¡Cómo no hablar mal de los abogados!
Columna del Abogado Nelson Hurtado Obando. Twitter: @abogadohurtado
El abogado que hoy cuenta historias para esta columna, también cuenta con más de tres décadas de ejercicio profesional independiente y de docencia y ha sido presidente del Colegio Antioqueño de Abogados. Durante su mandato, se encontró con varios "abogados caciques" como de patio de cárcel infiltrados y se enfrentó a la felonía de algunos de ellos. Gracias a la dirección sabia del maestro Fabio Naranjo Ochoa, se logró vender la sede del colegio, ubicada en un sector deprimido y deprimente en el centro de la ciudad, y adquirir una nueva sede en Patio Bonito, en El Poblado, que fue defendida durante más de diez años.
Con la colaboración de otros grandes maestros como Pedro Pablo Cardona Galeano, Guillermo Montoya Pérez (q.e.p.d.) y Amado Ramírez, se fundó Coabogados. La primera aportación recibida fue hecha por una alumna llamada Ángela, en forma de cheque con varios ceros, entregado al maestro Ramírez. El proyecto iba viento en popa.
La cooperativa tenía como objetivo proporcionar seguridad social a los abogados y adquirir una póliza de garantía de pago de honorarios para los abogados afiliados al colegio, como una solución eficaz para los conflictos entre cliente y abogado, ya que a menudo el abogado es considerado "un ladrón" cuando no permite ser robado por el cliente.
Paralelamente, se trabajaba en un proyecto de ley para establecer la colegiatura obligatoria, contando inicialmente con el apoyo de los cinco presidentes en ejercicio de la República de Antioquia: el Dr. Álvaro Uribe Vélez, el Dr. Luis Alfredo Ramos (presidente del Senado), el Dr. William Vélez Mesa (presidente de la Cámara), el Dr. Ricardo Hoyos (presidente del Consejo de Estado) y el Dr. Jorge Aníbal Gómez (presidente de la Corte Suprema de Justicia).
La colegiatura obligatoria propuesta parecía ser un verdadero "Leviatán", especialmente por su carácter obligatorio, y generaba aún más temor cuando se establecían ciertos requisitos y para propósitos profesionales específicos. Pero a los abogados no les gusta que se les exija nada.
Se estaba avanzando hacia la creación de un tribunal ético para juzgar los desvíos éticos en el ejercicio profesional de los abogados. El abogado argumenta que los abogados no son instrumentos del Estado y, si acaso lo fueran, serían instrumentos de la humanidad. La justicia ha dejado de ser lo que era y ahora es un servicio público a cargo del Estado, susceptible de ser prestado según las condiciones del mercado.
En una ocasión, un abogado le dijo a su padre, [que era un hombre rudo e inculto y cuya civilidad fue hecha a punta de mula atascada en los caminos reales de la patria] que: “Era mejor un mal arreglo que un buen pleito”; el padre le mira y le replica: “En boca de un abogado eso es una herejía” y le agrega: “Y ni siquiera en nada comparable con el que: es mejor sirvientica en mano que cien señoritas volando”.
1.Un joven abogado recién graduado decide abrir su propia firma y comienza a buscar clientes. Un día, un hombre desesperado se acerca a él buscando ayuda en un caso de divorcio complicado. El abogado, emocionado por tener su primer cliente importante, se compromete a luchar por sus derechos y obtener el mejor resultado posible. Durante meses, trabaja arduamente en el caso, presentando argumentos sólidos y buscando evidencia a favor de su cliente.
Finalmente, llega el día de la audiencia y el abogado está listo para presentar su caso. Sin embargo, para su sorpresa, su cliente llega tarde y visiblemente distraído. Durante la audiencia, el cliente se muestra poco cooperativo y contradice los argumentos presentados por el abogado. A pesar de todos sus esfuerzos, el abogado no logra convencer al juez y el resultado es desfavorable para su cliente.
Después de la audiencia, el cliente se acerca al abogado y le dice que no está satisfecho con su trabajo y que no piensa pagarle los honorarios acordados. El abogado, frustrado y desanimado, se da cuenta de que su primer caso importante resultó en un fracaso y que no recibirá la compensación económica que esperaba.
2. Al abogado llega un hombre “desposeído de toda fortuna” y que apenas pretendía adquirir por el “modo originario de la prescripción adquisitiva extraordinaria de dominio” una tierrita ganadera de 200h en Planeta Rica y una casita en Laureles con avalúo comercial de $1.200 millones con res pisos más que le había edificado ue le procuraban una renta mensual de $8 millones de pesos. No tenía como pagar un pequeño anticipo de honorarios y él mismo le ofrece al abogado que le lleve el proceso al 30% del avalúo comercial. Siete años después un juez de la República dicta sentencia que declara que la finquita y la casita son de propiedad del demandante.
El “pobrecito cliente desposeído de toda fortuna” con esa sentencia ha recibido tremendo golpe que le retuerce la vida, ahora ha quedado tanto, tanto tan pobre que sólo tiene dinero.
