No es con un toque de queda “quemarropa” que se evitarán más contagios, sino con planificación, concertación y aplicación de medidas saludables
Por: Abogada Gloria Yaneth Vélez Pérez
Lo citado es el marco que le da el sentido a la reflexión que realizo en esta columna, la cual no es política, sino jurídica en el contexto del Estado Social de Derecho que con pandemia o sin ella, propugna en su artículo 2 por el bienestar general y la prosperidad, fines que no se contraponen, que es necesario pensarlos de consuno y que requieren para ello planificación de filigrana, porque la improvisación, la administración basada en la embarrada, en las creencias, prejuicios, intereses y miedos a nada benéfico conducen.
Desde que la pandemia fue decretada el 11 de marzo de 2020 por la Organización Mundial de la Salud OMS, su Director General manifestó con claridad con respecto a sus efectos que "Esta no es solo una crisis de salud pública, es una crisis que afectará a todos los sectores, por lo que cada sector y cada individuo deben participar en la lucha. Desde el principio, afirmé que todos los países debían de adoptar un enfoque coordinado entre gobiernos y sociedad, construyendo una estrategia integral para prevenir infecciones, salvar vidas y minimizar el impacto"[2]. Y esto quería decir que las decisiones y medidas para contener y superar tan grave riesgo no eran, ni son, del resorte exclusivo de ningún gobierno, ni gobernante, nacional o local, sino que requería un enfoque coordinado con la SOCIEDAD.
¿En qué y cuándo ha sido tenida en cuenta la sociedad? La respuesta a esta pregunta es contundente, nunca la sociedad ha sido tenida en cuenta, al contrario, ha sido ignorada totalmente y sometida a medidas de corto, mediano y largo plazo y otras como el toque de queda “quemarropa” que más que beneficiarla, la han perjudicado y le han ocasionado otra merma en su patrimonio y en su salud física y mental, lo cual es una flagrante vulneración a las medidas de coordinación que recomendó desde el inicio la Organización Mundial de la Salud.
Y es que desde que fue decretada la pandemia, ella ha implicado una suerte de decisiones gubernamentales infortunadas, porque parecen más el ejercicio de la improvisación y el enfoque en intereses políticos y económicos para algunos, que en el interés general y en hacerle frente a semejante situación tan perjudicial para la salud humana que no se cura con la muerte de la economía, así muchos de forma osada salgan a decir en redes que es más importante la vida que el bolsillo. Claro que seguramente lo dirán porque no han visto, ni les importa, el bolsillo de los vendedores ambulantes que viven de la venta de los Cheetos, el vive100, la sopa de letras, el aguacate (que no aguanta un toque de queda), Bonice y el Crem helado.
Los mandatarios, a espaldas de la sociedad, han tomado decisiones cual monarcas, que han implicado cuarentenas (encerronas), suspensión de la economía con los cierres de empresas, establecimientos educativos, fábricas, cese en actividades independientes, empresas transportadoras, artes, oficios y mucho más. Al infortunio se le suma que también tomaron medidas que han expuesto al contagio.
Unas y otras decisiones no han sido para nada democráticas, sino más bien autoritarias, impositivas a pesar de la incoherencia notoria, no obstante, lo han hecho con el pretexto de cuidar la vida de todos, pero cuyos resultados hoy no las respaldan. Vida sin bolsillo lleno, es como bolsillo lleno, pero sin vida. Del aire contaminado y el agua, a cuentagotas, no se vive, ni se sobrevive, durante una pandemia en la que no hay un plan en el que todos ponen, sino en el que los mandatarios imponen, pero no componen.
Y lo singular es que hoy no hay una sola evidencia científica que indique que al imponer el jaque a una economía que ya no era buena y casi darle mate a los que la sostenían, generaba como consecuencia menos contagios o la curación del COVID-19. Ese camino definitivamente no ha sido acertado, sino un sofisma con una clara premisa falsa que implica necesariamente que la conclusión también lo sea. Responde a la falacia del antecedente que como lo indica Ricardo García “se comente cuando en un argumento condicional se niega el antecedente”.
