cayó… nuestro padre guardó silencio como si el cuento no lo hubiese impresionado, como si fuera fábula y cerró “la recocha” diciendo: “al morir Dédalo, nacieron todos los pícaros”.
¡Colombia si es muy grande, por eso nunca pasa nada, ni va a pasar nada, aquí siempre ha sido así, tanta libertad nos hizo a todos prisioneros de la “maldadura”. Papá, no se dice “maldadura” sino maldad y repuso: “eso creen ustedes, mejor apágueme esa luz que me voy a dormir”.
MEDELLÍN REVOCATORIA. Sin “Dédalos” y sin “Saturnos” y llenos de pícaros…el último que quede que sepulte la “letra muerta” del artículo 25 de la ley 393 y de todas las leyes y de toda la Constitución y que apague la luz…
En algún antiguo escenario académico se escuchó que: “las sentencias tienen el sentido y el valor de los hombres que las dictan”.