Las Divas del Derecho Penal
Por: Abogada Diana Muñoz Castellanos
Como ocurre cuando se sufre un accidente, un procesado o una víctima esperan y merecen un ejercicio decoroso de la profesión, una respuesta ética frente a la situación, lo último que se quiere, es que el proceso penal se convierta en tema de conversación en almuerzos familiares y cafetines, el proceso penal aunque público, es un asunto íntimo y serio, existe cierta expectativa de prudencia alrededor del mismo.
Pero el Derecho Penal está de moda, opinar sobre adecuaciones típicas y vencimiento de términos se ha convertido en algo tan banal como la sección de farándula del noticiero, y aunque es una victoria que la sociedad se entere de las instituciones jurídicas, las conozca, las entienda y se apropie de ellas, es también un peligro que fruto de la desinformación se adelanten juicios mediáticos paralelos a los procesos judiciales, especialmente porque en la prensa y ante la opinión pública no existe el debido proceso ni la presunción de inocencia, una vez inicia el linchamiento, el señalado emprende un viaje sin retorno, incluso, si es que resulta absuelto en el proceso penal.
La dignidad humana es eje fundamental de nuestra democracia, es una garantía de no instrumentalizar a los ciudadanos, es lo que impone límites al ejercicio de la acción penal, es aquello que nos permite buscar resocializar al delincuente en lugar de encerrarlo o sacrificarlo como si de un animal rabioso se tratara, pero esa dignidad debe extenderse al ejercicio de la profesión, ningún favor le hacemos los abogados a nuestros representados exponiendo un asunto de filigrana jurídica al rigor (o la falta del mismo) de la opinión pública.
Se ha convertido en costumbre de algunos colegas mediatizar los procesos en los que ejercen, haciéndole un daño enorme a quienes deberían representar, fomentando la desinformación transmitiendo una versión sesgada de un caso, impactando en la independencia de los jueces y demás funcionarios que no necesitan el espectáculo para llevar adelante su labor, este ejercicio en plan de divas del Derecho Penal es una instrumentalización de los procesados con el evidente propósito de obtener un falso reconocimiento que les genere más clientes, y digo falso, porque en los estrados judiciales, esos abogados estrella, son los que menos respeto reciben.
Y esta mala costumbre que se ha convertido en tendencia no es exclusiva de defensores y representantes de víctimas, también de funcionarios que sin tener la más remota idea de Derecho Penal se encuentran en roles en los cuales deben hacer frente a estos procesos, con resultados a las carreras, imputaciones hechas con las patas, que no van dirigidas a la materialización de justicia, muchísimo menos de verdad, sino que responden a la necesidad de darle contentillo al populacho enfurecido, aunque para su mala fortuna, la sociedad cada vez más informada demanda resultados no solo prontos sino efectivos.
De nada sirve un ejercicio mediático del Derecho Penal más que para la vanidad del abogado que lo ejerce, el decoro de la profesión demanda más compromiso en los estrados judiciales y menos cámaras y micrófonos.