Trascender más allá de la Crisis y de la Constitución
Por: Abogada Clara Patricia Cano
Son precisamente los líderes de todas las áreas de la sociedad los que deben hacer vivir la Constitución de cada país a fin de hacerla hablar desde su aplicación cotidiana.
Pero cuando el ciudadano entra en crisis entre lo legal o constitucional y la realidad que se vive, entra en choque, en decepción y ante la impotencia de no poder hacer algo, prefiere abandonar el camino, no continuar creyendo en las instituciones, de esta manera, ir en retroceso y los fines de la Constitución se van yendo al traste.
Es que la Constitución de una nación debe estar interiorizada en la mente y en el corazón de cada ciudadano, asunto que se torna difícil, al menos para Colombia, cuya Constitución, desde que salió a la vida pública ha tenido más de cuarenta y seis reformas, lo que implica que sin consolidarse, ha tratado de subsistir como si fuera un moribundo pidiendo ayuda.
Lo dicho hasta aquí, es para significar que Colombia a través de los distintos gobiernos y del congreso han venido expidiendo normas y normas para regular lo que está regulado, pero sin las instrumentación o estructura suficiente para soportar tanta norma.
Ha sido una constante de que se expidan normas para solucionar un problema o una contingencia sin antes crear la estructura para soportarlas, como es el caso del famoso Decreto 806 de 2020, ya declarado exequible por la Corte Constitucional y no critico esto porque la verdad es que se tuvieron que expedir los articulado de éste así como los decretos 491 y 564 para poner en marcha lo que otras disposiciones ya habían previsto, como el asunto de la virtualidad, la digitalización y la implementación del expediente electrónico.
Tuvo que ocurrir un asunto de carácter mundial para que se tuviera conciencia, eso sí, por algunos, que normativamente, el país estaba preparado para afrontar la crisis, pero que en las estructuras no había ni existen los mecanismos necesarios para llevar a cabo la aplicación de la justicia mediante la internet.
Hasta ahora, esto trae consigo una reflexión importante y es que la creación de la norma sin el empuje y el accionar de los recursos necesarios para llevarla a cabo, queda en el papel como letra muerta, solo hasta que norma y acción ejecutiva se lleve a cabo, será posible un equilibrio de poderes y un acceso a la justicia para todos los ciudadanos.
El mejor camino, para combatir una CRISIS, como la provocada por el COVID 19, es hacer un alto y enfrentar la realidad institucional. En otras palabras, diagnosticar con investigación tomada de la mano de expertos interdisciplinarios permitiendo objetividad y transparencia.
De esta forma las acciones o mejor, la actividad del gobierno será efectiva porque se encontrará respaldada en criterios objetivos, concretos y claros para implementar la norma a su tiempo.
Esta condición, de operar y aplicar la norma sin las herramientas necesarias, se da también en muchos países latinoamericanos, la cual consiste en esperar órdenes para emprender, para hacer lo que la norma ya ha ordenado; quizás porque como dijo el psicoanalista Carl Jung, los arquetipos del colectivo imperan aun en la mente de los latinoamericanos.
Los líderes colombianos, desde la esfera que sea, o desde la corporación que sea, debe, a la luz de la constitución, propender por ser proactivos, actuando en pos de crear mejores oportunidades para avanzar y no retroceder.
Muchos son los que trabajan desde sus hogares supliendo las falencias que las instituciones no han satisfecho y sin queja alguna, producen y dan el máximo de sí porque tienen en su interior como buenos latinoamericanos, un gran sentido de responsabilidad y gran vocación de servicio.
Hoy en día un buen y gran gobierno es mejor por la capacidad de gestionar el pensamiento, convocando y poniendo en marcha la resiliencia que tiene cada ciudadano, trascendiendo, pero entendiendo que el país trasciende cuando sus gobernantes, directores, jefes, empresarios y líderes en general, hayan avanzado y en este campo, no hay cabida para los corruptos, para los de doble moral.
Pero cuando el ciudadano entra en crisis entre lo legal o constitucional y la realidad que se vive, entra en choque, en decepción y ante la impotencia de no poder hacer algo, prefiere abandonar el camino, no continuar creyendo en las instituciones, de esta manera, ir en retroceso y los fines de la Constitución se van yendo al traste.
Es que la Constitución de una nación debe estar interiorizada en la mente y en el corazón de cada ciudadano, asunto que se torna difícil, al menos para Colombia, cuya Constitución, desde que salió a la vida pública ha tenido más de cuarenta y seis reformas, lo que implica que sin consolidarse, ha tratado de subsistir como si fuera un moribundo pidiendo ayuda.
Lo dicho hasta aquí, es para significar que Colombia a través de los distintos gobiernos y del congreso han venido expidiendo normas y normas para regular lo que está regulado, pero sin las instrumentación o estructura suficiente para soportar tanta norma.
Ha sido una constante de que se expidan normas para solucionar un problema o una contingencia sin antes crear la estructura para soportarlas, como es el caso del famoso Decreto 806 de 2020, ya declarado exequible por la Corte Constitucional y no critico esto porque la verdad es que se tuvieron que expedir los articulado de éste así como los decretos 491 y 564 para poner en marcha lo que otras disposiciones ya habían previsto, como el asunto de la virtualidad, la digitalización y la implementación del expediente electrónico.
Tuvo que ocurrir un asunto de carácter mundial para que se tuviera conciencia, eso sí, por algunos, que normativamente, el país estaba preparado para afrontar la crisis, pero que en las estructuras no había ni existen los mecanismos necesarios para llevar a cabo la aplicación de la justicia mediante la internet.
Hasta ahora, esto trae consigo una reflexión importante y es que la creación de la norma sin el empuje y el accionar de los recursos necesarios para llevarla a cabo, queda en el papel como letra muerta, solo hasta que norma y acción ejecutiva se lleve a cabo, será posible un equilibrio de poderes y un acceso a la justicia para todos los ciudadanos.
El mejor camino, para combatir una CRISIS, como la provocada por el COVID 19, es hacer un alto y enfrentar la realidad institucional. En otras palabras, diagnosticar con investigación tomada de la mano de expertos interdisciplinarios permitiendo objetividad y transparencia.
De esta forma las acciones o mejor, la actividad del gobierno será efectiva porque se encontrará respaldada en criterios objetivos, concretos y claros para implementar la norma a su tiempo.
Esta condición, de operar y aplicar la norma sin las herramientas necesarias, se da también en muchos países latinoamericanos, la cual consiste en esperar órdenes para emprender, para hacer lo que la norma ya ha ordenado; quizás porque como dijo el psicoanalista Carl Jung, los arquetipos del colectivo imperan aun en la mente de los latinoamericanos.
Los líderes colombianos, desde la esfera que sea, o desde la corporación que sea, debe, a la luz de la constitución, propender por ser proactivos, actuando en pos de crear mejores oportunidades para avanzar y no retroceder.
Muchos son los que trabajan desde sus hogares supliendo las falencias que las instituciones no han satisfecho y sin queja alguna, producen y dan el máximo de sí porque tienen en su interior como buenos latinoamericanos, un gran sentido de responsabilidad y gran vocación de servicio.
Hoy en día un buen y gran gobierno es mejor por la capacidad de gestionar el pensamiento, convocando y poniendo en marcha la resiliencia que tiene cada ciudadano, trascendiendo, pero entendiendo que el país trasciende cuando sus gobernantes, directores, jefes, empresarios y líderes en general, hayan avanzado y en este campo, no hay cabida para los corruptos, para los de doble moral.