De la fraternidad con respecto a las manifestaciones[1]
Por: Abogado Manuel Esteban Flórez Insignares
Desde el día 28 de abril hemos visto un sinnúmero de manifestaciones pacíficas, las cuales se han visto empañadas por personas inescrupulosas que, al aprovechar la coyuntura que provoca una manifestación de gran envergadura, se infiltran para cometer actos de pillaje y de vandalismo. Dichos actos atípicos que se han presentado dentro de las susodichas manifestaciones, ha sido repelida por parte de las fuerzas policiales de nuestro país pero, dicha forma de repeler esos actos, de una u otra forma ha sido desmedido porque no han hecho una verdadera diferenciación entre quienes se manifiestan de forma pacífica y, los muy pocos, que han salido a provocar, de una forma oportunista, actos vandálicos y de pillaje.
También se ha visto que, la fuerza policial en vez de utilizar las armas letales, ha utilizado un arma que, por lo general, apacigua los ánimos y, por lo que ha enseñado la experiencia, se obtienen mejores resultados; dicha arma ha sido el dialogo, pero no un dialogo como una mera intención sino por el contrario, un dialogo que se traduce en una negociación.
En estos diálogos se denota con claridad la fraternidad que debe existir entre la fuerza armada y la población que no se encuentra armada. Una fraternidad que conduce a una liberación de cargas pero sobre todo, a una liberación en condiciones de igualdad. En este sentido es bueno traer a colación, de nueva forma, las palabras de Octavio Paz[2], el cual manifestaba que:
A mi modo de ver, la palabra central de la tríada (libertad, igualdad, fraternidad) es fraternidad. En ella se enlazan las otras dos. La libertad puede existir sin igualdad y la igualdad sin libertad. La primera, aislada, ahonda las desigualdades y provoca tiranías; la segunda oprime la libertad y termina por aniquilarla. La fraternidad es el nexo que las comunica, la virtud que las humaniza y las armoniza. Su otro nombre es solidaridad, herencia viva del cristianismo, versión moderna de la antigua caridad. Una virtud que no conocieron ni los griegos ni los romanos, enamorados de la libertad pero ignorantes de la verdadera compasión. Dadas las diferencias naturales entre los hombre, la igualdad es una aspiración ética que no puede realizarse sin recurrir al despotismo o la acción de la fraternidad. Así mismo, mi libertad se enfrenta fatalmente a la libertad del otro y procura anularla. El único puente que puede reconciliar a estas dos hermanas enemigas-un puente hecho de brazos entrelazados-es la fraternidad. Sobre esta humilde y simple evidencia podría fundarse, en los días que vienen, una nueva filosofía política. Solo la fraternidad puede disipar la pesadilla circular del mercado. Advierto que no hago sino imaginar o, más exactamente, entrever, ese pensamiento. Lo veo como el heredero de la doble tradición de la modernidad: la liberal y la socialista. No creo que deba repetirlas sino trascenderlas. Sería una verdadera renovación.
En ese orden de ideas, según lo manifestado por parte del autor en cita encontramos que, la fraternidad se traduce como una especie de deber civil para conjurar crisis como la que se está presentando en la actualidad.
Nótese que, se ha mencionado la el deber civil que subyace dentro de la fraternidad, en donde debe ser visto de esa manera porque, si se observa de otra forma estaríamos al frente dos funciones que chocan entre sí: la primera es el derecho a la protesta pacífica y la otra, el deber de protección por parte de las fuerzas policiales de defender los bienes y la vida de todas aquellas personas que, se manifiestan y de las que no lo hacen. Es ahí en donde la fraternidad vista desde el punto de vista moral y ético planteado por parte del autor en cita, se termina convirtiendo en el puente necesario para llegar a una solución.
No se puede estar de brazos cruzados haciendo recriminaciones ni estigmatizaciones como lo hace el gobierno de turno, porque su deber es la de unir al pueblo, un pueblo que se siente cansado, que siente la carga de una kakistocracia[3] la cual, en el estado actual de las cosas, se muestra indolente ante las peticiones, viables y otras no tanto, de los manifestantes pacíficos.
Estamos en un estado actual en donde la fraternidad no puede pasar desapercibida por ninguna de las partes, es el colocarse en los zapatos del otro para lograr la comprensión necesaria; una comprensión que se lograría, tal como está sucediendo en algunos casos, con el dialogo negociado.
Hay que recordar que, la fraternidad como puente necesario entre manifestantes y policía nacional, demostraría al gobierno que, los actos fraternos crean la libertad necesaria que, a la hora de la verdad, es la buscada por todos.
