UN SILENCIO QUE HABLA - Reflexión socio jurídica a propósito del 56% de abstención electoral del pasado 9 de marzo de 2014 -
La dimensión DEMOCRÀTICA de la Constitución Nacional y la Constitucionalización de Derechos sociales e individuales no debe ser un caballo de batalla partidista para contiendas electorales porque este lenguaje tiene consecuencias jurídicas que implican a su vez afectar a toda una sociedad esperanzada por un “salvador”; además, los que influyen para que algunos acudan a las mesas electorales tras dádivas temporales y que en nada aportan a la calidad de vida de los votantes, sumado a la gran cantidad de abstención evidencia una pérdida de legitimidad de las instituciones como la del Congreso y la Cámara.
La realidad no son solo cifras; para que estas cobren verdadero significado y un diagnóstico acertado, es necesario profundizar mucho más; es el análisis de los indicadores, dentro de un contexto, los que permiten entender la situación que se estudia y luego de ello, traducir lo encontrado en planes, estrategias y decisiones que deben favorecer a los ciudadanos o al país. Los controles no son al momento de la elección, cuidando una urna; los controles deben ser traducidos en verdaderas estrategias deben configurar un mapa de acción que impidan burlar no solo la ley sino la garantía de las instituciones y la confianza de los ciudadanos; sobre todo esto último.
Además, el análisis de conllevar a un escrutinio concienzudo con un pensamiento sistémico que permita identificar cómo obtuvo la victoria el ganador; donde la transparencia en los procesos impere. A pesar de ello, se escucha a ciudadanos contando un antes y un después de las elecciones; pero las denuncias no se hacen y sin estas la aplicación de la ley no opera; persiste el temor “a”; el lenguaje del “esto no va a cambiar”, o, oir sobre dádivas y prebendas en ciertos sectores de la ciudad a cambio de votos.
El pasado 9 de marzo, un 56% del total de los ciudadanos con capacidad para votar, se abstuvo de hacerlo, y esta situación debe preocupar en gran manera a todos los estamentos del país, y sobre todo, conducir a la reflexión por el significado social, económico, político y jurídico representando una pérdida de confianza, traducida en ilegitimidad; es un asunto cuestionable que muestra enormes grietas indicando con ello, que debe existir una política, (entendida esta como la gestión tendiente a eliminar las desigualdades, la exclusión o el conflicto).
La Democracia no puede circunscribirse solo a una expresión electoral; se hace imprescindible entender cuál es la cultura política del colombiano; cuáles son sus valores, el pensamiento que le gobierna, la reflexión y crítica que hace al momento de votar, esto es lo que se llama cultura política. La tarea electoral ¿es una actividad mercantilista que mueve masas? ¿ o un asunto de movilizar masas realizando convenios a cambio de respetar intereses? Si es así, la ilegitimidad de los que llegan al poder se hace mayor. El panorama entonces se traduce en desánimo, desconfianza, una “depresión e impotencia colectiva”, quizás traducida en abstencionismo; estas inquietudes no resueltas, invitan a una investigación desde el punto de vista socio jurídico, donde el Estado sea el más interesado en conocer los resultados, por el papel y función que tiene Constitucionalmente, esto es, por su responsabilidad de garantizar la participación ciudadana y el respeto a su derecho de elegir como máxima expresión de autonomía y libertad, tal como está consagrado en el artículo segundo de la Constitución actual.
Ese 56% porciento también puede ser la Franja Amarilla que habla William Ospina en su Ensayo titulado precisamente “¿Dónde Está La Franja Amarilla? Porque desafortunadamente la indiferencia y pasividad que golpea a la gran mayoría de los ciudadanos, impacta a mucho extranjero o como lo expresa el mismo escritor
“Ver a los franceses marchando por las calles, armando barricadas ante un gobierno cuya legitimidad no desconocen, y haciendo temblar a las instituciones, nos confirma que Francia es el país de la Revolución, que ese país es respetable porque tiene orgullo y porque tiene dignidad, porque sabe de lo que es capaz cuando sus gobernantes olvidan que son pagados por el pueblo y que son apenas los representantes de su voluntad. Ante ese ejemplo se hace más incomprensible que una sociedad como la colombiana (donde ni siquiera los sectores fabulosamente ricos pueden sentirse satisfechos, pues el Estado que sostienen ya ni siquiera les garantiza la vida, donde nadie está protegido, donde el Estado no cumple sus más elementales deberes y donde todos los días ocurren cosas indignantes) sea tan incapaz de expresarse, de exigir, de imponer cambios, de colaborar siquiera con su presión o con su cólera a las transformaciones que todos necesitamos….. ¿Qué es lo que hace que Colombia sea un país capaz de soportar toda infamia, incapaz de reaccionar y de hacer sentir su presencia, su grandeza?........ Más bien yo diría que lo que vivimos es el desencadenamiento de numerosos problemas represados que nuestra sociedad nunca afrontó con valentía y con sensatez; y la historia no permite que las injusticias desaparezcan por el hecho de que no las resolvamos.”
