Lenguaje ecológico: mejor comunicación, más calidad de vida
Por: Abogada Gloria Yaneth Vélez Pérez
Por fin ha hecho eco, en todos los continentes, que ya no gozamos de un medio ambiente sano por causa de la contaminación del agua y del aire, la tala desmedida de árboles (flora en general), matanza de fauna que hoy ya se encuentra en peligro de extinción y que es necesaria para conservar el ecosistema. Incluso en un informe del 11 de mayo de 2021 publicado por la National Geographic (España) se indica que: “En el planeta existen más de 8.000 razas de animales y más del 20% está en peligro de extinción. Algunos de los animales más extraños de nuestro planeta caminan en la cuerda floja de la extinción.”[2] Y agrega que: “Según datos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, el organismo internacional con mayor potestad sobre el problema, aproximadamente 5.200 especies de animales se encuentran en peligro de extinción en la actualidad. Además, en un desglose por clase, se encuentran en peligro de extinción el 11% de las aves, el 20% de los reptiles, el 34% de los peces y 25% de los anfibios y mamíferos.”[3]
La National Geographic también recordó mediante un valioso resumen que: “Desde que la vida surgió en la Tierra, su fauna se ha transformado en muchas ocasiones. Durante miles de años y por diversas razones, se han producido cinco grandes extinciones de las especies que han poblado la Tierra: son las conocidas como las cinco extinciones masivas. En la actualidad, y debido a la acción de los seres humanos, el planeta está al borde de lo que los científicos denominan la Sexta Gran Extinción. (Lista de especies afectadas en España, Mexico, Perú y el mundo). Pero, ¿es realmente un problema tan grave? Para conocer a fondo el problema de la pérdida de biodiversidad se deben conocer distintos aspectos y conceptos clave para entender mejor a nivel biológico la cuestión.[4]”
Pero con un impacto negativo no solamente está la fauna, sino que también la flora ya tiene plantas extintas y otras en peligro de extinguirse debido a causas que se suman a las anteriores: actividad industrial, actividad minera, desastres naturales y otros provocados, incendios forestales y el crecimiento urbano que ha decidido reemplazar las especies vegetales por moles de cemento aunque éste sea ecológico.
Y esto que se menciona es solamente la punta del iceberg porque el panorama sobre el daño ambiental es aterrador, ya que el agua y el aire que son elementos de la esencia de la vida y de una buena vida y sin los cuales no hay vida, ni calidad de vida, han sido y continúan siendo las víctimas, en primera línea, de la contaminación, del envenenamiento, con gases como el ‘monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno, dióxido de azufre y material particulado’[5] y también con el mercurio utilizado en la minería del oro y que por fortuna ya tiene en Colombia un uso prohibido a partir de la entrada en vigencia de la Ley 1658 de 2013, que busca el uso de tecnologías limpias y combatir la contaminación del agua y los efectos nocivos para la salud que el mercurio causa cuando es ingerido.
Y así como ya hizo eco lo relacionado con el daño ambiental, también hizo eco la necesidad de contar con derechos que protejan el ambiente y garanticen un medio ambiente sano. En Colombia estos derechos se incorporaron en la Constitución Política de 1991 en los Artículos 79 al 82, cuyo tenor literal es el siguiente:
“ARTICULO 79. Todas las personas tienen derecho a gozar de un ambiente sano. La ley garantizará la participación de la comunidad en las decisiones que puedan afectarlo.
Es deber del Estado proteger la diversidad e integridad del ambiente, conservar las áreas de especial importancia ecológica y fomentar la educación para el logro de estos fines.
ARTICULO 80. El Estado planificará el manejo y aprovechamiento de los recursos naturales, para garantizar su desarrollo sostenible, su conservación, restauración o sustitución.
Además, deberá prevenir y controlar los factores de deterioro ambiental, imponer las sanciones legales y exigir la reparación de los daños causados.
Así mismo, cooperará con otras naciones en la protección de los ecosistemas situados en las zonas fronterizas.
ARTICULO 81. Queda prohibida la fabricación, importación, posesión y uso de armas químicas, biológicas y nucleares, así como la introducción al territorio nacional de residuos nucleares y desechos tóxicos.
El Estado regulará el ingreso al país y la salida de él de los recursos genéticos, y su utilización, de acuerdo con el interés nacional.
