Particularmente tengo la costumbre que, cada vez que me levanto, me gusta leer las noticias para estar enterado de la actualidad, tanto nacional como a nivel internacional. Esto lo hago con la finalidad, además de aquello, de poder dar opiniones fundadas en las informaciones leídas. Dentro de ese recorrido de lectura noticiosa me encontré una nota de prensa que llevaba por título “Concierto para delinquir, el delito que más cometen los congresistas según estudio[1]”. La nota de prensa, como lo afirma su título, se basó en un estudio[2] en donde se demuestra que, los congresistas, además de cometer el delito ya mencionado, cometían el delito de peculado, concusión, constreñimiento al sufragante y concierto para promover grupos al margen de la ley.
Se puede afirmar que, todos aquellos delitos ya mencionados, gozan de un patrón común de comportamiento: la corrupción. Pero, ¿por qué aquellos que son nuestros representantes, que son llamados padres y madres de la patria, se terminan convirtiendo en delincuentes de poca monta, es decir, por qué se terminan convirtiéndose en corruptos?
La profesora Olga Leticia Marín en su publicación “Una mirada psico sociopolítica de la corrupción[3]”, afirma que: “Es más probable que la oportunidad de realizar actos de corrupción la tengan quiénes se encuentran cobijados bajo las alas del poder o gozan de la inmunidad que brindan las estructuras públicas, cuando se han debilitado los controles de una sociedad desesperanzada y fragmentada. Una sociedad que asiste, por momentos, insensible al enriquecimiento desmedido de algunos con un fuerte exhibicionismo de sus riquezas, mientras que la mayoría se debate en la lucha cotidiana por la supervivencia o por encontrar la forma de acomodarse a los nuevos tiempos, en un sálvese quien pueda es, sin dudas, una sociedad condenada. Quizá, como dice Isuani, todo ello prospera en un trasfondo cultural que es tolerante a la transgresión, pero difícilmente podrá avanzarse hacia la recuperación de los espacios de solidaridad y cooperación en la defensa del interés común, si la elite política no abandona sus ambiciones desmedidas que legitiman aún más el modelo de sociedad que se pretende presentar como la única alternativa posible desde los grandes centros de poder económico–financiero del Nuevo Orden Internacional.”
De lo anterior, para la autora en cita, la corrupción tiene dos bases fundamentales a tratar. 1. La cercanía al poder, pero, desde el punto de vista político, el cual crea una impunidad propiciada por los aparatos de control y, 2. La misma ciudadanía[4] que ha permitido, con su anomia, la perpetuación de la corrupción como algo normal.
Para el caso de Colombia, los congresistas, según el artículo 133[5] de la Constitución Política, aquellos “…representan al pueblo, y deberán actuar consultando la justicia y el bien común (…)”. La primera de ellas se refiere a la forma de elección de aquellos y del contrato social; mientras que la segunda alude al modo de actuar dentro del Estado Social de Derecho, pero, sobre todo, a la primacía del bienestar común y general sobre el interés particular de aquellos.
Con respecto al segundo ítem tratado en las líneas anteriores, la raíz de la corrupción es eso, es la desviación del poder otorgado, el cual deja de mirar el bienestar común para mirar solo los intereses particulares.
Analizado aquello, entonces solo queda por observar el por qué, según la autora en cita, la ciudadanía también es culpable de aquella corrupción.
En algunos momentos hemos escuchado frases como: todos los congresistas son corruptos, que roben pero que hagan, y demás frases que, si me pongo a mencionarlas, no terminaría la presente columna.
Las frases atrás mencionadas reflejan el conformismo generalizado que se tiene con respecto a ese tema. Un conformismo que, si lo analizamos en detalle, demuestra un desconocimiento pleno de la capacidad que tiene el elector con relación al control político que se realiza a través del voto popular.
El control político hacia los congresistas lo podemos encontrar en el inciso 2º del artículo 133 Constitucional, el cual manifiesta que: “El elegido es responsable políticamente ante la sociedad y frente a sus electores del cumplimiento de las obligaciones propias de su investidura”
Es ahí y no en otra parte, donde radica el poder del pueblo, pero, ese poder de control político muy a pesar de ser expresado a través del voto popular, lastimosamente no es ejercido de la forma adecuada por parte del elector; en ese sentido se destaca, a parte de los delitos ya mencionados, la corrupción al sufragante por parte de aquellos que compran y venden el voto, pero solo para efectos de satisfacer una necesidad que, si es detallada, es creada por parte de aquellos que son los llamados “representantes del pueblo”.
Para finalizar, recientemente fue publicada una apertura de investigación a unos senadores (hoy ex senadores) por tráfico de influencias[6]. En serio, ¡qué joyitas!
Referencias:
[1] https://www.infobae.com/america/colombia/2022/07/06/concierto-para-delinquir-el-delito-que-mas-cometen-los-congresistas-en-colombia-segun-estudio/
[2] Según lo publicado, fue un estudio que realizo Corporación Excelencia en la Justicia (CEJ)
[3] https://www.uv.es/garzon/psicologia%20politica/N19-1.pdf
[4] Ibidem. Para la autora, el problema con la ciudadanía es “…el distanciamiento de las personas con respecto a los asuntos públicos. Se refleja en un descompromiso político que reduce la participación a la mera emisión del voto.”
