¿Vivos en medio de tantos muertos?
Por: Abogada Gloria Yaneth Vélez Pérez
Para recalcar que estoy vivo en medio de tantos muertos
Para decidir
Para continuar
Para recalcar y considerar
Solo me hace falta que estés aquí con tus ojos claros
¡Ay!, fogata de amor y guía
Razón de vivir mi vida
¡Ay!, fogata de amor y guía
Razón de vivir mi vida”
¡Qué viveza! será la exclamación de muchos, pero infortunadamente no es esa viveza que se define técnicamente como “el que está lleno de vida, de energía y de pasión o que se mueve rápidamente para reaccionar a un ataque” sino esa “viveza” que en el argot popular se traduce como astuto, sagaz, estafador, es decir, avivato que es el que saca provecho personal a partir del engaño a otras personas.
También, hipotéticamente hablando, están esos vivos que programan citas de vacunación a personas que ya fallecieron y las están reportando en los listados como vivas, cuando los “vivos” son ellos. Se le suman los que destruyen lo que está bueno para luego arreglarlo rápidamente mediante la urgencia manifiesta para pasar por alto todo procedimiento democrático de selección de contratistas o que modifican el objeto de las instituciones públicas para que de la noche a la mañana sean aptas para hacer lo que a los vivos se les ocurra.
En lo privado, mucho vivo aprovechado de los otros como son los falsos pastores y falsas pastoras, los falsos y falsas profetas vividores de la fe, que en público tienen como fachada proclamar la palabra cristiana y en privado recaudan fondos para sustentar sus lujos, viajes y comodidades, mientras “sus contribuyentes” deben vivir con absoluta austeridad. Pero también están los que al ver un muerto se “avivan” con el fin de quedarse con los bienes que son de los herederos legitimarios.
Y si estos son, hipotéticamente, algunos vivos, ¿cuáles son los muertos?
Para lo que reflexiono en esta columna no entenderé como muerto a aquellos que han perdido la vida por causas naturales y riesgos inevitables que se materializaron, sino que menciono como muertos:
- Aquellos que nunca recibieron un tratamiento o medicamento oportuno por la ambición de los “vivos” de algunas EPS.
- Muertos para la academia por no contar con el internet oportunamente para acceder a ella virtualmente.
- Muertos para otros lugares geográficos por no tener transporte público apto o puentes habilitados.
- Muertos en vida por un sistema penitenciario que no resocializa pero que sí se gasta el presupuesto.
- Muertos por la contaminación del ambiente sano, porque muchos “vivos” han cambiado árboles, arbustos, fauna y muchas otras formas de flora, por cemento y vagones contaminadores con su nefasto combustible.
- Muertos para la administración pública que se tecnificó y automatizó, sin resolver la tecnificación de los usuarios a los cuáles se debe.
- Muertos para la administración de justicia que no se ha tecnificado, ni automatizado para que, al menos los usuarios que ya lo están, accedan a ella.
La lista de muertos en medio y por culpa de tantos “vivos” es larga y el lector podrá complementarla.
Sin duda, pensar en “vivos en medio de tantos muertos” lleva también a considerar que estamos al frente de una sociedad holgazana que defino como esa que tiene desprecio por el trabajo y está llena de amor a lo gratis, a la vida fácil y al deseo de tenerlo todo, sin hacer absolutamente nada. Esa que cree merecerlo todo y que no se supera, que toda exigencia la considera un maltrato y que cualquier trabajo por mínimo que sea le queda grande, pero que de todas formas cobra.
Finalizo con la pregunta que gobierna esta columna: ¿vivos en medio de tantos muertos? Hechos y no opiniones parecen indicar que cada muerto tiene un vivo detrás que le ha tomado la delantera.