ARTICULO 82. Es deber del Estado velar por la protección de la integridad del espacio público y por su destinación al uso común, el cual prevalece sobre el interés particular.”[6]
No obstante, estos derechos no han logrado la suficiente eficacia porque aunque datan de 1991, solamente en el año 2016 la naturaleza logró ser reconocida como sujeto de derechos mediante la Sentencia T-622 emitida por la Corte Constitucional, la cual, si bien es precedente, no da la garantía que otorga una regulación permanente y aunque, como lo dije en otro artículo: “sería de gran valor contar con una reforma constitucional que le dé reconocimiento expreso a los derechos de la naturaleza” [7] también indiqué que: “a falta de ello, bueno será conformarse con una ley de la república, o varias, que bien pueden expedirse y con la consideración de estos derechos en los planes de desarrollo local y las actividades de control (urge para esto la voluntad política).”[8]
Pero a esta necesidad de una regulación permanente de los derechos de la naturaleza para buscar la eficacia de los derechos colectivos y del ambiente, le agrego en este artículo, que es necesario ocuparnos, y rápidamente, de apropiar un lenguaje ecológico, un léxico ecológico común y para el común, entendible por todos, digerible y que pueda aumentar la comunicación, comprensión y debida aplicación en pro de una calidad de vida humana y no humana, porque aunque hay también “animales no humanos” como los llama Nussbaum y cuyo término compuesto se comparte, hay otras vidas que es necesario reconocer y que están, por ejemplo, en toda la flora, o… ¿negaríamos que las plantas tienen vida y que hay vida en un almendro, una platanera o árboles frutales?
Las discusiones, debates y literatura en relación con lo ecológico (con temáticas sobre biodiversidad, cambio climático, deforestación, equidad intergeneracional, precaución, prevención, solidaridad, protección del suelo, el aire, el agua, la flora y la fauna) cada día aumentará y con ello tomará más fuerza. Por tal motivo, que cada persona comprenda el sentido y significado de cada término, será un avance más en el cometido de cuidar el planeta, la casa común como optó por llamarla el Papa Francisco en su encíclica Laudato si y que nos alberga a todos sin distinguir credo, raza, género o ideología.
Pensar en que es necesario apropiar un lenguaje ecológico no debe entenderse como una tontería, como algo innecesario, porque ya hemos aprehendido otros “lenguajes” como por ejemplo el que hoy fundamenta las tecnologías de la información y la comunicación. Es más, si en asuntos de informática y TIC, ya no nos es ajeno hablar de bit, byte, sistema operativo, memoria ram, disco duro, cookies, phishing, phisher, firewall, virtualidad, plataforma, internet, modem, Smartphone, whatsapp, instagram, twitter, mensaje cifrado de extremo a extremo, en fin, ni sobre la cuarta revolución industrial con la inteligencia artificial y sus nanochips, porque son términos que ya no escapan a que los comprendamos, ¿por qué en temas ecológicos, su léxico propio aún no hace parte de nuestro cotidiano y se mantiene en el dominio, ocupación y preocupación de unos pocos, cuando lo que ya debería estar sucediendo es que, así como reportamos un daño en el internet, también lo estuviésemos haciendo con los daños al medio ambiente y aportando para su cuidado de una manera más positiva?
Con respecto a la importancia de tener un conocimiento sobre lo ecológico, Colombia tiene ya un avance que ha sido impulsado por la Corporación Autónoma Regional de las Cuencas de los Ríos Negro y Nare (Cornare) que con apoyo el Ministerio del Medio Ambiente, ‘lanzó la cátedra de Educación Ambiental Incluyente y por la Paz, la cual es pionera en Colombia y en Latinoamérica, está diseñada para ser incluida en el currículo de las instituciones educativas a nivel nacional, por medio de 12 módulos de aprendizaje, que se trabajarán en una hora semanal, y de esta forma impartir una cultura responsable con el medioambiente.”[9]
Esta cátedra ambiental es absolutamente importante, sin embargo está encapsulada en el sistema de educación formal para impactar directamente a los estudiantes y motivarlos a cuidar los recursos naturales, sin embargo, las problemáticas ambientales nos involucran y comprometen a todos, de allí que creo y sostengo que no es suficiente con enseñarle a los estudiantes solamente, sino que, definitivamente, urge aumentar una pedagogía ambiental con vocación universal, mediante la cual se haga de conocimiento común lo que he querido denominar léxico ecológico mediante el cual se puedan recoger y sintetizar, aquellos conceptos esenciales y fundamentales que toda persona, con formación o sin ella, debe conocer y entender para que pueda sumarse a la protección y cuidado del medio ambiente.
