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Mundos Paralelos

8/9/2020

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Mundos Paralelos

Por:  Abogada Clara Patricia Cano

“El lenguaje es el modo en que interactuamos y nos comunicamos, así que, naturalmente, los medios de comunicación y el trasfondo conceptual que hay tras el lenguaje, que es más importante, son usados para tratar de dar forma a actitudes y opiniones e inculcar conformismo y subordinación. No es extraño que fuera creado en las sociedades más democráticas”.
Noam Chomsky
La virtualidad ha permitido el acercamiento del ser humano aún más y de una manera efectiva y real que indiscutiblemente ha afectado el entorno de cada ser.  Sin embargo, las palabras y sus significados pueden ser o no reales y ahí es donde se torna la comunicación difusa y oscura.

Por otro lado, conocer la veracidad y la originalidad de lo que se transmite resulta de difícil identificación.  Para ello, es necesario profundizar en una búsqueda metódica y concienzuda para encontrarla.  Hay quienes citan en sus artículos, ensayos y demás frases, enunciados completos sin mencionar el autor haciéndolos parecer como propios.  Es el desconocimiento de mucho cibernauta que no respeta derecho de autor y al cual hay que darle a conocer el error y delito en el que incurre.

Sin embargo, existen otros, que, aun conociendo la legislación, se arriesgan a comunicar contenidos que no son de su autoría, sin importar las consecuencias de lo que hacen.  Lo cierto del caso es que, para el novato, que a buenas a primeras cree en lo primero que le llega, puede repetir y aprender algo en el que no se conoce fundamento alguno ni base cognitiva, epistemológica y filosófica al respecto.

En todo lo anterior, interviene la actitud, la cultura y la ética personal.  Y en el mundo del ciberespacio sí que hay de todo.  Desde el indiferente hasta el más osado y peligroso cibernauta que no tiene el menor respeto por la humanidad.   Pero también, existen muchos que se acogen a las reglas y que contribuyen por un mundo mejor en todos los sentidos: en las artes, la medicina, la psicología, la literatura y en general en todas las manifestaciones culturales, sociales, económicas, religiosas y políticas.

¡La cuarta revolución ha llegado a Colombia!  Y cada vez el mundo real se va achicando para dar más espacio al virtual, a aquel que satisface sueños, necesidades y sobre todo aquellas que pretenden llenar los vacíos internos de la persona.  Un encuentro virtual puede producir alegría, excitación, compasión, nostalgia, emoción.  Internet ha entrado en los hogares, oficinas, colegios, instituciones en general y hasta al corazón de cada habitante del planeta descubriendo el discurso individual, conociendo la vida privada e invitando a ser original o encubrirse para de una forma u otra realizar deseos y anhelos encubiertos.

¿Pero en esta reflexión, se puede calcular cuánto bien ha dejado a la humanidad?  ¿Ha disminuido la violencia del mundo?, la pobreza?, ¿El crimen?, ¿Las enfermedades? ¿Es el hombre más educado?, más sensible frente a su par?.   Es una verdad: Más informados, menos comunicados y más necesitados, más solos, desconfiados e inseguros.  Afortunada o desafortunadamente, Internet ha sido más usada para fines de seguridad, para perseguir, ubicar, descubrir más no para ahondar y lograr solucionar los grandes males del mundo: el hambre, la pobreza y la exclusión.  Existe tanta, tanta información y no procesada que impide la reflexión, la asimilación, la “gestión del pensamiento”[1] y entonces sin que nos demos cuenta, poco a poco desde la academia o desde el encierro que nos agobia, el ser humano va virando hacia los fundamentos de la humanidad, a repensar lo humano, a reinventarse y abrir su mente a otros escenarios y perspectivas y a todos aquellos que  su tiempo y sin internet, mediante el ocio[2], inventaban y creaban para dar solución a la necesidad o problema que les preocupaba.

