Sepulturas de personas vivas o dignidad humana: debemos elegir
Por: Abogada Gloria Yaneth Vélez Pérez
La educación y el trabajo, que por supuesto defiendo y que son condiciones necesarias en el proceso de la resocialización, no son condiciones suficientes, porque las personas privadas de la libertad requieren un trato digno, generoso, esperanzador y con el mérito suficiente para inspirarlos a servir y no a destruir o destruirse y menos a considerar que algo puede justificar alguna acción en ese sentido, por pequeña o insignificante que parezca.
Lo anterior, tiene como objetivo introducir una reflexión en relación con el trato indigno que reciben personas privadas de la libertad, ya que en lo mínimo que debería ser la alimentación, les es proporcionada, en veces y sin la mínima culpa, descompuesta y con gusanos. ¿Qué ejemplo hay en esas prácticas para una resocialización? ¿Podría una persona hallar en ese trato un modelo para luego salir y convivir en sociedad, criar a sus hijos, guiar o liderar alguna obra social o de caridad o bien compartir con los amigos? ¿De qué sirve un título académico, formación en artes u oficios y la orientación espiritual, si el modelo de trato que se les muestra es contrario a toda teoría que se les pueda brindar?
La canción de Olimpo Cárdenas titulada “Calabozo de mis penas” en la que refiere que éste se asemeja a una “sepultura de hombres vivos, donde se muestran ingratos los amigos más queridos”, es una cruda verdad que muchos padecen y que se ha agravado durante la pandemia no solo por no poder ser visitados por sus familiares y amigos, aunque también, sino porque el mismo Estado antes de mostrar solidaridad, agudizó medidas porque la normativa con la que pretendió conjurar el riesgo del contagio del COVID-19 tenía tantas condiciones que salir se convirtió en utopía. Y esto se agrava con la crueldad que se evidencia al dejar sin control alguno el estado de los alimentos que le proveen a los reclusos, ello se confirma con reciente nota que el 2 de marzo de 2021 publicó el medio informativo 2020Noticias.com y en la que se señala que: “Con comida descompuesta y con gusanos estarían alimentando a las reclusas de la cárcel El Pedregal: denuncia ciudadana”[1] Según lo indicó este medio, los familiares hicieron pública la denuncia y aportaron para ello fotos y videos. (Siguiendo el link se puede acceder a la noticia).
Esta noticia, que causa indignación, no es aislada porque como ella se leyeron varias el año inmediatamente anterior:
- RCN Radio publicó en su sitio web el 23 Agosto de 2020: “Alimentos en alto estado de descomposición, con gusanos y malos olores y no aptos para el consumo humano, estarían recibiendo los reclusos de las cárceles El Pedregal de Medellín y La Paz de Itagüí, lo que pone en riesgo su salud”[2].
- La Revista SEMANA publicó el 8 de julio de 2020 que: Testimonios de personas privadas de la libertad en nueve cárceles del país dan cuenta de tratos crueles, hacinamiento y ausencia de servicios públicos. Dentro de la nota se indica textualmente parte de las entrevistas que fueron realizadas por una Comisión de Seguimiento de la Sociedad Civil al estado de los diferentes centros de reclusión, y de la que se resalta: “En las cárceles hay un estado de cosas inconstitucionales", dijeron magistrados hace 20 años. Y sigue igual. “Cuando preguntamos que por qué huele a dañada la comida, nos dicen que no sabemos de buen comer: que es una salsa exclusiva. Pero la realidad es otra. Nos dan pollo en descomposición, la carne con gusanos y las papas mugrientas”, señaló uno de los entrevistados. Además, cosas tan básicas y necesarias como el agua eran limitadas por horarios, estipulados de forma arbitraria por los guardias del Inpec, y les correspondía a los privados de la libertad encontrar la forma de almacenarla. Algunos lo conseguían con baldes y botellas plásticas, pero muchos otros no”[3]
Y así como las noticias referenciadas, hay muchas de otros años que hacen que se trate de un asunto recurrente que cada que se lee indigna más. Y esta situación no sucede solamente en Colombia, sino en otros países, es decir, es un mal de muchos, pero lejos está de ser un consuelo de... porque cuando se trata de la dignidad humana maltratada, el mal de nadie, por masivo que sea, se puede tener como algo normal o natural aunque quien lo esté padeciendo sean los que se encuentran cumpliendo una condena por el crimen que fuese.
