“Que anda solo y esperando/Tiene la tristeza larga/De tanto venir andando/…Viejo, mi querido viejo/Ahora ya caminas lento/Como perdonando el viento/Él tiene los ojos buenos/Y una figura pesada/La edad se le vino encima/Sin carnaval ni comparsa/Yo tengo los años nuevos/Mi padre los años viejos/El dolor lo lleva dentro/Y tiene historia sin tiempo…”
Aparecen ahora en el horizonte de la patria, los nuevos poemarios de verso libre entre loas y diatribas a la Constitución de 1991 que narran que: <<treinta y un años después “no termina de implantarse” en términos de derechos y garantías, libertad, justicia, justicia social, paz, “seguridad policial”, seguridad ambiental, alimentaria, personal y político-jurídica, social y económica >> y que ahora <<sí se va a hacer “el cambio” y se requiere de otra reforma tributaria para recaudar 50 billones de pesos>> porque los colombianos tienen derecho a “vivir sabroso”.
El “cambio”, en las manos de los que en estos 30 años atrás no vieron en “los artículos e incisos constitucionales”, niños desnutridos, sin lactancia, sin “guarderías o parqueaderos”, sin escuela, sin alimentos, sin vivienda, ni jóvenes sin universidad, ni profesionales subsistiendo en “empleos chatarra”, ni las “empresarias de web cam”, ni a las mujeres: todas mayúsculas ministras de hacienda en las cocinas de sus hogares haciendo el milagro diario, no de dividir, sino el de multiplicar un pan…
“Es un buen tipo mi viejo, que anda solo y esperando, que tiene la tristeza larga de tanto venir andando…” que acumula ya 665.280 horas de vuelo sin cambio de aceite, ni chupas “miadas” y al decir de muchos, “cometa sin cola y sin plan de vuelo” pero elevándose en contra de los vientos. “La edad se le vino encima/Sin carnaval ni comparsa”.
““Es un buen tipo mi viejo, que anda solo y esperando…/Ahora ya caminas lento/” y le critican porque no alcanza a llegar a los “debates” y “no tiene programa de gobierno” y todos subieron el rating por los “debates” y otros marcaron en punta en las encuestas y él, el “Viejo, mi querido viejo…” desapercibido pasó, sin que nadie sospechara que ¡él era el debate mismo!
Cruel, porque sin ir a “debates”, y negarse a hablar de fracking por fuera del contexto científico y ambiental los dejó “Petro-lizados”, como a gaviota blanca en derrame de petróleo de gran buque carguero en alta mar.
Y del “Viejo, mi querido viejo…” decían al contrario que “no tenía historia pero que sí tenía todo el tiempo”.
El de la parola… “gracioso, cómico, machista, misógino…”, el “Viejo, mi querido viejo…”, el que no necesitó estampar su rostro en unas tangas de “Sale off” de 6 X $1000, sobre la piel color ébano de una MUJER colombiana como promesa de que su gobierno sería para “vivir y pasar sabroso…”, pieza electoral púbico-impúdica de la mujer instrumento, cosa u objeto de deseo, mientras la tierna hija del publicitado participaba de la magia mercaderista de una “Carta a papá”. ¡El progresismo, la inclusión, la “justicia de género” reivindicante, restauradora, liberadora, libertaria, emancipadora, igualitaria, decolonizadora y bla, bla, bla!
“Viejo, mi querido viejo…” el que, “Al-cocer” su ideario de las “cosas sutiles, ingrávidas y gentiles” no deja a la mujer en casa y saca de su “castillo” a una Marelen mayúscula…talvez como designio divino de llegar a ser la primera mujer presidenta de Colombia; cruel pensarlo y decirlo pero es la vida misma inexpugnable incertidumbre.
“…un buen tipo mi viejo…que tiene la tristeza larga de tanto venir andando…”, un tipo “de´sos picalenguas”, “perro viejo que ladra senta´o”, sin diseños de imagen, ni de sonrisa, de poco pelo y despeinado, “…un buen tipo mi viejo…”
“…un buen tipo mi viejo…”, que como ingeniero civil ya se lo quisiera una universidad como <<maestro de teoría del Estado y derecho constitucional -sin pretenderlo como pragmatismo- del diario vivir de la inmensa mayoría de colombianos, sin el “mínimo vital”, con salario mínimo y con salarios profesionales inframínimos, sin escoltas, sin carros blindados y esperando el metro de Buenaventura a Santa Marta>>.