  Y mientras lo anterior ocurre, y sin dar vuelta atrás, la tecnología sigue avanzando, acelerando su producción tratando de cambiar o “mejorar” el mundo sin medida.  Este continua y las redes sociales aumentan, promoviendo la interacción, inspeccionando, conociendo, y detrás de ellas, muchos, se mueven en medio del silencio como si no existieran pero cumpliendo  un papel: de analistas y en cierto sentido haciendo el rol de  receptor de datos, los cuales servirán para aliviar a los consumidores.   Promoviendo la comunicación, pero valiéndose de quienes aportar para poder vivir o sobrevivir en el mundo virtual.   Redes sociales, unas muy humanas, cercanas, amigables, otras más frías, menos comunicativas pero en síntesis estas y aquellas, tienen por objetivo la intersubjetividad, la conexión e interrelación entre los seres humanos, tratándolos de acercar globalmente en torno a un objeto: Literatura, música, educación, finanzas, juegos y un sinfín de actividades que de una u otra forma permitan estrechar lazos y generar nuevas formas de influir. 

Invitando a los Estados a participar, contribuir y apoyar sensibilizándolos para que acepte y entienda que es otra parte de la que tiene que ocuparse sin desconocer la Constitución de su región, Norma Suprema que no alcanza a llenar los vacíos enormes que los avances tecnológicos como la Inteligencia Artificial está dejando a su paso.  Y en este trasegar, la persona poco a poco se va desnudando y entregando a un mundo que cree que es genuino, único, que le llena, satisface y le invita a ser lo que quiere o siempre ha querido ser.

 La historia prosigue, y entonces, el Estado va tomando su lugar y poco a poco se van creando más y más medios de comunicación de los cuales unos cuantos son propietarios, y paradójicamente tanto mayor aumento de dichos medios, ciertas sociedades continúan siendo mucho más ignorantes, alejadas completamente de los hechos cotidianos, sin posibilidad de contrastar versiones diferentes de los acontecimientos.

Un Estado con gobernantes que realmente amen a sus ciudadanos va a contribuir por educar y suministrar todos los medios posibles para estar a tono con el mundo de las tecnología, la internet de las cosas, las nuevas formas de interrelacionarnos, es decir con la cuarta revolución industrial.

Si no se adecúa todo el aparato que conforma una sociedad o mejor un país, la brecha aumentará toda vez que con la Inteligencia Artificial (IA) es inminente el reemplazo de muchos seres humanos para dar cabida a las maquinas que aprenden bajo ciertas instrucciones y que después de un determinado tiempo y por un proceso de aprendizaje, es capaz de crear (machine learning).  Hoy la legislación colombiana no tiene regulación alguna frente a este avance de la Inteligencia Artificial y menos en materia de responsabilidad extracontractual.

Además, el consumidor se ve absorbido por la cantidad de herramientas, juegos, de tal forma que pareciera que no existe ya un ser humano sino alguien dispuesto a consumir absorto en una máquina que lo divierte, lo envuelve en una realidad sin sentido. ¿Dejaremos de ser humanos? ¿No importará los sentimientos? La máquina se convertirá en una persona, es decir, ¿desde una perspectiva jurídica? ¿Tendrá obligaciones y se le ampararán derechos?

La manipulación permite la desinformación y con ello, se levanta un nuevo poder que restringe, y subvierte a quienes caminan por el ciberespacio convirtiéndolos en seres adormecidos e ignorantes. Y una vez encontrándose con la realidad y quizás en un lapso de tiempo de estar desconectado, se de  cuenta  de que es impotente, que no puede contra  la corrupción, la pobreza, el desempleo,  los problemas personales, de empresa, de familia, entre otro, y volverá la inseguridad a apoderarse  de este  para entregarse nuevamente y con más fuerza a la virtualidad, (video juegos, vida basada en el LIKE, el entretenimiento…), allí, se siente aceptado, aunque nadie lo conozca ni él conozca a nadie; pero puede crear su mundo, su avatar, y estar en un escenario donde todos son “iguales”. Poco a poco se convierte en un adicto al ciberespacio.