[5] Modificado por el Acto Legislativo 01 de 2009, artículo 5º
[6] https://www.infobae.com/america/colombia/2022/07/07/corte-suprema-de-justicia-abrio-investigacion-contra-musa-besaile-el-nono-elias-y-eduardo-tous-por-caso-fonade/
Se puede afirmar que, todos aquellos delitos ya mencionados, gozan de un patrón común de comportamiento: la corrupción. Pero, ¿por qué aquellos que son nuestros representantes, que son llamados padres y madres de la patria, se terminan convirtiendo en delincuentes de poca monta, es decir, por qué se terminan convirtiéndose en corruptos?
La profesora Olga Leticia Marín en su publicación “Una mirada psico sociopolítica de la corrupción[3]”, afirma que: “Es más probable que la oportunidad de realizar actos de corrupción la tengan quiénes se encuentran cobijados bajo las alas del poder o gozan de la inmunidad que brindan las estructuras públicas, cuando se han debilitado los controles de una sociedad desesperanzada y fragmentada. Una sociedad que asiste, por momentos, insensible al enriquecimiento desmedido de algunos con un fuerte exhibicionismo de sus riquezas, mientras que la mayoría se debate en la lucha cotidiana por la supervivencia o por encontrar la forma de acomodarse a los nuevos tiempos, en un sálvese quien pueda es, sin dudas, una sociedad condenada. Quizá, como dice Isuani, todo ello prospera en un trasfondo cultural que es tolerante a la transgresión, pero difícilmente podrá avanzarse hacia la recuperación de los espacios de solidaridad y cooperación en la defensa del interés común, si la elite política no abandona sus ambiciones desmedidas que legitiman aún más el modelo de sociedad que se pretende presentar como la única alternativa posible desde los grandes centros de poder económico–financiero del Nuevo Orden Internacional.”
De lo anterior, para la autora en cita, la corrupción tiene dos bases fundamentales a tratar. 1. La cercanía al poder, pero, desde el punto de vista político, el cual crea una impunidad propiciada por los aparatos de control y, 2. La misma ciudadanía[4] que ha permitido, con su anomia, la perpetuación de la corrupción como algo normal.
Para el caso de Colombia, los congresistas, según el artículo 133[5] de la Constitución Política, aquellos “…representan al pueblo, y deberán actuar consultando la justicia y el bien común (…)”. La primera de ellas se refiere a la forma de elección de aquellos y del contrato social; mientras que la segunda alude al modo de actuar dentro del Estado Social de Derecho, pero, sobre todo, a la primacía del bienestar común y general sobre el interés particular de aquellos.
Con respecto al segundo ítem tratado en las líneas anteriores, la raíz de la corrupción es eso, es la desviación del poder otorgado, el cual deja de mirar el bienestar común para mirar solo los intereses particulares.
Analizado aquello, entonces solo queda por observar el por qué, según la autora en cita, la ciudadanía también es culpable de aquella corrupción.
En algunos momentos hemos escuchado frases como: todos los congresistas son corruptos, que roben pero que hagan, y demás frases que, si me pongo a mencionarlas, no terminaría la presente columna.
Las frases atrás mencionadas reflejan el conformismo generalizado que se tiene con respecto a ese tema. Un conformismo que, si lo analizamos en detalle, demuestra un desconocimiento pleno de la capacidad que tiene el elector con relación al control político que se realiza a través del voto popular.
El control político hacia los congresistas lo podemos encontrar en el inciso 2º del artículo 133 Constitucional, el cual manifiesta que: “El elegido es responsable políticamente ante la sociedad y frente a sus electores del cumplimiento de las obligaciones propias de su investidura”
Es ahí y no en otra parte, donde radica el poder del pueblo, pero, ese poder de control político muy a pesar de ser expresado a través del voto popular, lastimosamente no es ejercido de la forma adecuada por parte del elector; en ese sentido se destaca, a parte de los delitos ya mencionados, la corrupción al sufragante por parte de aquellos que compran y venden el voto, pero solo para efectos de satisfacer una necesidad que, si es detallada, es creada por parte de aquellos que son los llamados “representantes del pueblo”.
Para finalizar, recientemente fue publicada una apertura de investigación a unos senadores (hoy ex senadores) por tráfico de influencias[6]. En serio, ¡qué joyitas!
Referencias:
[1] https://www.infobae.com/america/colombia/2022/07/06/concierto-para-delinquir-el-delito-que-mas-cometen-los-congresistas-en-colombia-segun-estudio/
[2] Según lo publicado, fue un estudio que realizo Corporación Excelencia en la Justicia (CEJ)
[3] https://www.uv.es/garzon/psicologia%20politica/N19-1.pdf
[4] Ibidem. Para la autora, el problema con la ciudadanía es “…el distanciamiento de las personas con respecto a los asuntos públicos. Se refleja en un descompromiso político que reduce la participación a la mera emisión del voto.”
[5] Modificado por el Acto Legislativo 01 de 2009, artículo 5º
[6] https://www.infobae.com/america/colombia/2022/07/07/corte-suprema-de-justicia-abrio-investigacion-contra-musa-besaile-el-nono-elias-y-eduardo-tous-por-caso-fonade/