Recordemos que la dignidad humana es un derecho fundamental, por lo tanto, es universal, inalienable, irrenunciable, inviolable y parte integral del ordenamiento jurídico positivo. Negarle el derecho a una alimentación sana, preparada en condiciones de asepsia adecuadas y proporcionada de forma oportuna a las personas privadas de la libertad, les viola su dignidad humana y ofende el principio de solidaridad, el derecho a la salud y el derecho a la vida.
De hecho, proporcionar a las personas privadas de la libertad condiciones de salubridad, agua potable y una atención médica oportuna, hace parte de los deberes del Estado. La Corte Constitucional en varias sentencias ha señalado en relación con los alimentos que “la cantidad suministrada debe ser suficiente toda vez que la privación de alimentos y el hambre constituye un trato cruel, inhumano y degradante y atenta contra los derechos a la vida, la dignidad, la salud y la integridad personal de los reclusos.”[4] Y si una cantidad de alimentos insuficiente atenta contra la dignidad humana, con mayor razón lo hace cuando los alimentos están descompuestos y con gusanos.
Los sucesos registrados ponen en evidencia que hay Servidores Públicos que tienen a cargo velar por un proceso idóneo para proveer alimentos sanos a los reclusos, pero que lejos están de estar cumpliendo con esos deberes que les crean una relación especial de sujeción y que por tanto deben ser investigados por los Órganos de Control y responsabilizados, si es el caso. Pero lo que también se pone en evidencia, es una falta de compasión a la que la sociedad no debe sumarse, ni debe legitimar con la indiferencia o el silencio y menos con una complacencia por el mal ajeno que se le causa a los reclusos.
Un Estado y una sociedad que no muestran compasión, que se presentan indiferentes ante los momentos aciagos de las personas y que en lugar de procurarles una resocialización en valores los somete a tratos crueles, inhumanos y degradantes, mella la confianza de todos.
El valor del Estado y la Sociedad se medirá por el nivel de generosidad, preocupación por los más vulnerables, aunque ese estado de vulnerabilidad lo hayan obtenido como el producto de sus actos.
La dignidad humana no debe ser objeto de clases, ni de categorías o situaciones del ser humano. Ella debe alcanzar lo más recóndito como un faro que ilumina cada decisión cuando de servir, cuidar y proteger a los demás se trate y máxime si lo que se tiene encomendado es resocializar un grupo de personas y devolverles la esperanza, que, en todo caso, no se logrará si las cárceles se convierten en sepulturas con ocasión de los tratos indignos (crueles, inhumanos y degradantes).
Así entonces debemos elegir: Sepulturas de personas vivas o dignidad humana.
Referencias:
[1] 2020Noticias.com. https://www.2020noticias.com/con-comida-descompuesta-y-con-gusanos-estarian-alimentando-a-las-reclusas-de-la-carcel-el-pedregal-denuncia-ciudadana/
[2] RCN Radio. https://www.rcnradio.com/colombia/antioquia/denuncian-que-reclusos-de-carceles-de-medellin-e-itagui-les-dan-alimentos-con#:~:text=Comida%20con%20gusanos%20que%20estar%C3%ADan,El%20Pedregal%20y%20La%20Paz.&text=Alimentos%20en%20alto%20estado%20de,pone%20en%20riesgo%20su%20salud.
[3] Revista SEMANA. https://www.semana.com/nacion/articulo/las-pobres-condiciones-de-las-carceles-en-colombia-segun-informe-de-la-ccs/685105/
[4] Corte Constitucional. Sentencia T-151-16. MP. Alberto Rojas Ríos. También sentencias T-718-99, T-535 de 1998, T-714-96, T-208 de 1999