Y vino a “güevoniarle” la vida al abogado con extorsión a bordo “que si no rebaja los honorarios a la tarifa de un tal “conalbos” se iba pa´l tribunal disciplinario” y la güeva de abogado, [como todos los colombianos] más por temor, que por espontáneo y natural querer, acatar y respetar a las autoridades accede a la extorsión y a obviar el enredo disciplinario.
3. Una viuda encarga la gestión de liquidación notarial de la herencia dejada por su legítimo cónyuge entre cuyos bienes hay una industria de piezas de acero y muchísimos bienes más. Dos hijos, uno mayor de edad y una niña de siete años. La viuda, como cónyuge recibe sus gananciales y además los derechos hereditarios que el hijo mayor le ha transferido. Todo termina muy bien en Notaría, la viuda ya tiene registrada su firma en el banco y gira desde las tres chequeras de la empresa. El abogado manda su cuenta de cobro por sus honorarios en el exacto porcentaje pactado con la viuda y pasan quince días sin respuesta y han pasado desde entonces ocho años y la viuda también con extorsión de por medio, no pagó los honorarios, pero se consiguió un mocito tierno de “28 años administrador profesional” que más que administrarle los bienes se encarga de “hacerle mantenimiento”. ¡Cómo no hablar mal de los abogados!
4. No existía aún el “matrimonio igualitario” pero sí ese entuerto que se denominó “contrato de unión solemne entre personas homosexuales”, que permitía celebrar “capitulaciones”, luego una sentencia de tutela dijo que esas uniones ante Notario eran un “matrimonio” sentencia que tuvo interesante salvamento de voto.
Dos “cabritas brinconas” dicen enamorarse y querer formar una “familia con muchos hijos”, celebran “unión solemne con capitulaciones”, luego revalidan su unión y registran su “matrimonio con todos los efectos jurídico-legales.
Sus roles matrimoniales están definidos: “cabrita proveedora” y “cabrita mamá” que queda en embarazo por “inseminación asistida de donante anónimo”. Nace el niño y lleva los apellidos de su madre biológica y la “cabrita proveedora” inicia el proceso de adopción del niño. La “cabrita proveedora” cuenta con muy buenas “vitamina$ y minerale$”.
Seis años después inician el proceso de divorcio y la liquidación de dos sociedades: la primera de la “unión solemne con capitulaciones” y la segunda de la sociedad conyugal, sin capitulaciones. Ambas “cabritas” contratan sus respectivos abogados. Se decreta el divorcio por sentencia de Juez de la República y se inicia el proceso liquidatorio. Reuniones van y vienen, se maltratan entre ellas, maltratan a sus abogados, logran acuerdos que luego deshacen o que se niegan a firmar, finalmente otorgan poder a los dos abogados para que inicien y lleven la última liquidación acordada ante Notaría y firmen la escritura en la que consta que esa partición de bienes se hace por la voluntad manifestada de las contendientes y aún desconociendo advertencias y previsiones legales hechas por los abogados.
La “cabrita mamá” que antes no tenía ningún interés económico, sino meramente morales y éticos recibió una gruesa fortuna. Con su abogado había pactado los honorarios de los tres procesos a cuota litis del 20 % sobre el valor comercial de los bienes que le fueran adjudicados. Reclama el abogado el pago de sus honorarios a la “cabrita mamá” y esta le responde que: “le ha consignado el total de los honorarios y que agradezca que otro abogado le dijo que era mucho pues que no le había cumplido el contrato y menos la gestión encomendada pues que era mucho más el dinero que le correspondía en la liquidación”. La “cabrita mamá” se despojó de sus bienes y el abogado por sus honorarios se quedó como el perro de la Víctor: mamando y haciendo espuma. ¡Cómo no hablar mal de los abogados!
Definitivamente es mucha mayor y más dolorosa la tragedia de los hombres que van de “0 a 100” que la de aquellos que van de “100 a 0”.
Estos ejemplos son solo algunos de los muchos casos en los que los abogados se enfrentan a situaciones difíciles, injustas e ingratas. A pesar de sus mejores esfuerzos, a veces los abogados no logran obtener los resultados deseados y son objeto de críticas y desconfianza. Sin embargo, también es importante reconocer que hay abogados honestos y comprometidos que hacen todo lo posible por brindar un servicio de calidad a sus clientes.
La profesión de abogado, al igual que muchas otras, está compuesta por individuos buenos, regulares y malos. Los abogados enfrentan desafíos y dificultades en su trabajo diario y a veces se ven envueltos en situaciones injustas. Sin embargo, también existen abogados dedicados y éticos que luchan por la justicia y el bienestar de sus clientes. En lugar de generalizar y hablar mal de todos los abogados, es importante reconocer la diversidad de la profesión y valorar el trabajo honesto y comprometido que muchos abogados realizan.
Por lo general a la hora de pagar los honorarios al abogado, al cliente siempre se le aparece <<el primo o el sobrino abogado o el abogado “ganapanes” o “abogado hiena”>> que le dice: “ese abogado no puede cobrarle esos honorarios”.
Esperen la próxima segunda parte de ¡Cómo no hablar mal de los abogados!