“Es un buen tipo mi viejo…El dolor lo lleva dentro/Y tiene historia sin tiempo…”, a diferencia de un Petro y de otros que con un tiempo de 30 años en el Congreso y sin historia distinta a azar, zozobra, odio, rencor, resentimiento, incendio, han sido como “promesa de felicidad” que consistiera en pasarnos a todos los colombianos con nuestras tristezas, por el fuego y por segunda vez.
¿Promesa de qué o amenaza? ¿Qué mensaje ha enviado a los colombianos el señor Petro en RCN TV., en este video (VER: https://bit.ly/3apkcZS)? ¿Qué es eso de que Petro quiera retornar a su juventud, cuando afirma: “…más o menos hacer lo mismo que hacía hace unos 20 o 30 años…ya vemos, ya lo verás…es como retornar a mi juventud…”? Con razón también ha afirmado don Petro y su vicepresidenta que: “cuatro (4) años es muy poco, que cuatro (4) años no nos alcanza” para “vivir sabroso” y que construirá un “pacto nacional” [constituyente] que “alargue-indefinidamente” el período presidencial porque: <<Oh bendita democracia, por “elecciones libres y periódicas y reelección continua”, hasta la victoria, por la dictadura del pobre-tarado”>>.
Personalmente y como miles de colombianos más, no sumamos como “uribistas” en los 5 millones de votos que obtuvo el candidato Federico, ni sumamos en los otros 5 millones de votos que obtuvo el candidato Rodolfo. No. En esos 10 millones de votos sumamos la mayoría de los colombianos que dijimos: ¡que viva el miedo! como mecanismo y soporte dado al hombre por la naturaleza para enfrentar las adversidades de la existencia, porque no queremos el retorno al mismo o peor “tiempo pasado” que nos ofrece y reitera Petro, en“…más o menos hacer lo mismo que hacía hace unos 20 o 30 años…ya vemos, ya lo verás…es como retornar a mi juventud…”
“Es un buen tipo mi viejo…/ La edad se le vino encima/Sin carnaval ni comparsa/…” y a juicio de “los expertos de la clínica electorera” acusado de “demencia senil”, “sin el carnaval ni la comparsa del programa de gobierno” y ante lo cual “la sabiduría, la indecencia y la ingratitud de otros” no se rinde, ni siquiera como ofrenda en el altar del destino común de los colombianos para admitir y reconocer que esa “demencia senil” es la que nos ha devuelto a las puertas de la normalidad como colombianos y como especie frente al referente que padecen los países de nuestro vecindario. ¡Falta grandeza!
Es como decía mi abuelo: “El tahúr cuando no gana, arrebata”. Manos que “juntándose para dar y recibir”, se muerden. Recordemos de Simón Bolívar: “Colombianos, el no habernos compuesto con Santander nos ha perdido a todos”.
Y meto la cuña, don Rodolfo y no se vaya a equivocar, en Medellín somos ¡muchas más almas, don Rodolfo! Muchas más que 270 mil.
“Es un buen tipo mi viejo…/Sin carnaval ni comparsa/…”, ligero de equipaje: ¡voló en sus palabras!
“Es un buen tipo mi viejo…/Sin carnaval ni comparsa/…”, sin las añoranzas, ni las romanzas actualizadas de los “giros constitucionales” tan propios en el momento, de quienes debiendo haberles dado vida se apostan ahora como vigías de un “cambio” cuya promesa de regreso es de “…más o menos hacer lo mismo que hacía hace unos 20 o 30 años…”, que no es solo un “salto al vacío…
“Es un buen tipo mi viejo…/Sin carnaval ni comparsa/…”, ligero de equipaje ¡voló en sus palabras! en su “demencia senil y sin programa” y nos sacude del prolongado y repetido ciclo cuatrienal de la “democracia del miedo, la angustia, la aflicción”.
La libertad, el hombre solo alcanza cuando sus sueños vuelan más altos que sus pensamientos. Volver atrás, “…20 o 30 años…”, no es un sueño, sino una horrible pesadilla, de la que aún no acabamos de despertar.
¡Voló en sus palabras! Que muchos llaman “desconstitucionalizadas, injurídicas, autoritarias, antigarantistas, “contraprimeralínea” quintacolumnista; reaccionario, retardatario. irreverente, coloquial, “sin el dulce de la azúcar refinada” de la diplomacia, vacías de estadísticas, cifras y datos, de economía, mal educadas…”.
Un buen gobierno se hace con bondad y con un equipo humano de altas virtudes, al que no aplaste “el peso”, ni la masa de cartón en toneladas. Un gobierno que le baje el volumen a la tecnocracia, a los espurios consensos, a la transacción-negocio, al imperio del todo vale (precio).