Carlos Bernal Pulido en su obra el Derecho de los Derechos también puede aportar a esta reflexión; Bernal habla sobre los derechos subjetivos como unas reglas que elabora el Estado para obtener un fin específico y que además desde lo jurídico, esos derechos son protegidos en medio de un poder que es reconocido a una voluntad de representarle o defenderle, en otras palabras, un poder legítimo.
Se refiere a la Democracia en un sentido estricto como una forma de gobierno de organización del Estado en la cual las decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo mediante mecanismos de participación directa o indirecta que les confieren legitimidad a los representantes. Ya en sentido amplio manifiesta que es una forma de convivencia social en la que todos sus habitantes son libres e iguales ante la ley y las relaciones sociales se establecen de acuerdo a mecanismos contractuales.
Ahora bien, si contrastamos el gran índice de abstencionismo, del pasado domingo, ( el cual ya es reiterativo desde hace años), con lo que expresado por Bernal Pulido, se puede concluir entonces que no se le ha conferido legitimidad a los nuevos representantes, toda vez que no es el pueblo ni todos los habitantes “libres e iguales” los que participaron de estas elecciones populares.
El Estado debe identificar y reconocer los abusos operados en el actuar partidista y volviendo a William Ospina, atacar de frente la problemática de modo tal que el freno a la vulneración de los derechos fundamentales sea consecuencia de corregir las fallas estructurales del Estado y con ello restablecer la confianza para ir eliminando el abstencionismo. Qué se requiere? Voluntad de todos los estamentos (y no sólo del legislador o del gobierno de turno) de reconocer las falencias y poner en marcha controles efectivos, verificables, reales, claros y transparentes.
A propósito de lo anterior, de establecer estrategias que contribuyan a eliminar la ilegitimidad de la instituciones, Tom Peters un gran investigador, asesor y empresario norteamericano, en su libro en busca de la Excelencia, el cual fue el resultado de una investigación sobre el servicio realizada con muchas empresas norteamericanas, afirmó: “la estrategia sigue a la estructura”, él describe la estrategia como un engranaje continuo de valores interrelacionados para generar valor, que establecen los directivos de una Organización; en Colombia, se ha enseñado el concepto de Estrategia como un conjunto de tareas formales, lógicas y predeterminadas manipulables para llegar a una meta, por lo general, para atacar una coyuntura del momento.
Desde el punto de vista sistémico, no pueden generarse estrategias en ninguna institución mientras las estructuras estén ancladas a la verticalidad y al desprecio por un concepto de Ser Humano, valioso, aportante que merece respeto, esté en el lugar o estrato en que se encuentre.
Por ejemplo, en el sistema de la salud o de reparación a las víctimas producto del conflicto armado ( asunto que el Estado mismo permitió), no va a operar ninguna estrategia mientras no se consideren a las personas como dignas de cuidado y atención oportuna en condiciones de dignidad; como seres humanos importantes para el crecimiento y desarrollo del país. En efecto, esta realidad se ve reflejada en la cantidad de disposiciones y decretos que emite el legislador, el presidente de la República o los ministerios y superintendencias que contribuyen o han contribuido a dispersar la información y hacer mucho más inalcanzables los derechos y garantías de estos sectores, haciendo que la víctima o el enfermo, se encuentren en condiciones indignas.
Como conclusión, el Estado como garante y responsable de sus de sus ciudadanos, debe apelar, primero, a enfocarse hacia la atención de su gente desde todos los sectores en que se desenvuelve; segundo, estimular y propender por una constante innovación y por último, involucrar a todos los habitantes de manera que invite a que con su ayuda generen y aporten a los dos primeros, todo basado en la dignidad, los valores y el gran potencial que tiene cada colombiano.
Una vez se construya tal estructura, la Estrategia es entonces como un engranaje trabajar en pos de recuperar la confianza en todas las Instituciones y disminuir así, en su momento, la abstención electoral.
Clara Patricia Cano C.
Abogada
Administradora de Empresas
Especialista en Asesoría y Consultoría de [email protected]
[email protected]
Material de apoyo:
Bernal P. El Derecho de los Derechos. Universidad Externado de Colombia. 2005
Constitución Política Colombiana 1991
Ospina W. ¿Dònde está la franja amarilla?”
http://bonoc.files.wordpress.com/2008/05/colombia-la-franja-amarilla.pdf
Recuperado, marzo 10 de 2014.