Un léxico o lenguaje ecológico que no sea del uso exclusivo de un grupo profesional o técnico como parte del lenguaje científico, sino que descienda a un lenguaje ordinario que como bien lo explica la Doctora Elvia María González Agudelo: “Por lenguaje ordinario se entiende el uso de la lengua cuando se basa en la función primordial del lenguaje como es la comunicación. Con los signos lingüísticos, núcleo de este lenguaje, se establecen los procesos comunicativos en el mundo del saber cotidiano.”[10] Agrega esta autora que: “la estrategia del lenguaje ordinario busca, según Ricoeur (1998), restringir el malentendido, generado por su carácter eminentemente polisémico, implicado en todo proceso de interpretación. En el lenguaje ordinario, cuando hablamos, sólo usamos una parte del campo semántico de las palabras enunciadas en las frases y según la competencia del destinador y del destinatario; la ambigüedad, la equivocidad y el malentendido se pueden reducir, estableciendo acuerdo en los procesos dialógicos, en el momento de la actuación de dicha comunicación.”[11]
Apropiar el lenguaje ecológico creará conciencia colectiva y se podrá comprender mejor sucesos como el del 22 de mayo, un día antes de publicar este texto, en el que se conmemoró el día internacional de la biodiversidad biológica en cuyo contexto indicó Naciones Unidas: Si la diversidad biológica tiene un problema, la humanidad tiene un problema y resaltó que “se entiende por biodiversidad la amplia variedad de plantas, animales y microorganismos existentes, pero también incluye las diferencias genéticas dentro de cada especie - por ejemplo, entre las variedades de cultivos y las razas de ganado-, así como la variedad de ecosistemas (lagos, bosques, desiertos, campos agrarios,...) que albergan múltiples interacciones entre sus miembros (humanos, plantas, animales) y su entorno (agua, aire, suelo...)
Los recursos biológicos son los pilares que sustentan las civilizaciones. Los peces proporcionan el 20% de las proteínas animales a unos 3 000 millones de personas. Más del 80% de la dieta humana está compuesta por las plantas. Aproximadamente, el 80% de las personas que viven en las zonas rurales de los países en desarrollo dependen de medicamentos tradicionales basados en plantas para la atención básica de la salud.”[12]
Así entonces, el lenguaje ecológico nos procurará conocimiento, entendimiento y habilidades para contribuir con un aumento en el esfuerzo colectivo que mejore las condiciones de vida en un planeta en crisis y enfermo, que se aliviará, no solamente por el reconocimiento constitucional del derecho a un ambiente sano y la exigencia de protección ante los jueces, sino por las acciones positivas que adelantemos para procurarle y procurarnos esa necesaria salud ambiental, ya que iterando lo dicho por Naciones Unidas: “Si la diversidad biológica tiene un problema, la humanidad tiene un problema.” y sin el conocimiento y entendimiento del problema con el léxico adecuado, lejos estaremos de poder resolverlo.
Referencias
[1] NUSSBAUM, Martha. Crear capacidades: Propuesta para el desarrollo humano. Barcelona: Paidós. 2012
[2] ESPAÑA. NATIONAL GEOGRAPHIC. https://www.nationalgeographic.com.es/naturaleza/grandes-reportajes/animales-peligro-extincion_12536
[3] Ibidem
[4] Ibidem
[5] Algunos contaminantes del aire ,extraído de: IUPAC (International Union of Pure and Applied Chemistry). Organización internacional que es la autoridad reconocida en nomenclatura y terminología química a nivel mundial. Ver Bibliografía. NACAA (National Association of Clean Air Agencies). Asociación Nacional de las agencias para el aire limpio EPA (Environmental Protection Agency).
[6] COLOMBIA. ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE. Constitución Política (4, julio, 1991). Gaceta Constitucional. Bogotá. no. 116.
[7] VÉLEZ PÉREZ, Gloria Yaneth. Los Derechos de la Naturaleza ¿Para cuándo una regulación permanente?. Revista Jurídica Digital VOZ JURÍDICA. https://www.vozjuridica.com/columnista-abogada-gloria-yaneth-velez-perez/los-derechos-de-la-naturaleza-para-cuando-una-regulacion-permanente-columna-de-la-abogada-gloria-yaneth-velez-perez-juridicaasesora
[8] Ibidem.
[9] COLOMBIA. MINISTERIO DEL MEDIO AMBIENTE. https://www.minambiente.gov.co/index.php/noticias-minambiente/3274-con-catedra-ambiental-antioquia-promueve-la-educacion-inclusiva
[10] GONZÁLEZ AGUDELO, Elvia María. Sobre la Hermenéutica o acerca de las múltiples lecturas de lo real. 1a edición. Medellín. Sello Editorial Universidad de Medellín. 2007. p. 61.
[11] Ibidem; p. 62
[12] NACIONES UNIDAS. https://www.un.org/es/observances/biological-diversity-day