Referencias:
[1] Columna basada en un hilo publicado en mi perfil de Twiteer @ManuelE_abogado, el día 20 de octubre de 2020.
[2] La otra voz. Citado por Jesus Silva-Herzog Marquez, en “La idiotez de lo perfecto”. Pág. 167.
[3] Ibidem. Pág. 90. Para Bobero, la kakistocracia es la combinación de la tiranía, la demagogia y la oligarquía, el pésimo gobierno, el gobierno de los peores.
También se ha visto que, la fuerza policial en vez de utilizar las armas letales, ha utilizado un arma que, por lo general, apacigua los ánimos y, por lo que ha enseñado la experiencia, se obtienen mejores resultados; dicha arma ha sido el dialogo, pero no un dialogo como una mera intención sino por el contrario, un dialogo que se traduce en una negociación.
En estos diálogos se denota con claridad la fraternidad que debe existir entre la fuerza armada y la población que no se encuentra armada. Una fraternidad que conduce a una liberación de cargas pero sobre todo, a una liberación en condiciones de igualdad. En este sentido es bueno traer a colación, de nueva forma, las palabras de Octavio Paz[2], el cual manifestaba que:
A mi modo de ver, la palabra central de la tríada (libertad, igualdad, fraternidad) es fraternidad. En ella se enlazan las otras dos. La libertad puede existir sin igualdad y la igualdad sin libertad. La primera, aislada, ahonda las desigualdades y provoca tiranías; la segunda oprime la libertad y termina por aniquilarla. La fraternidad es el nexo que las comunica, la virtud que las humaniza y las armoniza. Su otro nombre es solidaridad, herencia viva del cristianismo, versión moderna de la antigua caridad. Una virtud que no conocieron ni los griegos ni los romanos, enamorados de la libertad pero ignorantes de la verdadera compasión. Dadas las diferencias naturales entre los hombre, la igualdad es una aspiración ética que no puede realizarse sin recurrir al despotismo o la acción de la fraternidad. Así mismo, mi libertad se enfrenta fatalmente a la libertad del otro y procura anularla. El único puente que puede reconciliar a estas dos hermanas enemigas-un puente hecho de brazos entrelazados-es la fraternidad. Sobre esta humilde y simple evidencia podría fundarse, en los días que vienen, una nueva filosofía política. Solo la fraternidad puede disipar la pesadilla circular del mercado. Advierto que no hago sino imaginar o, más exactamente, entrever, ese pensamiento. Lo veo como el heredero de la doble tradición de la modernidad: la liberal y la socialista. No creo que deba repetirlas sino trascenderlas. Sería una verdadera renovación.
En ese orden de ideas, según lo manifestado por parte del autor en cita encontramos que, la fraternidad se traduce como una especie de deber civil para conjurar crisis como la que se está presentando en la actualidad.
Nótese que, se ha mencionado la el deber civil que subyace dentro de la fraternidad, en donde debe ser visto de esa manera porque, si se observa de otra forma estaríamos al frente dos funciones que chocan entre sí: la primera es el derecho a la protesta pacífica y la otra, el deber de protección por parte de las fuerzas policiales de defender los bienes y la vida de todas aquellas personas que, se manifiestan y de las que no lo hacen. Es ahí en donde la fraternidad vista desde el punto de vista moral y ético planteado por parte del autor en cita, se termina convirtiendo en el puente necesario para llegar a una solución.
No se puede estar de brazos cruzados haciendo recriminaciones ni estigmatizaciones como lo hace el gobierno de turno, porque su deber es la de unir al pueblo, un pueblo que se siente cansado, que siente la carga de una kakistocracia[3] la cual, en el estado actual de las cosas, se muestra indolente ante las peticiones, viables y otras no tanto, de los manifestantes pacíficos.
Estamos en un estado actual en donde la fraternidad no puede pasar desapercibida por ninguna de las partes, es el colocarse en los zapatos del otro para lograr la comprensión necesaria; una comprensión que se lograría, tal como está sucediendo en algunos casos, con el dialogo negociado.
Hay que recordar que, la fraternidad como puente necesario entre manifestantes y policía nacional, demostraría al gobierno que, los actos fraternos crean la libertad necesaria que, a la hora de la verdad, es la buscada por todos.
Referencias:
[1] Columna basada en un hilo publicado en mi perfil de Twiteer @ManuelE_abogado, el día 20 de octubre de 2020.
[2] La otra voz. Citado por Jesus Silva-Herzog Marquez, en “La idiotez de lo perfecto”. Pág. 167.
[3] Ibidem. Pág. 90. Para Bobero, la kakistocracia es la combinación de la tiranía, la demagogia y la oligarquía, el pésimo gobierno, el gobierno de los peores.