Peters T. En busca de la Excelencia. Mc Graw Hill. 2002
La dimensión DEMOCRÀTICA de la Constitución Nacional y la Constitucionalización de Derechos sociales e individuales no debe ser un caballo de batalla partidista para contiendas electorales porque este lenguaje tiene consecuencias jurídicas que implican a su vez afectar a toda una sociedad esperanzada por un “salvador”; además, los que influyen para que algunos acudan a las mesas electorales tras dádivas temporales y que en nada aportan a la calidad de vida de los votantes, sumado a la gran cantidad de abstención evidencia una pérdida de legitimidad de las instituciones como la del Congreso y la Cámara.
La realidad no son solo cifras; para que estas cobren verdadero significado y un diagnóstico acertado, es necesario profundizar mucho más; es el análisis de los indicadores, dentro de un contexto, los que permiten entender la situación que se estudia y luego de ello, traducir lo encontrado en planes, estrategias y decisiones que deben favorecer a los ciudadanos o al país. Los controles no son al momento de la elección, cuidando una urna; los controles deben ser traducidos en verdaderas estrategias deben configurar un mapa de acción que impidan burlar no solo la ley sino la garantía de las instituciones y la confianza de los ciudadanos; sobre todo esto último.
Además, el análisis de conllevar a un escrutinio concienzudo con un pensamiento sistémico que permita identificar cómo obtuvo la victoria el ganador; donde la transparencia en los procesos impere. A pesar de ello, se escucha a ciudadanos contando un antes y un después de las elecciones; pero las denuncias no se hacen y sin estas la aplicación de la ley no opera; persiste el temor “a”; el lenguaje del “esto no va a cambiar”, o, oir sobre dádivas y prebendas en ciertos sectores de la ciudad a cambio de votos.
El pasado 9 de marzo, un 56% del total de los ciudadanos con capacidad para votar, se abstuvo de hacerlo, y esta situación debe preocupar en gran manera a todos los estamentos del país, y sobre todo, conducir a la reflexión por el significado social, económico, político y jurídico representando una pérdida de confianza, traducida en ilegitimidad; es un asunto cuestionable que muestra enormes grietas indicando con ello, que debe existir una política, (entendida esta como la gestión tendiente a eliminar las desigualdades, la exclusión o el conflicto).
La Democracia no puede circunscribirse solo a una expresión electoral; se hace imprescindible entender cuál es la cultura política del colombiano; cuáles son sus valores, el pensamiento que le gobierna, la reflexión y crítica que hace al momento de votar, esto es lo que se llama cultura política. La tarea electoral ¿es una actividad mercantilista que mueve masas? ¿ o un asunto de movilizar masas realizando convenios a cambio de respetar intereses? Si es así, la ilegitimidad de los que llegan al poder se hace mayor. El panorama entonces se traduce en desánimo, desconfianza, una “depresión e impotencia colectiva”, quizás traducida en abstencionismo; estas inquietudes no resueltas, invitan a una investigación desde el punto de vista socio jurídico, donde el Estado sea el más interesado en conocer los resultados, por el papel y función que tiene Constitucionalmente, esto es, por su responsabilidad de garantizar la participación ciudadana y el respeto a su derecho de elegir como máxima expresión de autonomía y libertad, tal como está consagrado en el artículo segundo de la Constitución actual.
Ese 56% porciento también puede ser la Franja Amarilla que habla William Ospina en su Ensayo titulado precisamente “¿Dónde Está La Franja Amarilla? Porque desafortunadamente la indiferencia y pasividad que golpea a la gran mayoría de los ciudadanos, impacta a mucho extranjero o como lo expresa el mismo escritor
“Ver a los franceses marchando por las calles, armando barricadas ante un gobierno cuya legitimidad no desconocen, y haciendo temblar a las instituciones, nos confirma que Francia es el país de la Revolución, que ese país es respetable porque tiene orgullo y porque tiene dignidad, porque sabe de lo que es capaz cuando sus gobernantes olvidan que son pagados por el pueblo y que son apenas los representantes de su voluntad. Ante ese ejemplo se hace más incomprensible que una sociedad como la colombiana (donde ni siquiera los sectores fabulosamente ricos pueden sentirse satisfechos, pues el Estado que sostienen ya ni siquiera les garantiza la vida, donde nadie está protegido, donde el Estado no cumple sus más elementales deberes y donde todos los días ocurren cosas indignantes) sea tan incapaz de expresarse, de exigir, de imponer cambios, de colaborar siquiera con su presión o con su cólera a las transformaciones que todos necesitamos….. ¿Qué es lo que hace que Colombia sea un país capaz de soportar toda infamia, incapaz de reaccionar y de hacer sentir su presencia, su grandeza?........ Más bien yo diría que lo que vivimos es el desencadenamiento de numerosos problemas represados que nuestra sociedad nunca afrontó con valentía y con sensatez; y la historia no permite que las injusticias desaparezcan por el hecho de que no las resolvamos.”