¡Voló en sus palabras! Y le critican y se le enojan porque “no da respuestas”. Tal vez para muchísimos “consumidores inmóviles de respuestas”, es lógica, coherente, plausible y noble la respuesta de Petro de querer regresar: “…más o menos hacer lo mismo que hacía hace unos 20 o 30 años…ya vemos, ya lo verás…es como retornar a mi juventud…”; para otros tantos no es una respuesta, sino un océano de preguntas: ¿Qué hacía Petro en su juventud, 20 o 30 años atrás? ¿Cómo y porqué quiere regresar a su juventud? ¿De qué hecho depende ese regreso que anuncia? ¿Es anuncio, advertencia o amenaza la que hace “el estadista” Petro? Obvio que en aquella orilla solo pueden ver que: “el viejito no da respuestas, ni es sembrador de preguntas”.
“Es un buen tipo mi viejo…”, nadie sabe ni podrá saber, cómo, ni cuándo en “el viejito Rodolfo” se encarnó la pregunta fundamental de tantísimos colombianos, frente al horizonte de un futuro altamente incierto y mucho menos llegaremos a saber cómo “el viejito Rodolfo” encarnó la respuesta, no como el mejor, tampoco como “el menos malo”, sino como la opción plausible y democrática en el actual contexto colombiano, no exento de no-necesidad, de no-temor o por lo menos escenario de libertad y autonomía personales y sociales amenazadas.
En este “aquí y ahora” no se trata de nadie, se trata de todos los colombianos. Tenemos alrededor “todos los signos de los tiempos” aciagos.
Una cosa es un vuelo o salto en caída libre y otro bien azaroso es un vuelo o salto al vacío.
¿Político o antipolítico? Humanamente imposible. Simplemente, es. Y allí reside su sentido y valor en esta coyuntura de quiebre: no ser todo lo que es un político de las tres (3) últimas décadas en Colombia, mesiánico, redentorista: “articularemos, apropiaremos, garantizaremos, solucionaremos definitivamente, derrotaremos y reduciremos a “cifras tolerables” la pobreza, la inequidad, la exclusión, derrotaremos la delincuencia y la criminalidad, lucharemos frontalmente contra la corrupción, detendremos el cambio climático y reduciremos el calentamiento global, sustituiremos la exploración y extracción de petróleo por el cultivo extenso e intensivo de aguacate Hass con preservación de suelos y aguas…y de la mano de la Constitución…educación para…¿?, médico en casa…”. ¡Administradores de la riqueza!
“El viejito” se postuló ser todo lo contrario a lo que han sido los políticos de las tres (3) últimas décadas en Colombia, sin mesianismo, ni redentorismo y por eso: “ no responde o responde no sé o vamos a ver, vamos a estudiar, vamos a hacer un buen equipo de gobierno, vamos a escuchar, vamos a la ciencia, no vamos a “poner el dinero del Estado en cuentas de ahorro” sino que vamos a suprimir gasto público de derroche, innecesario, frívolo, pagaremos las deudas de los estudiantes con el ICETEX…”.
Quizás es la proposición de la gerencia de la pobreza en un país rico en recursos finitos, la proposición de lo sustentable y sostenible del movimiento total y constante del país, sin sobresaltos, sin saltos al vacío, sin desarraigos, sin desapropiaciones ni repartos “justicialistas”, sin supresión de las libertades, ni de las iniciativas privadas y en perspectiva, un intento de hacer de la “meritocracia” punto de equilibrio, antes que privilegio, que la ha convertido en exacerbado factor de corrupción.
“Es un buen tipo mi viejo…”, que songo sorongo songo, con la fuerza telúrica de la “Mesa de los Santos”, sacudió al país “normalizado”, sacudió a ese país que contesta el celular propio cuando el que timbra es el celular ajeno.
¡Contestemos! Está timbrando el celular propio de cada uno de los colombianos…nos están llamando por Colombia Rodolfo y Marelen y los seres humanos demócratas de los países vecinos! Devolvamos su llamada marcando el 29 de Junio, así: [ X-Rodolfo-Marelen - primeros en el tarjetón ]. En la urna: NI VOTO en BLANCO, NI TARJETONES SIN MARCAR.
Perdonen por interrumpirles "el disfrute del sonido global envolvente y la magia de la TV".
Conciudadanos, con todo lo dicho, lo que se dice y lo que se dirá, opto, desde el ejercicio de mi derecho a estar equivocado, antes que desde la “virtud de la sapiencia suma” a concluir: "Por mi parte no sé nada con certeza, pero la mirada hacia las estrellas me hace soñar".