Colombia en la “etapa anal”
Por: Abogado Nelson Hurtado Obando
Twitter @abogadohurtado
Sin embargo y desde antes de Freud, muchos de todos nuestros padres y especialmente nuestras mamás [privilegiados los que fuimos sus hijos] fueron especialistas de la "Etapa Anal" postulada por Freud, pues, sin hesitación alguna siempre supieron “darle punto a nuestra caca".
Después de Freud y de aquellas mamás, ¿qué es lo que tenemos en Colombia?
Intentaremos buscar algún punto de convergencia entre la teoría de Freud y la realidad político-jurídica de Colombia en el actual estado de su devenir histórico y a la luz de los discursos que por todo nos facilitan como materia prima algunos de los candidatos presidenciales, los jueces, los abogados en ejercicio y los “primos periodistas y/o comunicadores” y cualquier jefe de tribu política.
Distinguió Freud en la etapa anal el binomio “retener-expulsar” las heces fecales, asignándole consecuencias determinantes de nuestra configuración psíquica, en torno del “yo”, el narcisimo, la megalomanía y la asunción de comportamientos normados.
Más llanamente, Freud logró conceptualizar científicamente lo que nuestros padres, especialmente las mamás, ya sabían empíricamente.
El binomio freudiano, “retener-expulsar” está asociado directamente al placer y al erotismo y podrá parecer escatológico, pero, es la primera pulsión placentera por el poder, el poder de controlarlo todo.
Un juez suspende una audiencia penal durante algunos minutos en espera de que: “el colega defensor regrese a sus cabales”; un alcalde decreta por redes sociales que las aseguradoras continúen pagando por un “siniestro doloso”; un concejal “se vuelve estrella [de TV] con un discurso ad hominem”; un candidato presidencial tiene dos campañas electorales: una la de <<yo, el decente>> y la otra: << su “explicación” matemático-geométrica del derecho y de la justicia>>; un colega es condenado por “amenazas” en twitter;otro juez es investigado por su “autonomía en la interpretación y aplicación de una ley mal hecha por el legislador colombiano”; otro colega “abandona la detención intramural por vencimiento de términos”; un tribunal declara “la nulidad del nombramiento del gerente de Epm” y descubren que <<la araña “centros poblados” tejió una red de corrupción que cubre a medio país>>; un “empresario colombiano y diplomático venezolano” es extraditado a EE. UU., por todo y por lo mismo.
Dijo F. Dostoyevsky: “Creo que el diablo no existe, pero el hombre lo ha creado, lo ha creado a su imagen y semejanza”.
Diríase con fundamento en Freud y desde “la esperanza” que somos un país con un número minoritario de ciudadanos afectados por encopresis o enorme capacidad de cagarnos [evacuar] sobre todos cuantas veces se quiera, como sea y donde sea, de manera “culposa, dolosa o preterintencional” o por simple placer o “porque sí”.
“Excremental” dijo un Senador. Un exgobernador [E] de Antioquia y por HidroItuango preguntó en redes: << ¿Qué es más ético defender contratistas o los recursos públicos y el bolsillo de los ciudadanos?>> Pensamos que en las especiales y específicas circunstancias del proyecto, este sí que sería, defendiendo a “los contratistas”, un auténtico “Acuerdo de paz” en verdadera y material defensa de “…los recursos públicos y el bolsillo de los ciudadanos”, que en caso contrario de todos modos terminarían pagando y “sin paz” y salvos.
Parece que nuestra libertad fuera un asunto anal de movimiento oscilatorio entre “retener-expulsar” y en ambos casos desde una cierta sacralización hedonista de las propias heces.
Coloquialmente en Colombia mantenemos viva “la esperanza” que cualquiera “prenda el ventilador”, lo que es ya una “forma refinada” de expresar que: “vuele mierda al zarzo” y que Freud describió como el acto anal de “defecar-atacar” y que regularmente produce enorme placer que se expresa en no pocas ocasiones como: “te voy a volver mierda o ese man lo volvió mierda”.
“Hacer mierda” parece que es nuestro verdadero “deporte nacional” y Freud lo reconoció como esa formación psíquica que nos permite “retener-expulsar” las heces obteniendo placer desde y conforme a las normas introyectadas o contra las normas introyectadas, como claro acto material del poder de control.
No fueron esos “puntos de nuestra caca” los que alcanzaron nuestros padres y especialmente nuestras mamás, no. Fueron unos “puntos de caca” conforme a “la receta” de adecuación de la necesidad al ámbito de la cultura de la libertad intersubjetiva e interdependiente, es decir unos “puntos de caca” sabiamente normatizados.
Ergo, “defecar-atacar”, ya no es una simple pulsión en la relación individuo-sociedad, sino un acto de cálculo, un acto de intereses, un acto de no-derecho, un acto de no-el otro.
Descubrió o intuyó Freud, que en el “juego de poder por el control de esfínteres”, era imprescindible el lenguaje, la palabra, para asumir el sistema de normas determinadas por “un otro anónimo” y reconocible en ellas su carácter general válido y universal.
Sin embargo, “descubrimos” y talvez por aquello de la “malicia indígena” que el orificio por donde se expulsan las heces fue puesto lejos de “el poder ser visto por nuestros ojos”, de tal modo, atrás, siempre “a nuestras espaldas”.
Muchas veces hemos hecho referencia a la anomia que hace metástasis en el moderno Estado Social de derecho, democrático. Pero, con todo lo que nos ha ocurrido, nos ocurre y por lo que falta por ocurrir, se nos abre el horizonte para considerar que estamos inmersos en la “sociedad del hedonismo anal”, bien distinto de un “país feliz” prometido.
Un “país prometido” que no alcanzaremos con la “filosofía de Coelho, ni de Rizo, ni de Chopra, ni con los textos de la “New Age”, ni con “La ley de la atracción”, ni con “la misma campaña de todos los otros” y menos con la “segunda campaña” que en nuestro sentir freudiano perfectamente acompasa con el “defecar-atacar”justamente sobre y al punto más sensible y débil como es el ordenamiento jurídico y puntualmente a la estructura de la administración de justicia bajo una visión subjetiva de “la decencia” que considera que lo inmanente a la relación derecho-ley y desde “la igualdad” puede ser conocido por el “acto de explicación bajo lógica formal y su signo matemático” y no por el acto de comprensión, es decir, bajo el ámbito personalísimo del “yo creo que: lo justo es esto o es aquello”, en clara negación “anal-ítica” de todo sistema normativo que no sea “el propio”, el de la propia pulsión, “mañosamente ilustrada”.
Del mismo modo, desde lo jurídico legal hay una enorme distancia entre “expropiar y expropiar”, distancia puesta por la Constitución Política, pues una cosa es expropiar-vender por los fines y motivos constitucional y legalmente definidos y otra muy distinta es “vender-expropiar” en aras de una forma económica que no garantiza la propiedad privada.
Si Freud no fuera suficiente, para intentar “autoexplicarnos” como colombianos a la hora actual, sea bienvenido nuevamente Gregorio Marañón con su legado: “El camino más corto hacia el poder, es el recto”, en vez del neologismo “sugar daddy”, que gozan ya de “cierto aprecio”. Este no fue el “punto que nuestras mamás, le dieron a nuestra propia caca”.
Finalmente tener muy presente que “El juego del calamar”, no es lo mismo que “La tinta de Calamar”, inocua, grata y placentera al consumo humano.