Carlos Bernal Pulido en su obra el Derecho de los Derechos también puede aportar a esta reflexión; Bernal habla sobre los derechos subjetivos como unas reglas que elabora el Estado para obtener un fin específico y que además desde lo jurídico, esos derechos son protegidos en medio de un poder que es reconocido a una voluntad de representarle o defenderle, en otras palabras, un poder legítimo.
Se refiere a la Democracia en un sentido estricto como una forma de gobierno de organización del Estado en la cual las decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo mediante mecanismos de participación directa o indirecta que les confieren legitimidad a los representantes. Ya en sentido amplio manifiesta que es una forma de convivencia social en la que todos sus habitantes son libres e iguales ante la ley y las relaciones sociales se establecen de acuerdo a mecanismos contractuales.
Ahora bien, si contrastamos el gran índice de abstencionismo, del pasado domingo, ( el cual ya es reiterativo desde hace años), con lo que expresado por Bernal Pulido, se puede concluir entonces que no se le ha conferido legitimidad a los nuevos representantes, toda vez que no es el pueblo ni todos los habitantes “libres e iguales” los que participaron de estas elecciones populares.
El Estado debe identificar y reconocer los abusos operados en el actuar partidista y volviendo a William Ospina, atacar de frente la problemática de modo tal que el freno a la vulneración de los derechos fundamentales sea consecuencia de corregir las fallas estructurales del Estado y con ello restablecer la confianza para ir eliminando el abstencionismo. Qué se requiere? Voluntad de todos los estamentos (y no sólo del legislador o del gobierno de turno) de reconocer las falencias y poner en marcha controles efectivos, verificables, reales, claros y transparentes.
A propósito de lo anterior, de establecer estrategias que contribuyan a eliminar la ilegitimidad de la instituciones, Tom Peters un gran investigador, asesor y empresario norteamericano, en su libro en busca de la Excelencia, el cual fue el resultado de una investigación sobre el servicio realizada con muchas empresas norteamericanas, afirmó: “la estrategia sigue a la estructura”, él describe la estrategia como un engranaje continuo de valores interrelacionados para generar valor, que establecen los directivos de una Organización; en Colombia, se ha enseñado el concepto de Estrategia como un conjunto de tareas formales, lógicas y predeterminadas manipulables para llegar a una meta, por lo general, para atacar una coyuntura del momento.
Desde el punto de vista sistémico, no pueden generarse estrategias en ninguna institución mientras las estructuras estén ancladas a la verticalidad y al desprecio por un concepto de Ser Humano, valioso, aportante que merece respeto, esté en el lugar o estrato en que se encuentre.
Por ejemplo, en el sistema de la salud o de reparación a las víctimas producto del conflicto armado ( asunto que el Estado mismo permitió), no va a operar ninguna estrategia mientras no se consideren a las personas como dignas de cuidado y atención oportuna en condiciones de dignidad; como seres humanos importantes para el crecimiento y desarrollo del país. En efecto, esta realidad se ve reflejada en la cantidad de disposiciones y decretos que emite el legislador, el presidente de la República o los ministerios y superintendencias que contribuyen o han contribuido a dispersar la información y hacer mucho más inalcanzables los derechos y garantías de estos sectores, haciendo que la víctima o el enfermo, se encuentren en condiciones indignas.
Como conclusión, el Estado como garante y responsable de sus de sus ciudadanos, debe apelar, primero, a enfocarse hacia la atención de su gente desde todos los sectores en que se desenvuelve; segundo, estimular y propender por una constante innovación y por último, involucrar a todos los habitantes de manera que invite a que con su ayuda generen y aporten a los dos primeros, todo basado en la dignidad, los valores y el gran potencial que tiene cada colombiano.
Una vez se construya tal estructura, la Estrategia es entonces como un engranaje trabajar en pos de recuperar la confianza en todas las Instituciones y disminuir así, en su momento, la abstención electoral.
Clara Patricia Cano C.
Abogada
Administradora de Empresas
Especialista en Asesoría y Consultoría de [email protected]
[email protected]
Material de apoyo:
Bernal P. El Derecho de los Derechos. Universidad Externado de Colombia. 2005
Constitución Política Colombiana 1991
Ospina W. ¿Dònde está la franja amarilla?”
http://bonoc.files.wordpress.com/2008/05/colombia-la-franja-amarilla.pdf
Recuperado, marzo 10 de 2014.
Peters T. En busca de la Excelencia. Mc Graw Hill. 2002