La eutanasia reemplazó la canción “yo le pido a Dios rezando que mi Mamá no se muera”
El valor de una Madre no lo entiende todo el mundo, al menos de primera mano y afirmo esto porque recientemente leí cómo un joven aprobaba que su Madre de 51 años alcanzará su meta, que también se volvió la de él: la eutanasia, ese homicidio pietístico u homicidio por piedad, hoy muerte digna para muchos.
Para el joven el hecho de que su Señora Madre quisiera morirse por los dolores y la degeneración que causa la enfermedad que sufre o padece, es algo natural, difícil pero asimilable, es más, lo considera como parte del derecho a la muerte digna que tanto han vendido los medios o muchos teóricos y también esos que no saben qué es la vida y que creen ¿para qué vivir con dolores, sufrimientos, postración, ancianidad y sin opciones de salir a estar 4 horas en un taco, congestión o trancón y dos horas en la fila de un restaurante famoso como esos en los que hay que saludar a los Alcaldes? Para ellos, sin eso no hay vida.
Hoy se le pide a las redes sociales que no vayan a permitir que se impida que no se muera la Madre que se quiere morir. De hecho, hoy no vemos a nadie con consignas, pancartas, marchas, arengas y otras prácticas más explosivas como el uso de las molotov, pidiendo que al sistema de salud y de ciencia tecnología e innovación se le asignen más recursos para que una Madre de 51 años y de la edad que sea, no se muera.
Hoy lo que se ha sobrepuesto es el confort. Servirle al otro como otro que te necesita, así sea la Madre, no es una opción y menos si ella está enferma, porque ¿A qué horas se le podrá servir a alguien, familiar o no, si lo bueno de la discoteca empieza a las 9, la hora feliz es a las 12, el cierre de 3 a 4 de la mañana y hay que rematar hasta que sean las 12 del medio día del día siguiente? Y ¿si las ofertas de los Centros Comerciales y algunos Almacenes de cadena se extienden por 24 horas y los recipientes plásticos se pueden agotar? Definitivamente no hay tiempo para cuidar a los enfermos o ancianos y menos, si ese sufrimiento ellos o ellas, no son capaces de soportarlo, así no sean pacientes terminales.
Definitivamente, no sabemos qué es el servicio y no hemos entendido el sentido de la vida y de vivir y hoy vivimos por adiestramiento y no por trascendencia. Y como lo indiqué en reciente mensaje para el que no sabe servir, ni le interesa, todo enfermo debe acudir a la muerte digna y toda persona en situación de discapacidad le estorba o no debe nacer si llegará al mundo en esas condiciones.
Los Centros Comerciales y toda la industria del entretenimiento desplazaron lo humano y escondemos la falta de compromiso con el débil y vulnerable concediéndoles el derecho a no existir y eso, realmente, es falta de amor al otro y el extremo del egoísmo por anhelar el mundo de lo sano en dónde, quién no cumple ese estándar, debe claudicar a su existencia, cuando lo que debemos estar haciendo es llenando a la gente de ganas de vivir y a la ciencia de condiciones para hallar tratamientos.
Yo si le pido a Dios rezando que mi Mamá no se muera. Así que mi lucha será por hacer lo que tengo que hacer y entre esas luchas está exigir una buena administración y una destinación de lo necesario para que con ciencia y con conciencia se disponga todo, no solo lo necesario sino lo que haga falta, para procurar la vida y la vida digna y no tolerar la negligencia y la falta de inversión en la salud y luego justificar esto con un errado y conveniente discurso de la muerte digna. A esa lucha invito.
No podemos ser los más valientes para renunciar a una vida y los más cobardes para exigir que la vida se garantice con todo lo que eso implica.
Abogada Gloria Yaneth Vélez Pérez
Twitter @JuridicaAsesora
PD: Esta editorial no compromete el criterio y pensamiento de ninguno de los columnistas de esta Revista.
Para el joven el hecho de que su Señora Madre quisiera morirse por los dolores y la degeneración que causa la enfermedad que sufre o padece, es algo natural, difícil pero asimilable, es más, lo considera como parte del derecho a la muerte digna que tanto han vendido los medios o muchos teóricos y también esos que no saben qué es la vida y que creen ¿para qué vivir con dolores, sufrimientos, postración, ancianidad y sin opciones de salir a estar 4 horas en un taco, congestión o trancón y dos horas en la fila de un restaurante famoso como esos en los que hay que saludar a los Alcaldes? Para ellos, sin eso no hay vida.
Hoy se le pide a las redes sociales que no vayan a permitir que se impida que no se muera la Madre que se quiere morir. De hecho, hoy no vemos a nadie con consignas, pancartas, marchas, arengas y otras prácticas más explosivas como el uso de las molotov, pidiendo que al sistema de salud y de ciencia tecnología e innovación se le asignen más recursos para que una Madre de 51 años y de la edad que sea, no se muera.
Hoy lo que se ha sobrepuesto es el confort. Servirle al otro como otro que te necesita, así sea la Madre, no es una opción y menos si ella está enferma, porque ¿A qué horas se le podrá servir a alguien, familiar o no, si lo bueno de la discoteca empieza a las 9, la hora feliz es a las 12, el cierre de 3 a 4 de la mañana y hay que rematar hasta que sean las 12 del medio día del día siguiente? Y ¿si las ofertas de los Centros Comerciales y algunos Almacenes de cadena se extienden por 24 horas y los recipientes plásticos se pueden agotar? Definitivamente no hay tiempo para cuidar a los enfermos o ancianos y menos, si ese sufrimiento ellos o ellas, no son capaces de soportarlo, así no sean pacientes terminales.
Definitivamente, no sabemos qué es el servicio y no hemos entendido el sentido de la vida y de vivir y hoy vivimos por adiestramiento y no por trascendencia. Y como lo indiqué en reciente mensaje para el que no sabe servir, ni le interesa, todo enfermo debe acudir a la muerte digna y toda persona en situación de discapacidad le estorba o no debe nacer si llegará al mundo en esas condiciones.
Los Centros Comerciales y toda la industria del entretenimiento desplazaron lo humano y escondemos la falta de compromiso con el débil y vulnerable concediéndoles el derecho a no existir y eso, realmente, es falta de amor al otro y el extremo del egoísmo por anhelar el mundo de lo sano en dónde, quién no cumple ese estándar, debe claudicar a su existencia, cuando lo que debemos estar haciendo es llenando a la gente de ganas de vivir y a la ciencia de condiciones para hallar tratamientos.
Yo si le pido a Dios rezando que mi Mamá no se muera. Así que mi lucha será por hacer lo que tengo que hacer y entre esas luchas está exigir una buena administración y una destinación de lo necesario para que con ciencia y con conciencia se disponga todo, no solo lo necesario sino lo que haga falta, para procurar la vida y la vida digna y no tolerar la negligencia y la falta de inversión en la salud y luego justificar esto con un errado y conveniente discurso de la muerte digna. A esa lucha invito.
No podemos ser los más valientes para renunciar a una vida y los más cobardes para exigir que la vida se garantice con todo lo que eso implica.
Abogada Gloria Yaneth Vélez Pérez
Twitter @JuridicaAsesora
PD: Esta editorial no compromete el criterio y pensamiento de ninguno de los columnistas de esta Revista.