Preludio al Año 2021: Identificar los responsables de los daños por las malas decisiones para manejar la pandemia y exigirles la reparación
Por Abogada Gloria Yaneth Vélez Pérez
El balance con el cual se cerró el año 2020 es el punto de partida del año 2021, el cual debe tener en sus consideraciones preguntas tales como ¿quiénes son los responsables de la debacle económica? y ¿cuáles serán las acciones que se tomarán para hacerlos pagar por ello?, porque es innegable que las malas decisiones causaron un empobrecimiento en todas las personas y la causa de tal empobrecimiento no es el COVID-19, sino el mal manejo que han venido realizando los gobernantes de turno para hacerle frente al contagioso virus, que va a resultar siendo más bondadoso que las nocivas, improvisadas y poco fundamentadas decisiones estatales para conjurar el virus.
Repárese que en marzo de 2020 la Organización Mundial de la Salud OMS, declaró la existencia de una pandemia causada por la existencia de un virus contagioso para el que no había, aún, una vacuna, ni tratamiento eficaz conocido, no obstante, si señaló el camino a seguir: cuidarse con una alta asepsia, barbijos, desinfección y distancia no menor a un metro y medio entre cada persona para evitar que la aspersión de saliva al hablar le llegara al interlocutor y le contagiara, en caso de que el hablante estuviera contagiado. Léase bien: en caso de que el hablante estuviera contagiado.
Es que desde una simple lógica si no hay un contagiado, no puede haber un contagio. Ahora: ¿Cuándo nos hicieron pruebas para determinar en cada uno un posible contagio?. La respuesta es contundente y es que esas pruebas nunca se realizaron, sin embargo, fuimos tratados como si lo estuviéramos y de forma autoritaria nos sometieron a un encierro pernicioso, ocioso y destructivo, todo lo cual, reñía con las conclusiones científicas relacionadas con que quienes requerían aislamiento eran los contagiados, no los no contagiados.
Estas eran las medidas y muy claras ellas, las cuales las habíamos podido aplicar desde el principio, con sumo cuidado, como bien se hace ahora. Infortunadamente, los políticos y gobernantes de turno, en lugar de generar medidas de protección y autocuidado, mediante una reducción diaria, alterna y moderada de personas para no afectar el funcionamiento de las actividades económicas, laborales, académicas y otras relacionadas con la calidad de vida, decidieron, de forma osada y abusiva, paralizar el comercio y encerrar en sus casas de habitación a todas las personas, poniendo con ello en peligro sus vidas dado que el hacinamiento aumentó, además afectándoles su vida laboral y académica, sus actividades de comercio y su congrua subsistencia, porque muchos, miles, perdieron sus opciones de ingreso y si bien esto lo quisieron mitigar con unos mercados, dicha decisión no tuvo una vocación universal, aunque si de clase y de capitalización política.
Hay una incoherencia decisional que se halla palpable en la proliferación de normas dictadas durante el Estado de excepción declarado con ocasión de la pandemia. Dichas normas, cual falacia, en lugar de enfocarse en el fortalecimiento del sistema sanitario, porque el problema es de esa naturaleza, lo que hicieron fue centrarse en medidas restrictivas, injustas y de exposición al contagio como fueron los días sin IVA, que llevaron a días sin vidas y hoy muchos padecen las consecuencias.
La perniciosa lógica según la cual: te encierro porque hay un virus contagioso, para el cual no hay vacuna, ni tratamiento y luego te dejo salir cuando estés quebrado, sin empleo, empobrecido, emocionalmente afectado y amedrentado, mientras sigue estando ese mismo virus contagioso, sin vacuna y sin tratamiento, es una estratagema que lo único que ha causado es un claro daño emergente y un lucro cesante, que no puede quedarse en el olvido y en el balance de cada ciudadano y por lo tanto, es necesario impulsar un conjunto masivo de demandas para reclamar los perjuicios causados por irresponsables gobernantes y originados en decisiones improvisadas, inoportunas, exageradas, faltas de toda consideración de justicia, desproporcionadas y autoritarias.
También es necesario exigir responsabilidad política a los gobernantes del orden nacional y territorial, quienes usaron a las personas, nunca contaron con ellas, las sometieron a pérdidas con la falsa promesa de estarlas cuidando y con trucos de ilusionistas les generaron pérdidas a su patrimonio, entre otras clases de pérdidas.
La responsabilidad médica también será necesario reclamarla por los tratos dados a pacientes diagnosticados como contagiados de COVID-19, sin haberlo padecido, lo cual los llevó a padecimientos emocionales y hasta la muerte.
Salvo alguna clase de actividad económica de esas que tienen clasificadas las Cámaras de Comercio, se mantuvo activa, pero la regla tuvo una gran afectación e impacto.
Los colombianos necesitan, ahora más que nunca, una comunidad jurídica activa, comprometida con la defensa de los derechos fundamentales, sociales, económicos y culturales, sin descartar otros. Una comunidad jurídica que de la mano de la comunidad científica se una, solidarice y dirija a buscar la reparación de los daños causados a las personas y a la democracia producto del encierro infructuoso, pero eso sí, dañino para la democracia, la economía y la calidad de vida digna de muchas personas.
Es necesario que el miedo no nos pueda, ni nos venza, que nos convenza la ciencia y con ello tomemos conciencia de que nos repondremos no por las decisiones políticas, sino por las acciones científicas y jurídicas que se encaminen a restablecer la normalidad y el patrimonio de cada uno. Es tiempo de identificar los responsables del daño por le mal manejo de la pandemia y exigirles la reparación. Que el año 2021 no se termine sin haber iniciado la gestión para restablecer el patrimonio de todos.
Ñapa 1: Colombia no es un país del subsidio, sino una patria pujante, capaz de haberle hecho frente a la pandemia si hubiesen contado con ella para aportar su dosis de cuidado. Si la hubiesen tenido en cuenta para ser artífice de la salvaguarda de la vida y de sus bienes.
Ñapa 2: Los ciudadanos no pueden ser tenidos en cuenta solamente para salir a las urnas a elegir gobernantes con planes programáticos que no cumplirán o que realmente no son lo que se necesita para procurar la verdadera prosperidad.