Así, como en el siglo XVIII, se trató de poner freno al Estado por sus cambios inesperados e injustos en la aplicación de la ley, imponiéndose la libertad y el librecambio mercantil, hoy el fenómeno es “diga y haga virtualmente lo que desee”.  “Usted es libre”.  Implicando con ello  que esa “libertad” debe llevar a  la ética, a la responsabilidad individual y a un gran  compromiso individual pues hoy por hoy la responsabilidad del ser humano no solo pende del actuar gubernamental sino de sí mismo incluyendo con ello, el cuidado por lo que se hace, se dice y aun por el entorno donde se desenvuelve. La ley debe empezar a regular, no para prohibir, restringir, cohibir, coartar, sino regular en aras a la protección del más débil y del mismo Estado.

Escuchados o no, importantes o no, el mundo de la cuarta revolución nos lleva a otros escenarios, a abrir la mente, ampliar el conocimiento, a reinventarnos, a dejar ya los conceptos con los que resolvíamos los problemas en el siglo XIX;  La mayoría de la regulación actual viene del siglo XVIII, es hora de afrontar los nuevos retos con interdisciplinariedad, con un sentido de lo humano con respeto y con  alteralidad; combatir la aporofobia[3]; comunicarnos, también para hacer y denunciar lo que no es cierto.  Un mundo paralelo al real y el cual podemos diferenciar en nuestro interior solo por un detalle: La Internet, la inteligencia artificial, la robótica y las demás herramientas tecnológicas, jamás, jamás podrán imitar la paz. 

Esa paz que se experimenta cuando muy dentro de cada uno de nosotros no existe el rencor, cuando el perdón es real, cuando se vive en función del dar y aportar; cuando en medio de las dificultades, podemos razonar con sabiduría, confianza y sin temor.  Esa Paz que el mundo virtual ni real da, es la única inimitable y por la que los gobiernos buscan estrategias y cometen grandes errores por alcanzarla y que sólo los más sensibles y sencillos seres humanos, pueden estar y dormir tranquilos en todo momento.

 
​Referencias:
 
[1] Gestionar el pensamiento: ( información+abstracción+contraste+análisis+reflexión+ineriorización= nuevo conocimiento efectivo)

[2] Aristóteles, La política, pagina 133 “Disponer de ocio es la base del placer, de la felicidad y de la vida dichosa. Pero no pueden disfrutar del ocio los que están todo el día trabajando, especialmente no está al alcance de aquéllos que se dedican «a un trabajo, oficio o aprendizaje embrutecedor que deja incapacitado el cuerpo, el alma y la inteligencia de los hombres libres para dedicarse a la práctica y ejercicio de la virtud”

[3] “La razón de ser de Aporofobia está en la necesidad de nombrar un fenómeno. Nombrarlo, en este sentido, permite incorporarlo en el ámbito “del diálogo, la conciencia y la reflexión” (p. 17), para que aquel fenómeno pueda ser objeto de análisis, crítica y combate para la transformación cultural. Del griego aporós, que es la forma de nombrar a los pobres, y fobeo que refiere al rechazo y el acto de espantarse, la “aporofobia” puede resumirse en la disposición personal o institucional en contra de las personas pobres o desamparadas, que puede ir desde la invisibilización y el rechazo hasta el crimen de odio. Respecto de esta necesidad, el término[e]s una expresión que, según creo, no existe en otras lenguas, y tampoco estoy segura de que sea la mejor forma de construirla. Pero lo indudable es que resulta urgente poner nombre al rechazo al pobre, al desamparado, porque esa actividad tiene una fuerza en la vida social que es aún mayor precisamente porque actúa desde el anonimato (p. 24).” https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-43602018000100319

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    Clara Patricia Cano Castrillón, Abogada, Administradora de Empresas, Especialista en Asesoría y Consultoría de Organizaciones, clpcano@yahoo.com, direccion@vozjuridica.com, @Clara2020

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