La hoja de ruta para contener la pandemia estaba clara, porque, además de la indicación de que se debía coordinar con la sociedad, el Director de la OMS, recordó "a todos los países la necesidad de activar y ampliar sus mecanismos de respuesta de emergencia para frenar el coronavirus Covid-19. Aconsejamos que estén en permanente contacto con su población de riesgo y les alerten de cómo pueden protegerse. También deben de localizar, aislar, y diagnosticar cada caso de coronavirus Covid-19, siguiendo su contacto”[3]
Las palabras clave están allí:
- “Coordinar entre gobiernos”
- “Coordinar con la sociedad”
- “activar y ampliar sus mecanismos de respuesta de emergencia para frenar el coronavirus Covid-19”
Pero un breve balance de cara a las indicaciones de la Organización Mundial de la Salud, da como resultado que se han tomado decisiones autoritarias sin contar con la sociedad y sin la osadía y determinación necesaria, que según el concepto experto, implicaba fortalecer el sistema de salud con Unidades de Cuidados Intensivos UCI, en la cantidad suficiente con base en los datos, predicciones y proyecciones de contagio que ya se tienen, acto seguido aumentar el talento humano de la salud y estimularlo y mantener contacto permanente con la población en riesgo alertándola en el rigor de sus cuidados para evitar contagios. Además, el aislamiento de los contagiados.
Pero lo que se hizo fue bajo la égida de una lógica muy diferente, con imposición de medidas restrictivas a actividades económicas y a la calidad de vida, cuando lo que se debió hacer fue destinar el presupuesto para crear realmente, no un anuncio, sino cuanta UCI hubiese sido posible y lo sea con vocación de permanencia, ellas nunca sobrarán, y no estar dedicados a perjudicar la economía y la vida digna de las personas con encierros a la sociedad que nada resuelven y menos sin contar con ella, para que participe de las decisiones.
Las personas necesitan sus empleos, sus negocios activos, con más cuidados, claro que sí, pero esa tarea de control, vigilancia y pedagogía es de los mandatarios locales.
El camino del encierro de personas con hambre, deudas, enfermas o con enfermos, sin empleo y sin un gobierno coherente, conduce a la desesperanza, la inequidad, la extrema injusticia, la violencia y al alejamiento de la anhelada paz.}
Lo que debe hacerse es una labor de verificación permanente, abordando a todo aquel o aquella que usa mal el tapabocas, que no guarda la distancia y que no tiene los medio para procurar la asepsia necesaria como: agua, jabón, antibacterial, alcohol, guantes, tapabocas o barbijos y caretas. ¿Cómo esperar que quien no tiene para comer, pagar sus servicios públicos y el arriendo, priorice en la compra de alcohol y otros productos, si, además, tiene que encerrarse? ¿Por qué mejor, cada Alcalde no prioriza el presupuesto, en proveer en abundancia kit con los productos de autocuidado para las personas, dado que se han convertido en productos de primera necesidad?
Un toque de queda “quemarropa” como ocurrió en Medellín, inconsulto con los comerciantes y la comunidad, es devastador para la economía, grande y pequeña, antidemocrático y desalentador, porque evidencia una administración de lo público improvisada, del no saber para dónde se va en el manejo de la pandemia, con el nefasto resultado de privar a las personas de su sustento y no es proporcionado aunque se trate de justificar dicho toque de queda continuo en la alta ocupación de las UCI que, infortunadamente, no fueron aumentadas en la cantidad necesaria para responderle a su demanda aunque hubo tiempo para ello. La sanción es para aquellos que no están aplicando los cuidados y no para quienes si lo están haciendo.
Hoy se requieren medidas que conlleven de forma urgente, no un encierro, sino:
- Aumento de la capacidad instalada de la infraestructura de emergencias para atender pacientes con COVID-19
- Mejorar el sistema de salud
- Aumentar el personal sanitario
- Mejorar el sistema de transporte con el aumento de vehículos de servicio público y más rutas
- Habilitación de vías para ambulancias y no su disminución que les impida el paso por la improvisación de ciclovías
- Cambios de horario laboral y del comercio para procurar la distancia reglamentaria y el comercio activo en diferentes horarios.
- Abrir las empresas y aumentar los controles, mediante supervisiones, para garantizar que se aplican los protocolos de bioseguridad. Esto es un asunto que requiere permear la cultura.
Con absoluta seguridad que si los gobernantes deciden aplicar las directrices de la Organización Mundial de la Salud de contar con la Sociedad, la lista de lo que hay que hacer llegará al óptimo necesario para enfrentar conjunta y concertadamente la pandemia, porque no es con un toque de queda “quemarropa” que se evitarán más contagios, sino con planificación, concertación y aplicación de medidas saludables.
Referencias:
[1] Real Academia de la Lengua Española. https://www.rae.es/dpd/quemarropa
[2] https://www.redaccionmedica.com/secciones/sanidad-hoy/coronavirus-pandemia-brote-de-covid-19-nivel-mundial-segun-oms-1895
[3] Ibidem